Ana Vázquez: «Como forastera, los mayores desafíos son tus propios miedos»

Salir de España no fue tan difícil para Ana Vázquez. Ya desde muy pequeña el deseo de partir se venía gestando en su interior. La movilizaba la curiosidad por conocer otras formas de ver el mundo y entender sobre culturas diferentes a la suya. Partir significó rebelarse contra su timidez y avanzar con miedos, pero hoy, tras 20 años de viajes y descubrimientos, se enorgullece de haber escuchado a aquella niña que soñaba con «verlo todo por primera vez».

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Actualmente reside en Bruselas, pero ha vivido en Nueva York, Rabat, Londres, Roma y Nápoles. Es directora del Instituto Cervantes en la capital belga, representante en Le Gran Ducado de Luxemburgo y Coordinadora General del Instituto Cervantes en Benelux.

En esta entrevista, cuenta su propia historia para animar a otras mujeres a tomar el impulso de partir si tienen el deseo de hacerlo.

Ana Vázquez: «Partir te recuerda que eres un continuo aprendiz»

¿Cómo surgió la opción de partir? ¿Qué fue lo que te impulsó a hacerlo? ¿Es tu primera vez?

No sabría responder con precisión. El impulso de partir, de viajar, siempre residió en mí, desde muy niña. Crecí siempre en la misma ciudad, en el mismo barrio, yendo al mismo colegio, con los mismos amigos. Mi timidez estaba muy cómoda en ese caldo de cultivo, pero mi naturaleza, no. Quería aprender y entender más allá de lo establecido, eso era fruto de mi curiosidad e inquietud irreprimible. Soñaba desde muy chiquitita que veía todo por primera vez, que encontraba algo asombroso en lo más cotidiano y lo resignificaba. Creía que la realidad iba mucho más allá de lo que tenía frente a mis ojos.

Conforme fui creciendo fui percibiendo lo que probablemente podía ser mi vida adulta si me quedaba donde estaba. Las circunstancias sociales y económicas, la forma en la que funcionaba ese mundo; todo eso dibujaba en mi mente un posible futuro que no tenía que ver conmigo del todo. Así que di un volantazo. Creo que lo que me impulsó a partir fue no rendirme al status quo o a esos límites que mi «mundo» me proponía, frente a lo que yo deseaba: conocer otras maneras de mirar, otras maneras de contar, otras maneras de estar y sentir; otras culturas, otros mundos posibles.

Partir no solo significaba la posibilidad de tener más opciones de dedicarme a lo que había estudiado, era también ir a la búsqueda de una vida más plena y una forma de conocimiento más amplia para entender cómo quería estar en este mundo. Esa fuga de lo que me podía consumir también fue un ejercicio de rebeldía contra mi timidez. En mi caso, el partir solo fue el inicio de una de las múltiples, posibles, formas de vivir, no sé si la mejor pero sí la que necesitaba.

Creía que la realidad iba mucho más allá de lo que tenía frente a mis ojos

¿Cómo fue tu llegada y tu primera impresión? ¿Qué te atrajo y qué te chocó?

Llevo más de 20 años fuera de España. Mi primera estación fue Nápoles, pero después viví en Roma, Londres, Madrid, Rabat, Nueva York y actualmente vivo en Bruselas. Mis llegadas han sido todas diferentes como lo han sido las partidas y también las impresiones. Quizá el país que más contribuyó a la construcción de mi devenir y me centró hacia la especialidad profesional a la que me quería dedicar fue Italia. Esto tiene que ver también con que fue mi primera etapa, era muy joven y era mi primer puerto de llegada, tras dejar mi país. Esta primera etapa te marca.

Ana Vázquez

Nápoles era entonces una ciudad distinta, muy particular, replegada sobre sí misma, bulliciosa, fascinante, pero también muy inquietante, con muchos problemas y algunos peligros. Llegué en un momento especialmente complicado para la ciudad. Recuerdo como si fuera ayer cómo el cónsul italiano en España intento disuadir a mi madre, desaconsejándole mi traslado.

Eran unos años en los que los teléfonos móviles no estaban, ni por supuesto wifi, las cabinas era la única manera de comunicarse. Y, aunque parezca increíble, no encontré a ningún extranjero en ese primera año. Fue una zambullida absoluta y total en otra realidad. Tampoco llevaba tarjetas de crédito, si no una especie de cheques-viaje que te cambiaban por dinero en los bancos.

