Alicia L. Bruzos descubrió su pasión por la biología en la playa de Viveiro, en su Galicia natal. Allí, rodeada de la riqueza de los ecosistemas acuáticos, comenzó a gestar su vocación científica, que se potenció luego con una sólida formación en biología y una especialización en bioinformática.
Su pasión por lo inexplorado la llevó a un campo emergente: el cáncer contagioso en animales marinos. Actualmente, desde Normandía, Francia, dedica su investigación a desentrañar los mecanismos inmunológicos y evolutivos de esta forma única de cáncer en bivalvos marinos, con el objetivo de aportar tanto al conocimiento ecológico como a la biomedicina humana.
Este 2024, Alicia fue reconocida con el prestigioso galardón Jeunes Talents otorgado por la Fundación L’Oréal y la UNESCO, siendo la única española galardonada en la ceremonia celebrada el 9 de octubre en la Academia de Ciencias de París. Este reconocimiento no solo valida su trabajo innovador en el estudio del cáncer contagioso en bivalvos marinos, sino que también subraya la importancia de la ciencia colaborativa y la igualdad de género en la investigación.
Para Alicia, el premio representa un triple logro: le brinda recursos esenciales para continuar su investigación postdoctoral en Normandía, la conecta con una red internacional de mujeres científicas, y potencia la visibilidad de la ciencia como motor de cambio social. Este reconocimiento, según la propia Alicia, no es solo un logro personal, sino también un impulso para todas las jóvenes que sueñan con contribuir al avance del conocimiento desde la investigación científica.
Con un enfoque único en la interacción entre ecología y biomedicina, Alicia continúa desafiando fronteras científicas y sociales, llevando consigo la esperanza de inspirar a la próxima generación de investigadoras.
Alicia L. Bruzos: «Lo que me atrajo fue la posibilidad de descubrir cosas completamente nuevas»

¿Qué te motivó a especializarse en biología y, más específicamente, en los ecosistemas acuáticos? ¿Podrías contar más sobre tu principal tema de investigación?
Desde pequeña, mi madre fomentó mi espíritu curioso y aventurero. Recuerdo días de verano fabricando juguetes con mi hermana, cuidando insectos que serían mis mascotas por un día, o explorando la huerta de mis abuelos.
Sin embargo, mi interés por la biología tomó forma en el instituto con excursiones a recoger setas o algas, actividades de identificación de animales. Recuerdo una salida a la playa de Viveiro, en Galicia, cuando tenía quince años en la que aprendimos a identificar animales marinos. Nunca había tocado una anémona antes por miedo, pero gracias a mi profesora descubrí que no todas pican.
Ese tipo de experiencias marcaron mi camino, y, sobre todo, la suerte de tener profesores que me transmitieron su pasión por la ciencia.
«Mi interés por la biología tomó forma en el instituto con excursiones a recoger setas o algas, actividades de identificación de animales»
Durante mis estudios universitarios, estudié biología que es una carrera muy amplia en la que aprendes sobre muchas ramas. Después me especialicé en bioinformática, lo que me llevó a trabajar en el proyecto internacional Pan-Cáncer, investigando el papel de los genes saltarines en distintos tipos de cáncer. Fue una etapa clave que me enseñó la importancia de la ciencia colaborativa y de fijar estándares de calidad.
Al empezar mi doctorado, decidí dar un giro hacia una investigación en cáncer distinta: estudiar el cáncer contagioso en animales marinos, una línea de investigación prácticamente inexplorada en aquel momento. Lo que me atrajo fue la posibilidad de descubrir cosas completamente nuevas. Manteniendo mi interés por el cáncer, este cambio de modelo me permitió explorar cómo funciona esta enfermedad desde una perspectiva evolutiva y genética.
Actualmente, continúo investigando el cáncer contagioso en bivalvos en Normandía, Francia. Nos queda mucho por aprender sobre estos cánceres. Mi objetivo principal es entender si estos animales desarrollan una respuesta inmune frente al contagio y cómo este fenómeno podría ayudarnos a comprender mejor el proceso de metástasis en humanos. Este paralelismo entre escalas, de un tejido u órgano a otro en el caso de cáncer humano y de un organismo a otro en el caso del cáncer contagioso de bivalvos marinos, es fascinante y tiene implicaciones tanto ecológicas como biomédicas.

