En un clima cada vez más hostil hacia las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), muchas empresas en Estados Unidos se enfrentan a una encrucijada: ¿cómo sostener sus compromisos sin convertirse en blanco de ataques políticos o sanciones?
El nuevo informe de LLYC, “Cómo navegar la temática DEI en el presente”, ofrece respuestas estratégicas para sortear esta compleja coyuntura sin renunciar a los valores fundamentales ni al impacto positivo de estas iniciativas.
Las restricciones impuestas por la administración de Donald Trump, especialmente en entidades que reciben financiamiento público, han llevado a varias organizaciones —tanto del ámbito empresarial como académico— a recortar o incluso eliminar sus programas de DEI. Pero LLYC lanza una advertencia clara: estas decisiones drásticas pueden poner en riesgo la innovación, el rendimiento y la competitividad a largo plazo.
“Muchas compañías en EE. UU. están desmantelando abruptamente sus políticas de DEI ante las nuevas presiones gubernamentales y sociales. Pero estas decisiones drásticas conllevan sus propios riesgos y, en muchos casos, ignoran soluciones más estratégicas”, señala Don Hunt, director de Corporate Affairs de LLYC en Estados Unidos y autor del informe.
El arte de matizar el mensaje
El informe pone el foco en un aspecto crítico: la manera en que las empresas comunican su compromiso con la inclusión puede marcar la diferencia entre avanzar con firmeza o exponerse innecesariamente.
Organismos conservadores como el equipo de DOGE están monitoreando activamente el lenguaje corporativo. Por eso, LLYC recomienda revisar con lupa todos los canales de comunicación —desde los sitios web hasta los manuales internos— y reformular los mensajes para evitar términos altamente politizados o sensibles.
Entre las estrategias clave que propone el informe:
- Vincular la diversidad directamente con resultados de negocio: rendimiento, crecimiento, innovación y generación de valor.
- Evitar expresiones como “cuotas”, “igualdad de género” o “representación”, que pueden activar alertas regulatorias o mediáticas.
- Enmarcar los esfuerzos de inclusión como parte de la estrategia operativa, resaltando su impacto en la eficiencia y la capacidad de respuesta al mercado.
- Asociar los conceptos de DEI con sostenibilidad, liderazgo inclusivo y equidad, evitando el enfoque reactivo o moralizante.
Estas tácticas permiten mantener la esencia de los programas sin sacrificar la narrativa empresarial, protegiendo a las compañías de posibles sanciones o daños reputacionales.
La oportunidad de redefinir el camino
Más allá de las presiones externas, la percepción pública está en plena transformación. Un análisis reciente del equipo de datos de LLYC, que examinó más de 200 términos relacionados con la DEI en plataformas como X (antes Twitter), Reddit, medios de comunicación y foros especializados, revela datos reveladores.
El estudio mostró un fuerte rechazo hacia conceptos como “cuotas”, “mandatos DEI” y “acción afirmativa”, todos ellos percibidos como imposiciones regulatorias. Sin embargo, también identificó un creciente interés por discutir el fondo de estas políticas a través de marcos más amplios y aceptables, como “equidad y justicia”, “fuerza laboral y economía”, “inclusión” y “liderazgo inclusivo”.
Esto abre la puerta a un debate más matizado, en el que las empresas pueden reformular sus mensajes sin abandonar su propósito.
Más allá del sí o no
Navegar la temática DEI en 2025 no tiene soluciones simples. La verdadera pregunta ya no es si mantener o eliminar estas políticas, sino cómo adaptarlas estratégicamente para garantizar su sostenibilidad.
Los riesgos son reales y crecientes, pero también lo son las oportunidades de liderazgo. Las decisiones que se tomen hoy no solo influirán en la relación con los reguladores estadounidenses, sino que definirán el posicionamiento global y la relevancia a largo plazo de las marcas.
Las empresas que logren alinear su narrativa con el contexto sin perder su propósito serán las que no solo sobrevivan, sino que lideren.