Vanina Farber, economista y decana de la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico reflexiona en su nueva faceta de bloguera desde de "Inconsciente colectivo", su recién inaugurado blog. Un homenaje al rockero argentino Charly García que supone además "el reto de pensar nuestra realidad cotidiana de otra manera" y el desafío de "reunir a las personas que queremos que la responsabilidad social se transforme en un comportamiento natural, casi inconsciente, a la hora de hacer negocios". Lo hace desde Perú, pero su proyección nos alcanza.
Aquí, algunos de los párrafos más relevantes de esta reflexión.
La responsabilidad social, en un sentido amplio, requiere de la actitud consciente de extender la mirada del corto al mediano y largo plazo para que los individuos, las empresas y las instituciones públicas o privadas contribuyan, a través de su actividad y de sus vínculos con el entorno, al desarrollo del Perú. La definición parece muy sencilla, pero la práctica es complicada. Ser socialmente responsables implica hacernos cargo de nuestros impactos económicos, sociales, medioambientales y políticos.
Ser socialmente responsables implica hacernos cargo de nuestros impactos económicos, sociales, medioambientales y políticos.
Los actos individuales (o de las empresas, o de los políticos) tienen autores. Los autores de los actos pueden ser juzgados como responsables, incluso jurídicamente. Los impactos, sin embargo, son de más difícil atribución, ya que no sólo se juzga lo que se hace, sino el efecto de ese acto en el mundo, en lo colectivo. Ser socialmente responsable requiere asumir la responsabilidad por los impactos, que son siempre en relación al otro, por lo hay que tener en cuenta a los distintos grupos de interés que afectamos y nos afectan. La responsabilidad por lo colectivo, por la sociedad, es una forma de relacionarnos con el mundo.
Baltazar Caravedo, amigo y profesor de la Universidad del Pacífico, escribió que "la perspectiva de la responsabilidad social no ha emergido como una matriz de normas y reglas que deben ser incorporadas rígidamente en las organizaciones. Tampoco es un conjunto de indicadores cuya ficha es necesario llenar para lograr ser admitida como una entidad socialmente responsable; menos una estrategia de marketing para mejorar imagen. La pregunta que se debiera abordar es ¿qué problema predomina en mi entorno? ¿En mi esfera de influencia? ¿Cómo puedo hacer para contribuir a abordarlo y mejorar las condiciones de quienes lo padecen, reducir los impactos negativos y potenciar los positivos? Lo que se requiere apreciar o evaluar es en qué medida estoy contribuyendo a mejorar la situación de los otros que forman parte de mi sistema, no sólo de mí mismo, en qué medida he contribuido a la modificación del sistema del que formo parte para asegurar la continuidad de su propósito."
El dinero no es el único activo que se requiere para resolver los problemas. Es necesario, pero no suficiente. Es hora de comprometerse para hacer frente a los problemas de la sociedad con otros activos: nuestro talento, capital social e ideas.
Pensando en esto podemos rediseñar modelos de negocio centrados en la creación de valor multidimensional: personas, planeta, beneficios. Este es el verdadero reto de la responsabilidad y la innovación social: generar modos de vida sostenibles en una sociedad inclusiva y próspera.
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