Cómo el mentoring puede ayudar en la reinserción laboral tras situaciones de violencia de género

El programa «De Mujer a Mujer» es una iniciativa de voluntariado corporativo impulsada por Banco Santander y la Fundación Integra. Este programa tiene como objetivo acompañar a mujeres supervivientes de la violencia de género en su camino hacia la reintegración laboral.

Durante seis meses, 15 profesionales del banco actuaron como mentoras de 15 mujeres, apoyándolas en un proceso de formación y empoderamiento laboral.

Una de las historias más inspiradoras de esta edición es la de Ana, una mentora con años de experiencia en recursos humanos y coaching, y Leonor, una mujer que ha sobrevivido a una etapa marcada por la violencia y ahora lucha por reconstruir su vida. Leonor se incorporó al programa en un momento en el que sentía que la vida se le escapaba de las manos.

«Cuando me ofrecieron participar, no tenía claro qué esperar, pero sabía que quería aprovechar todas las oportunidades que se me presentaban», explica Leonor en esta entrevista con Mujeres y Cia. La relación con Ana, su mentora, no solo le ayudó a mejorar su perfil laboral, sino que le devolvió la confianza en sí misma. «Con Ana podía hablar sin sentirme juzgada. A medida que avanzábamos, me di cuenta de que podía dejar de sobrevivir y empezar a vivir», dice.

«Volver a sentir que soy una persona antes que una víctima fue crucial para mí»

El programa se centra en la reinserción laboral, trabajando aspectos como la mejora del currículum y la preparación para entrevistas, pero para Leonor el impacto más importante fue personal. «Sin autoestima no puedes cambiar las cosas. Volver a sentir que soy una persona antes que una víctima fue crucial para mí», agrega.

Cómo el mentoring puede ayudar en la reinserción laboral tras situaciones de violencia de género
Imagen ilustrativa

Ana, por su parte, reconoce que el mayor desafío fue encontrar la manera de contribuir de forma significativa en la vida de Leonor. «Aporté mi experiencia en gestión de personas, pero lo más importante fue la empatía. Me impresionó ver cómo las circunstancias pueden marcar la vida de una persona, y mi objetivo era ayudar a Leonor a destacar sus fortalezas y capacidades, sin tener que revivir su pasado».

La reintegración laboral tras una situación de violencia de género es posible con el apoyo adecuado. Para Leonor, tener a Ana a su lado le permitió reconstruir su vida, no solo a nivel laboral, sino también personal. Hoy, después de más de un año trabajando en un ambiente que la valora y respeta, Leonor reflexiona sobre su camino: «El trayecto no es fácil, pero cada día duele un poco menos, y eso es lo que quiero decirles a otras mujeres: sí se puede«.

A continuación, puedes leer las entrevistas completas.

La mentora

¿Qué te motivó a participar como mentora en el programa “De Mujer a Mujer”?

Este programa me permitió aunar dos facetas que he desarrollado a lo largo de mi carrera y que me satisfacen enormemente: el mentoring y el voluntariado. Desde el primer momento, pensé que podría aportar mi experiencia en recursos humanos y como coach, y contribuir a hacer un poco mejor la situación de alguna de las mujeres, fortaleciendo su autoestima para que puedan buscar un empleo con más seguridad.  Cuando conocí a mi mentee, me impactó mucho ver cómo las circunstancias en las que naces y creces condicionan tu vida, y cómo cualquier persona puede pasar por una situación similar.  

¿Qué técnicas y recursos empleaste para apoyar a tu mentee?

Mi formación como coach y los más de 20 años trabajando en gestión de personas me ayudaron a escucharla activamente, orientarla en la búsqueda de un empleo, mejorar su CV, simular entrevistas. Pero lo más importante es tener empatía, ponerte en sus zapatos, ofrecerle tu punto de vista sin dar nada por sentado. Mucha escucha, mucho refuerzo de sus habilidades y mucho respeto. 

«Lo más importante es tener empatía, ponerte en sus zapatos, ofrecerle tu punto de vista sin dar nada por sentado»

¿Cuál consideras que ha sido el mayor desafío y la mayor satisfacción durante estos seis meses de mentoring?

