Me dejé llevar por el impulso aún a sabiendas de que tomaba algunos riesgos. No se quiere fracasar con la lectura del libro elegido, pero a veces la magia capaz de enredarte entre las páginas no llega. "El exilio interior. La vida de María Moliner" ha sido una agradable sorpresa. Hace referencia a la autora del "Diccionario de Uso del Español", un diccionario utilísimo tanto en la escritura de informes técnicos o en narrativa. Sus hojas, densas, destilan sorbos de sabiduría y sutileza en cada palabra que explican. Páginas por las que se cuelan los matices del idioma. Por las que fluye una forma de ver el mundo de los que lo hablan, porque las percepciones de quienes lo utilizan impregnan delicadamente las palabras prestadas de otras lenguas o las variaciones de las heredadas del latín o el griego.
Algo más que una biografía
El libro sumerge a quien lo lee en un mundo vivido intensamente en la apariencia tranquila de una mujer que además de bibliotecaria fue, para sorpresa de muchos, la autora de uno de los diccionarios más relevantes de la lengua castellana. La España de los años treinta, de la posguerra y de los aledaños de los ochenta del siglo pasado transitan por unas páginas testigo de la vida de la que, a pesar de todo, fue una mujer privilegiada que peleó por serlo. Su vida, estuvo casada y tuvo cuatro hijos, es hilo que guía en la intimidad de la sociedad de la clase media española más cultivada de la primera parte del siglo veinte. No estuvo sola, otras mujeres de su generación y nivel social y cultural también trabajaron por ser.
El libro sumerge a quien lo lee en un mundo vivido intensamente en la apariencia tranquila de una mujer que además de bibliotecaria fue, para sorpresa de muchos, la autora de uno de los diccionarios más relevantes de la lengua castellana.
Es paradigma de mujer inteligente y culta que no se resigna a la adversidad, que lucha y trabaja por lo que quiere con las menores renuncias posibles. Nada es gratis y las razones por las que no fue elegida miembro de la Real Academia, a principios de los años setenta, no difirieron en nada a las que se dirían ahora. Ni siquiera sorprende que hombres al parecer tan inteligentes pudieran decir semejantes tonterías para sustentar su prejuicio o esconder su envidia. Tampoco es casual que sea prácticamente una desconocida incluso para quienes utilizan su diccionario.
Retazos de una sociedad
En el libro se dice que a María, como a otras intelectuales, no le interesaban las tareas domésticas por el tiempo que le quitaban de hacer otras cosas importantes. No era la única. Cita la autora del libro a María Laffite, contemporánea de María Moliner. Era una mujer de clase alta que consideraba que el reparto de papeles entre los sexos no era justo porque el problema "no residía solo en el tiempo que las mujeres dedicaban a las tareas domésticas en detrimento de su formación, sino en la dificultad de concentrarse en actividades intelectuales de altos vuelos teniendo la cabeza ocupada en la organización de una multitud de pequeñas cosas de las que los hombres estaban exentos". Algo tan elemental y, sin embargo, aún sigue siendo motivo de controversia.
Transitan al paso del texto maneras de una época.
No era extraño que mujeres pobres se trasladaran a la casa lujosa durante un tiempo para amamantar al hijo de los señores en detrimento del suyo propio. La clase media, menos pudiente, enviaba a su bebé a vivir a la casa del ama de cría para que le amamantara al mismo tiempo que a otros.
Tampoco era raro entre la burguesía que el padre, médico en este caso, abandonara a la madre y a los hijos. Quedaban entonces no solo en la mayor precariedad afectiva y económica, sino con un sentimiento de vergüenza ante una sociedad que los miraba con recelo por haber sido abandonados.
*Teresa Pascual Ogueta, es Ingeniera de Telecomunicación y escritora. Conferencista, autora de libros y publicaciones, se especializa en el análisis crítico de la realidad.
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