Llegaba gracias a una beca concedida por un centro de investigación italiano. Tras aterrizar, tomé un taxi desde el aeropuerto de Capodimonte hasta el centro de investigación. El taxi descendió por una carretera serpenteante hasta que se plantó en el centro de la ciudad, en un caos sinigual, y paró el motor. Entonces el taxista me miro y me dijo que tenía una mala noticia que darme: la dirección que le había dado escrita en un papel no existía. Así empecé, perdida, sin dinero y sin un lugar donde dormir.

¿Cuáles han sido los mayores desafíos en tu adaptación profesional y personal?

Sin lugar a dudas, los mayores desafíos -tanto profesionales como personales- a los que te enfrentas son tus propios miedos. Los miedos son limitantes y dificultan ampliar la imagen que tienes de ti mismo o sobre lo que puedes llegar a ser o conseguir.

¿Qué diferencias notables has encontrado entre tu país de origen y el país donde resides ahora?

En todos los países que he residido he encontrado diferencias, pero también muchas concomitancias. Había dejado España hacia tiempo y llegué a Bruselas después de pasar por Nueva York y previamente Rabat, realidades muy distintas. Sin embargo, encontré la vanguardia cultural de Nueva York en Bruselas -sobre todo en artes escénicas- y también su carácter cosmopolita: puedes escuchar más de 20 lenguas en 10 minutos, en cualquier punto de la ciudad.

Ana Vázquez

En Bruselas me encontré también con los sabores y las gentes de Marruecos y de África Subsahariana especialmente en algunos barrios de la ciudad. En mi barrio se escucha más italiano que francés. La gente es cercana, amigable y abierta como en España. La capital europea está sumergida en el verde. Sus parques son auténticos bosques por los que te puedes encontrar cervatillos. Esta ciudad es el gran secreto de Europa. Es estupenda, lo tiene casi todo. Con todo esto quiero decir que tu mirada al llegar a otro lugar no conviene centrarla en lo que no encuentras (aunque a veces sea difícil) sino en todo lo que te ofrece.

¿Qué conexión tienes con España actualmente?

Mi conexión ha sido siempre permanente y total. Estoy completamente vinculada y muy atenta a todo lo que ocurre. No me siento fuera, eso es algo que las tecnologías han posibilitado.

¿Te relacionas con españolas expatriadas en el lugar donde vives?

Bruselas es la ciudad de las expatriadas, de todo el mundo. ¡Es más fácil encontrar un expatriado que un belga!

Aprendizaje y Desarrollo

¿Qué valores, aprendizajes o habilidades te ha agregado vivir fuera?

En la relación contigo mismo, comprendes que, una vez que decides partir, algo se apropia de ti y siempre acabarás por volver al camino porque partir, siempre que sea un acto voluntario, es una forma de la libertad y un motor de creación. Aprendes que el hogar es también el lugar donde te sientes a gusto y te ayuda a tomar conciencia de ti mismo y a confrontar las propias ideas. Te recuerda que eres un continuo aprendiz.

En la relación con los demás, tu prisma cambia tanto con respecto a los que dejas como a los que encuentras. Poco a poco, al volverte más consciente de ti mismo el mundo deviene más objetivo. Es más fácil ponerse en el lugar del otro, intentas comprender en lugar de juzgar. Todas esas experiencias reconfiguran tu propia identidad y la enriquecen a la vez que ponen en valor todo lo que dejaste.

Todo este aprendizaje desarrolla tu capacidad de adaptación, de flexibilidad, de supervivencia y resistencia, te hace más tolerante, desdobla tus habilidades sociales y tu inteligencia emocional, amplia tu capacidad de emprendimiento y de iniciativa. Además de todo eso, refuerzas tu perfil profesional del ámbito al que te dediques, aprendes mucho viendo y compartiendo cómo lo hacen otros.

Partir te recuerda que eres un continuo aprendiz.

¿Cómo la experiencia te ha cambiado personalmente?

Vivir en otros sitios transforma tu relación con el mundo e influye en tu mentalidad, en tu personalidad y en tus vinculaciones. El desplazamiento modifica y altera tu cultura y tu modo de pensamiento. Desarrollas también unas técnicas de lectura del entorno que te permiten digamos, de alguna manera, la apropiación de un mundo sin fronteras, porque lo importante las trasciende. Después de más de 20 años por el mundo sientes una suerte de desarraigo, que no te separa de tus raíces, más bien lo contrario, y que a la vez te brinda la posibilidad de sentirte en casa en más de un lugar.

Impacto Social y Familiar

¿Cómo ha afectado tu decisión de emigrar a tus relaciones personales?

No solo he mantenido mis relaciones personales, sino que estas se han alargado y hecho más complejas. Por supuesto que hay un peaje, especialmente, en ciertos momentos familiares en los que no puedes estar y compartir con los tuyos. Es también muy complejo cuando además te trasladas con tu pareja e hijos a partir especialmente de la adolescencia de estos. Y sobre todo es muy doloroso y también angustioso cuando los padres se hacen mayores y podrías no llegar a decirles adiós.