¿Cómo fue la experiencia de recibir el galardón ‘Jeunes Talents’? Siendo la única española galardonada, ¿qué representa este logro para usted y para la comunidad científica en España?
La ceremonia se celebró el 9 de octubre de 2024 en la Academia de Ciencias de París y fue un día inolvidable para mí. Estuve acompañada por mi hermana y pude conocer a investigadoras extraordinarias, con quienes compartí conversaciones inspiradoras. Además, la representación del gobierno español en el evento fue especialmente emotiva para mí, ya que como inmigrante en Francia, es reconfortante sentir que tu país de origen respalda tu trabajo.
«Este premio es una muestra de que, en ciencia, con esfuerzo y pasión, es posible lograr grandes cosas»
Este galardón es toda una validación de mi trabajo, me recuerda que no lo estoy haciendo tan mal y tiene un gran significado en tres aspectos principales:
- En primer lugar, la dotación económica me permitirá continuar avanzando en mis investigaciones, lo cual es esencial ya que actualmente mi proyecto postdoctoral cuenta con una financiación limitada.
- En segundo lugar, el premio me conecta con una red de mujeres científicas que están en un momento de su carrera similar al mío, y este intercambio de experiencias es enriquecedor tanto a nivel personal como profesional.
- Por último, está el impacto en términos de visibilidad. Los científicos, sobre todo cuando trabajamos en instituciones públicas, tenemos la responsabilidad de comunicar a la sociedad los resultados de nuestro trabajo. Y con este premio no solo se pone en valor nuestra investigación, sino también la necesidad de romper barreras y promover la igualdad de género en la ciencia.
Para mí, este premio es un impulso no solo personal, sino también para las jóvenes que desean dedicarse a la investigación: es una muestra de que en ciencia, con esfuerzo y pasión, es posible lograr grandes cosas.
¿Qué desafíos científicos y técnicos enfrenta en su campo de estudio?
En el ámbito científico, uno de los mayores retos es entender por qué ciertos tipos de cáncer evolucionan hacia formas contagiosas, mientras que otros no lo hacen. Este problema está relacionado con procesos similares a la metástasis en humanos, pero ocurre a una escala completamente distinta.
Durante mi tesis doctoral, intentamos identificar las causas genéticas que permiten el contagio de cáncer en bivalvos marinos, un objetivo ambicioso que tuvimos que ajustar debido a las limitaciones técnicas. Los algoritmos diseñados para estudiar el cáncer en humanos no eran directamente aplicables a este tipo de cáncer contagioso, lo que evidenció la necesidad de desarrollar herramientas específicas.
«Uno de los mayores retos es entender por qué ciertos tipos de cáncer evolucionan hacia formas contagiosas, mientras que otros no lo hacen»
Además, trabajar con bivalvos marinos presenta un desafío añadido, ya que son organismos mucho menos estudiados que los modelos tradicionales, como los ratones o los peces cebra. Un ejemplo claro es que durante mi tesis formé parte del consorcio internacional que generó el genoma de referencia del berberecho, ya que sin él no podía analizar los datos que había recopilado.
A nivel más general, la falta de financiación en ciencia, agravada por la delicada situación económica en Europa, limita la capacidad de abordar preguntas científicas a largo plazo. A menudo, también se subestima el valor de la investigación básica, pese a ser la base de los avances aplicados que impactan directamente en la sociedad. Finalmente, las carreras científicas se ven marcadas por la precariedad, la dificultad para conciliar la vida profesional y personal, y la falta de estabilidad laboral, lo que afecta tanto a la calidad del trabajo como al bienestar de quienes nos dedicamos a este ámbito.
A pesar de estos desafíos, sigo comprometida con la ciencia, convencida de que cada pequeño paso que damos es un aporte significativo a la comprensión del cáncer.

En su opinión, ¿qué pasos son esenciales para que más mujeres opten por carreras en ciencia?
Creo que lo principal es desmitificar los genios de la ciencia, mostrar que no hay que ser brillante para dedicarse a investigación y que, en la mayoría de los casos, los avances llegan gracias al esfuerzo colaborativo de muchos y muchas científic@s.
¿Qué consejos daría a otras investigadoras que enfrentan barreras similares a las que usted ha superado?
Les daría tres consejos. Primero, persistir y creer en tu potencial. En los inicios de mi carrera, alguien sugirió que, si no se me daba bien la ciencia, podría ser secretaria porque era muy organizada. Fue un comentario doloroso, pero lejos de desmotivarme, lo utilicé como impulso para demostrarme a mí misma que podía construir una trayectoria científica sólida. Soy consciente de que no soy un genio, pero todo lo que he conseguido ha sido fruto del trabajo constante y de la capacidad de sobreponerme a los momentos difíciles.
«El primer consejo que le doy a otras investigadoras es que persistan y crean en su potencial»
Segundo, aprovechar las oportunidades internacionales. Moverme por diferentes países (Estados Unidos, Corea del Sur, Irlanda, Reino Unido y Francia) me ha abierto puertas, permitido aprender nuevas formas de trabajar y enriquecido tanto profesional como personalmente.
Finalmente, visibilizar tu trabajo. A menudo subestimamos la importancia de la comunicación científica, ya sea con los medios, en actividades de divulgación, o incluso dentro de la propia comunidad investigadora. Sin embargo, estas actividades no solo ayudan a conectar con la sociedad y a simplificar conceptos complejos, sino que también pueden ofrecerte una perspectiva diferente sobre tu propia investigación.
¿Cómo su trabajo contribuye al bienestar de la sociedad y al avance del conocimiento?
Mi investigación aporta valor a varios niveles. Por un lado, al estudiar el cáncer contagioso en bivalvos, estoy explorando un modelo único que puede ayudarnos a comprender mejor la biología básica de la metástasis del cáncer. Por otro lado, los hallazgos en cáncer contagioso de bivalvos tienen implicaciones ecológicas pues detectar y comprender estos cánceres marinos nos ayuda a proteger la biodiversidad de los ecosistemas marinos, que son clave para la salud del planeta y la economía del sector de la acuicultura.
Finalmente, al compartir mi trabajo con la sociedad, ya sea a través de medios de comunicación o iniciativas de divulgación, contribuyo a que el público valore la importancia de la ciencia básica y su impacto en la vida diaria. Creo firmemente que la ciencia debe estar al servicio de todos, no solo en términos de aplicaciones, sino también como una herramienta para entender y cuidar mejor el mundo que nos rodea.



