El dilema de los regalos infantiles forma parte de las fiestas y más cuando se trata de niñ@s. Para resolverlo, hay que tener en cuenta varias cuestiones: ¿Es mejor regalar lo que piden o lo que los padres creen más adecuado? ¿Deben estas fechas servir para premiar y castigar? ¿Juegos tradicionales o nuevas tecnologías?
El Dr. Francisco Kovacs, referente en el ámbito de la educación infantil y juvenil y autor de Aprendiendo a ser padres, ofrece en su libro algunas pautas para aconsejar a los padres en la elección de los regalos navideños de sus hijos.
Es útil saber qué hace más ilusión al niño para regalárselo cuando se lo ha merecido. Pero, en general, el objetivo es hacer atractivo lo útil; regalos que fomenten actitudes o habilidades que le vayan a ser útiles en su vida, de maneras que resulten atractivas y divertidas para el niño.
El “carbón” para quien se lo merece, es tan útil como el regalo para quien se lo ha ganado. Y eso no traumatiza a nadie; recibir regalos inmerecidos es tan perjudicial como ser castigado sin motivo.
A pesar de los dogmas políticamente correctos, los niños y niñas son equivalentes, pero no iguales. Sus preferencias en los juegos, tampoco. Ni es útil ni tiene sentido imponerles roles o juguetes contrarios a sus preferencias…A pesar de los dogmas políticamente correctos, los niños y niñas son equivalentes, pero no iguales. Sus preferencias en los juegos, tampoco. Ni es útil ni tiene sentido imponerles roles o juguetes contrarios a sus preferencias…
Los ordenadores, las videoconsolas o los móviles de última generación son herramientas muy potentes, que aportan grandes posibilidades para la educación de los niños, pero también significan nuevos riesgos.
Antes de regalarlos, es necesario tener criterios claros con respecto a su uso y adoptar medidas para asegurar que se potencian los beneficios y se reducen al mínimo los riesgos.
Cuando el niño tiene un juguete nuevo, lo normal es que le dedique mucha atención durante unos días. Juega con él constantemente hasta descubrir sus secretos; cuando el niño es pequeño, eso incluye romper y oler sus piezas.
Cuando es mayor, atrae su atención hasta que domina el juego. Una vez que lo sabe todo, el nuevo juguete deja de ser un estímulo y lo abandona. Con un juego de ordenador o videoconsola ese proceso puede ser mucho más largo (de
hecho, para eso se diseñan), pero al cabo de cierto tiempo, se convierte tan solo en un juego más.
Si advierte que el niño tienda a engancharse a los juegos de videoconsola más allá de ese periodo, no debe prohibirle su uso, sino insistir en otras actividades.
Para evitar que se enganchen a las videoconsolas hay que asegurarse que sus vidas tiene actividades “del mundo real” que le resulten estimulantes y divertidas: hacer deporte, tocar instrumentos, leer… Conviene que los padres refuercen las actividades reales sobre las virtuales. Así, no se trata de prohibir los juegos virtuales, se trata de que representen una mínima parte dentro del elenco de juegos.
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