La igualdad se aprende y el juego cumple un rol fundamental a la hora de construir lo que es cada cual. Si incentivamos una elección no inducida por mandatos y evitamos fijar estereotipos, haremos niñas y niños más libres.
El Observatorio Andaluz de la Publicidad no Sexista, del Instituto Andaluz de la Mujer, publicaron en enero de este año un informe según el cual el 58,72% de la publicidad de juguetes de la pasada campaña de Navidad tenía un tratamiento sexista. Este porcentaje suponía un descenso de casi el 7% respecto al año anterior. Sólo un 11% de los anuncios no iban dirigidos a ningún sexo en concreto.
"Son los padres los que deben elegir y educar. Los niños aprenden lo que les enseñan y a veces recogen los prototipos sexistas del pasado no por la publicidad, sino por sus progenitores".
No se han cambiado los roles clásicos ya tantas veces analizados Por otra parte, otro estudio sobre la misma campaña de Navidad realizado por expertos en comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos para la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) confirma que la diferenciación por sexos a la hora de vender juguetes sigue vigente destacando que valores como la belleza, la seducción o la maternidad se potencian en productos dirigidos a las niñas mientras que valores como la fuerza y el poder se encuentran destinados para los niños. "No se han cambiado los roles clásicos ya tantas veces analizados en todos y cada uno de los campos de las ciencias sociales", indica el informe. Características como habilidad o solidaridad sí ‘se venden’ por igual para niñas y niños.
En cuanto a los colores, se crea "un mundo rosa para las chicas y un mundo rojo y azul para los niños", dice el estudio. Sobre este aspecto, la psicóloga Cecilia Caruana cree que los colores "influyen más en la elección de los padres que en la del niño". "Tradicionalmente esa ha sido la distinción y los anunciantes, en función de a quien esté dirigido el producto, van a utilizar un color u otro", comenta. ¿Influye más el hecho de que un niño o una niña aparezca junto a un juguete?: "La imagen de un otro igual es un espejo en el que mirarse", subraya Caruana.
El papel de los padres
Con todo, la psicóloga destaca la importancia de los padres, a veces olvidados en este asunto. "Van a ser los mediadores tanto de las elecciones como del uso futuro que tenga un juguete", asegura. La misma opinión tiene Juan Miguel Sala Sivera, presidente de la Asociación Castellano-Leonesa de Psicología y Pedagogía: "Son los padres los que deben elegir y educar. Los niños aprenden lo que les enseñan y a veces recogen los prototipos sexistas del pasado no por la publicidad, sino por sus progenitores".
Sala Sivera apunta que la publicidad sí tiende a "reforzar la diferenciación y los estereotipos", aunque la intención en los últimos años es cambiar esa tendencia. "Quitar los colores identificativos sería un buen paso para generar más igualdad", apunta.
A los niños les gusta más los juguetes de acción y a las niñas las muñecas. La publicidad es una herramienta fuerte pero no marca las directrices sociales. Rodrigo Ron, director del Festival de Comunicación Infantil El Chupete, plantea la siguiente pregunta: ¿la publicidad marca a la sociedad o es un reflejo de ella? "Es una cuestión de normalidad. A los niños les gusta más los juguetes de acción y a las niñas las muñecas. La publicidad es una herramienta fuerte pero no marca las directrices sociales. Es un reflejo y cambiará según avanza la sociedad. De los años 60 hasta ahora se nota una evolución enorme", afirma Ron.
La elección
¿Por qué un niño elige un juguete antes que otro? Cecilia Caruana explica que "en la elección hay un intento por dominar el mundo de los adultos a través del juego. Por eso, un varón se va a identificar más rápidamente con cuestiones socialmente atribuidas a los hombres y una niña con las femeninas. Más tarde, en la adolescencia, se pondrán de nuevo a revisión todas estas identificaciones".
No obstante, un estudio de la Universidad de Texas asegura que las preferencias pueden tener un origen biológico y/o genético, libre de influencias sociales o culturales. En el estudio, realizado con bebés de 3 a 8 meses, les enseñaron un camión de juguete y una muñeca. Los niños se sintieron atraídos por el primero y las niñas por la segunda. Por eso los expertos concluyeron que la posterior influencia social no hacía más que reforzar una predisposición infantil innata.
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