Ana Vázquez

¿Cuáles son los aspectos sociales que más añoras de España?

Solo añoro los afectos. A los que se quedaron en puerto y aceptaron con generosidad mi despedida y esperan siempre cada uno de mis regresos.

¿Qué recuerdos/objetos te llevarías contigo si regresaras?

Lo que no pesa y cabe en cualquier maleta, las experiencias vividas, las personas encontradas, aquello que no sabías siquiera que existía. No sabría seleccionar algo muy concreto, pero si un sentimiento: el de sentirme viva. Es una forma de estar en el mundo, la de estar yendo de un lugar a otro conociendo y extrayendo significado. Cuantos más intereses tenemos, más probable es que nuestra vida sea un cambio, una transformación o evolución, una especie de movimiento constante, como la propia vida

Consejos

¿Algo que hubieras querido saber antes de embarcarte en esta experiencia?

Me hubiera gustado haber creído antes que el único equipaje es la vida y los sueños, que los miedos se vencen, y que casi todo es posible, de verdad.

¿Qué le dirías a alguien que está a punto de irse de su país por cuestiones laborales?

Le diría que probablemente ha tomado una buena decisión porque si no se ha movido nunca de su casa, alguien le contará el mundo. Serán otros los que le expliquen cómo es lo que no conoce y eso no le permitirá confrontarse con lo que es o con lo que se cree saber.

Le diría que está eligiendo una vida que le va a permitir conquistar una mirada propia pero que eso implica también muchas renuncias y dosis de soledad. Le diría también que, en esa ruta, en ese trayecto, una vez en marcha, sentirá también, la tentación de detenerse. Cuando las cosas no marchen, que recuerde la alegoría que cuenta cómo tres hermanos escalaban una montaña para elegir desde qué punto contemplarían el mundo. Sólo uno llegó a la cima. Los otros se conformaron con ver un trozo del paisaje.

Ana Vázquez

En definitiva, la decisión, sea la que sea, que sea suya, y que mientras sea una decisión verdaderamente auténtica será una buena decisión, ya sea partir o permanecer.

Perspectivas Futuras

¿Cómo marcha tu plan a futuro? ¿Tienes pensado regresar?

Esto no es más que el comienzo. Sigo de viaje. Próxima estación: Milán.

Pide un deseo…

Un planeta verde y en paz.

Hoja de ruta para no perderse en Bélgica:
  • Una visita a la Grand Place. Es tan evidente como imperdonable no disfrutar de esta maravilla.
  • Una escapada imperdible una visita nocturna a Gante. Tiene algo especial, único, a la luz tenue de las farolas y los reflejos de los canales.
  • Una cafetería especial Les Filles Plaisirs Culinaires, en Halles St. Gery. Hay que tocar el timbre para entrar y esperar a que te abran; una vez dentro, compartes mesa con otros comensales.
  • Un restaurant con especialidades del país el Belga Queen es un clásico-trendy aunque más que a comer, la verdad es que se viene a mirar y a que te miren. Es el escaparate ideal, sobre quién es quién de la ciudad.
  • No te vayas sin comer, por supuesto, un gofre, el dulce belga por antonomasia, preferiblemente en la Maison Dandoy que desde 1829 abre sus puertas, a las 11 de la mañana cada día. Para encontrarla solo hay que seguir el olor que inunda la Rue Charles Buls muy cerquita del Manneken Pis.
  • Llévate de recuerdo la experiencia de hacer alguna de las rutas Art Nouveau de la ciudad y descubrir a no solo a los dos grandes arquitectos, Horta y Hankar, sino a muchos más. Las fachadas Art Nouveau que jalonan la ciudad son de una belleza extraordinaria.
Más sobre Ana Vázquez

Es licenciada en Historia del Arte (Universidad de Zaragoza), donde también realizó los cursos de doctorado en Técnicas de Investigación en Historia del Arte y Musicología y el Certificado de Aptitud Pedagógica en Ciencias Sociales; y Diplomada en Beni Culturali por la Pontifica Università Gregoriana de Roma.

Es Máster Europeo en Gestión y Mediación del Patrimonio Cultural (UNED), Máster Universitario en Traducción Italiano-Español (Universidad Complutense de Madrid) y MBA en Dirección y Gestión de Organizaciones Artísticas y Culturales: Museos, Fundaciones, Centros, Asociaciones y Empresas culturales  (Escuela de Negocios Instituto Superior de Arte de Madrid).

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