El mayor desafío ha sido encontrar el espacio en el que yo pudiera realmente aportarle algo. Y la mayor satisfacción ha sido que me dijera que «solo el hecho de que una mujer directiva le dedicase su tiempo, ya era un privilegio». Y también fue muy gratificante conectar emocionalmente con alguien con una realidad muy diferente a la mía. 

¿Cuáles fueron los objetivos principales que estableciste al inicio del programa y cómo trabajaste para alcanzarlos?

El objetivo del programa es colaborar en la inclusión laboral de las participantes, por lo que el principal foco de trabajo fue revisar y mejorar el CV y preparar las entrevistas de selección. En este caso, el CV estaba muy bien hecho, por lo que me centré más en las entrevistas.

Mi mentee estaba bastante preocupada por tener que dar explicaciones durante las entrevistas de lapsos de tiempo en los que ella no pudo trabajar por la situación que estaba atravesando. Me centré en ayudarla a contar su trayectoria profesional de una forma diferente, que le diera seguridad y que pusiera en valor todas sus capacidades, sin tener que entrar en detalles con los que no se sentía cómoda de compartir. 

¿Cómo se puede fomentar la resiliencia y la confianza en mujeres que han pasado por situaciones difíciles?

Centrándote en lo que saben hacer y en lo que han hecho bien, en sus fortalezas y capacidades. Pero, sobre todo, dedicándoles tiempo, escuchándolas y dándoles confianza en sí mismas y en el futuro. 

«Me centré en ayudarla a contar su trayectoria profesional de una forma diferente»

La mentee

¿Qué te motivó a unirte al programa “De Mujer a Mujer”?

Cuando me ofrecieron la posibilidad de entrar en el programa, no tenía certezas sobre lo que iba a suceder. La única verdad era que en ese momento quería tomar todas las oportunidades posibles que me estaban brindando.

Por aquel entonces estaba empezando a salir de una etapa larga y muy difícil, tanto a nivel emocional como laboral. Llena de miedos y fantasmas. No buscaba una formación, puesto que siempre he adquirido los conocimientos que he podido, ya fuera de manera autodidacta o reglada. 

Y así fue que conocí a mi mentora, una mujer de éxito en el mundo laboral, con la que podía hablar sin tapujos, sin sentirme juzgada, sin recordarme continuamente los tropiezos del pasado. La segunda vez que nos encontramos, recuerdo haber pensado que yo todavía podía vivir, en lugar de sobrevivir. Sentí que aún podía ser yo misma, lejos de un mundo que en realidad no debería ni debe pertenecernos a nadie, lejos de la violencia.

«Sentí que aún podía ser yo misma, lejos de un mundo que en realidad no debería ni debe pertenecernos a nadie, lejos de la violencia»

¿De qué manera te ha ayudado el programa?

Es cierto que el programa inicialmente se centra en la reinserción en el mundo laboral y por ende en el social. Cuando no encuentras los recursos necesarios (o aunque los tengas pero no sabes cómo encauzarlos), es necesario que te guíen, ya sea para la mejora de un currículo vitae, para dirigirte a las empresas o enfrentarte a una entrevista laboral, sin olvidar tampoco cómo poner en valor tus conocimientos.

Trabajando muchos de esos aspectos pude mejorar mi vida laboral, sin tener que explicar las etapas en las que no podía demostrar trabajo alguno (que fueron largas). Pero hay un aspecto que quiero destacar y éste es la parte humana. Tener todos los recursos no sirve de nada sin la autoestima y sin el valor para cambiar las cosas.

En los espacios compartidos con mi mentora, volví a tener presente que las mujeres podemos, y que antes que víctima soy persona y que aún podía empoderarme.

Sin querer entrar en muchos detalles, cuando tu vida es marcada en modo alguno desde la niñez, los años siguientes de adolescencia y parte de la madurez es casi imposible que una persona se empodere, cuando la propia conducta está más que disociada y alterada.

El camino hacia la recuperación es largo, difícil y muy duro, sobre todo cuando además de victimizarte también te sientes culpable de algo en lo que no tienes responsabilidad alguna. Y la culpa es una piedra en la mochila muy difícil de desechar. De hecho, me doy cuenta que, aunque ya pueda hablar de ello, me resulta muy difícil plasmar todas estas palabras en un papel porque éste se puede releer.

«Tener todos los recursos no sirve de nada sin la autoestima y sin el valor para cambiar las cosas»

¿Qué habilidades o conocimientos consideras que has adquirido?

