Septiembre es considerado como el mes de los divorcios, ya que a veces el paso de las vacaciones, lejos de acercar a las parejas, puede jugarles una mala pasada. Y es que las vacaciones o unen o separaran. Las relaciones de pareja no son muy diferentes a las de amistad: con los amigos pasa lo mismo, cuando vas con ellos de vacaciones o se afianzan los lazos o se agria el trato.
Para algunas parejas, que viven vidas paralelas acomodadas a su individualidad, la crisis es inevitable cuando llegan las vacaciones y tienen que ESTAR juntos e interactuar. Sobre todo si impera la comodidad, la falta de consideración y el egoísmo. En invierno el malestar puede camuflarse y achacarlo a la falta de tiempo, el exceso de trabajo…, sin embargo, cuando se dispone de tiempo y posibilidades para disfrutar, ya no hay excusas que valgan y las vacaciones sacan a flote todas las discrepancias y desencuentros.
Cuando se dispone de tiempo y posibilidades para disfrutar, ya no hay excusas que valgan y las vacaciones sacan a flote todas las discrepancias y desencuentros.¿Que las vacaciones son nocivas? ¡De ninguna manera! Lo que pasa es que ponen las cosas en su sitio. Si la pareja ha estado descuidando su relación durante todo el año, sin prestar atención a las dificultades y problemillas producto de la convivencia, no puede esperar que con un equipaje de rencores, malestares antiguos, cuentas pendientes, rabia contenida; de buenas a primeras, cuando llegan las vacaciones, todo se vuelva de color de rosa. ¡Pues no!, desgraciadamente todo el malestar acumulado irrumpe de la manera más inoportuna y a destiempo para amargar los prometidos y deseados momentos felices.
Por eso, cuidadito con las crisis vacacionales. Y sobre todo, ser prudentes antes de tirarlo todo por la borda. La mayoría de los disgustos no merecen la categoría de problema, son sencillamente contrariedades que hay que aprender a resolver. Hay que ser capaces de ponerse en el lugar del otro y no tomar las cosas por la tremenda. En consulta podemos ver muchas parejas que entran en una espiral de destrucción por no ser capaces de expresar sus emociones, por vivir la relación de manera egoísta y sobre todo por su poca capacidad para la comprensión y el amor. Por eso lo mejor es hablar los sentimientos y no dejarse vencer por el rencor: el rencor es el peor compañero de viaje para la pareja, la empatía y el cariño el equipaje perfecto.
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