A vueltas con la Innovación. ¿De qué estamos hablando?

Está de moda la innovación, pero ¿cómo conseguirla? Investigando sobre los procesos de generación de nuevas ideas, acabo de terminar el libro de Manuela Romo “Psicología de la Creatividad”, en el que se incluyen las tesis sobre la creatividad de Maslow, Carl Rogers y otros psicólogos humanistas. Todos ellos defienden que “ser creativo es una forma especial de estar en el mundo” que se da en las personas autorrealizadas.

Me entra el primer escalofrío, si la innovación depende de que haya personas autorrealizadas, miro a mi alrededor y no veo a muchas. Hay ciertos atisbos de esperanza, pues últimamente aparecen por aquí y por allá algún que otro “brote verde”, personas que se están atreviendo a ser ellas mismas y desafiar los marcos formales e institucionales de pensamiento y comportamiento.

La creatividad y la innovación sólo puede nacer de la libertad y la conexión entre ideas, saberes y experiencias diferentes y, todas ellas surgen de las personas. En defensa del ser humano hay que decir que no nos educan para autorrealizarnos, ni  siquiera nos permiten contemplar que esto es una posibilidad. Nos educan para prestar un servicio a la sociedad, para ser más precisa, nos educan para servir a ciertos intereses de determinados grupos sociales.

El segundo escalofrío surge cuando profundizo en lo que es una persona autorrealizada. Se trata de “una forma especial de carácter” donde se da ese difícil equilibrio entre “autoafirmación y altruismo”, “instinto y razón”, “ placer y deber”. Estas características conforman una PERSONALIDAD LIBERADA, abierta a la experiencia, segura de sí misma y feliz.

Supongo que personas de este tipo deben levantar ampollas y producir sudores a quienes se empeñan en homogeneizar al ser humano, en generar dependencias de todo tipo para mantenerlo controlado (marcas, moda, juego, amor, sexo, etc.) y dirigirnos al logro de eso que llaman interés general y bien común, que en muchas ocasiones menos común es cualquier otra cosa. Sólo pensar que el mundo esté mayoritariamente conformado por personas liberadas, seguras de sí mismas y felices debe plantear serios problemas para quienes detentan el poder a través del control del miedo y las debilidades humanas. Dejarían de funcionar los discursos vacíos de contenido los lenguajes codificados y excluyentes, la información sesgada, las teorías universales, el culto al dinero y al status, el poder tal y como lo conocemos.

Sin todas estas ataduras las personas cuestionarían más, existiría más diversidad en todos los ámbitos (política, empresa, educación, ciencia) y sería visible, habría más conexiones entre personas totalmente diferentes y desaparecerían las clasificaciones y categorizaciones. Con personas liberadas la opinión pública sería eso, pública y de las personas y, no mediática.

La creatividad y la innovación sólo puede nacer de la libertad y la conexión entre ideas, saberes y experiencias diferentes y, todas ellas surgen de las personas. Si queremos cambiar el modelo productivo y económico y, basarlo en la innovación vamos a tener que cambiar primero el modelo educativo y social y, no oigo hablar a nadie de esto último cuando se habla de innovación. Debemos empezar a cuestionar, “la pregunta es la más creativa de las conductas” (A.F. Osborn).

Peter Senge habla de alentar el dominio personal y de crear en las empresas departamentos de “autodescubrimiento personal y transformación” para lograr organizaciones innovadoras. Esto requiere más reflexión y menos información, requiere espacio y tiempo para pensar. Sin embargo en el mundo actual estamos demasiado obsesionados con el hacer y el actuar, muchas veces de forma bastante irreflexiva, sin medir las consecuencias para otros o para las generaciones venideras.

La clave del éxito reside en el equilibro entre reflexión y acción. Sólo se innova cuando una idea se aplica con éxito y produce buenos resultados, pero la medición de esos resultados debe comprender a todos los grupos de interés y tener en cuenta los efectos a corto y largo plazo. Para mí el éxito de la innovación reside en que los resultados de la misma tenga un impacto positivo sobre las personas por encima de cualquier otra cosa.

Antes del proceso de cambio hacia una economía basada en la innovación, debemos iniciar un proceso personal de liberación hacia la autorrealización, que como todo proceso de transformación es duro y doloroso y, sólo será posible con voluntad, perseverancia, optimismo y resilencia.

La innovación debe pertenecer a las personas en su génesis y en sus resultados. No debemos permitir que nadie se apropie de esta capacidad humana, que sólo debe estar al servicio de las personas, a mejorar las condiciones de vida del mayor número de personas posible sin perjudicar al entorno que nos rodea. Esto solo se logrará si fomentamos la autorrealización y el empoderamiento de las personas.

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