Más que adquirir conocimientos con Ana Irusta, mi mentora, volví a tener presente el hecho de que, si deseas de verdad dar un cambio en tu vida, tienes que creerlo y avanzar un paso cada vez. 

Es enriquecedor estar ante otra mujer y poder mirarse a los ojos sin culpas, y sentir que puedes empezar a soltar los miedos, tomar un simple café con una persona con la que no tienes ningún vínculo inicial y que te cuenta sin tapujos como es su día a día, que a su vez te escucha, que existe un diálogo real y que sabes con certeza que lo está haciendo sin esperar nada a cambio, compartir con una mujer que no te conoce de nada y te hace sentir que cree en ti y que colateralmente yo podía creer en mí. Cuando llevas toda una vida luchando con tus fantasmas es difícil creer en nada y menos en uno mismo.

«Es enriquecedor estar ante otra mujer y poder mirarse a los ojos sin culpas, y sentir que puedes empezar a soltar los miedos»

¿Qué recursos o apoyos consideras esenciales para alguien que busca reinsertarse en el mercado laboral?

Creo que es una combinación de varios factores, el conocimiento técnico y el estudio es muy necesario, un continuo aprendizaje acorde a los tiempos que vivimos y el ponerse en valor ante una empresa. Pero como dije antes, esto no sirve de nada si no crees en ti. 

Es importante saber que se puede pedir ayuda, y que cuando te la ofrecen hay que saber tomarla desde la humildad y la responsabilidad que ello conlleva tanto para el que la recibe como para el que la ofrece. Es esencial tocar suelo, y responsabilizarte de la parte que te toca. El poder verse a través de los ojos de otra persona que hace que pienses en tu valía y atreverse al autoconocimiento continuo, saber de tus flaquezas, reconocerlas y claro que también aprender de las fortalezas.

Este tipo de programas enfatizan todas estas cosas. Tener instituciones como la Fundación Integra junto al programa de mentoría impulsado por el Banco Santander, y sumando a tus ganas, te abren el camino al empoderamiento. 

Con esto no quiero decir que sea un trayecto fácil, hay días en los que no quieres continuar, que te asaltan los miedos, o simplemente tienes un mal momento, pero también hay otros en los que sacas las fuerzas de donde sea y tienes momentos buenos que ya ni reconocías. Pero vuelvo al punto de partida: la parte humana, el cariño y el respeto tiene que ir de la mano de todos los recursos materiales.

Las personas como yo, que no logran reinsertarse, muchas veces tienen una historia de vida en la que la vulnerabilidad es algo predominante, la cuál escondes para que nadie la descubra. Estos recursos te otorgan la valentía de permitirte ser vulnerable, de no ser reactivo ni destructivo, sobre todo con uno mismo. Por lo que aprovechas más las oportunidades laborales que te brindan. Hay una palabra que para mi lo resume todo: la confianza.

«La parte humana, el cariño y el respeto tiene que ir de la mano de todos los recursos materiales»

¿Qué consejo le darías a otras mujeres que han pasado por situaciones similares a la tuya?

No soy quién para dar consejos. Creo que cada mujer tiene su lucha, pero sí puedo hablar desde mis experiencias. Buscar ayuda, tomar todos los recursos que esté a la mano, no rendirse, desear vivir una vida y no sobrevivirla, y ante todo dejar olvidado mi rol de víctima (que a veces quiere aflorar por sí mismo) y sentirme mujer y persona. Acogerme a todo lo que pudiera ayudarme, e identificar y desechar lo que me daña, y ser consciente que hay una parte de mí que aún está rota pero que poco a poco con tiempo se va recomponiendo. Ser valiente y permitirme sentir sin culpa y saber decir que no. 

Lo que sí les diría es que sí se puede. Ahora tengo un trabajo, llevo más de un año en él, un trabajo que me gusta, en el que me siento valorada, en un ambiente familiar y de cariño, y que lucho por mantenerlo, porque me hace sentir bien y porque no quiero dar un paso atrás que me lleve a donde ya he estado y a donde duele.

También quiero decirles que por mucho que les tiendan la mano, si no están dispuestas a tomarla y trabajar cada día, no sirven de nada todos estos recursos. Y les daría esperanza diciéndoles que llega un momento que cada día duele un poco menos. En definitiva, que se empoderen.

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