Madres e hijas, relaciones en conflicto

Dice la socióloga Alicia Kauffman que la relación entre madres e hijas constituye la madre de todas las relaciones porque es una de las más apasionadas y viscerales en la vida de las mujeres, aquella por la cual se puede experimentar desde el amor más profundo a la más profunda de las rabias, e incluso el mayor de los odios.

La investigadora profundiza que si bien madre e hija tienen la misma conversación, la interpretación suele ser totalmente diferente porque son relaciones “en donde el “poder” y la “distancia” se negocian continuamente”.

A poco de celebrarse el día de la madre, a Kaufmann le parece buen plan mejorar la comunicación entre madres e hijas para hacer más fluida las relaciones con las mujeres de nuestro entorno, especialmente en el marco profesional.

La relación con la madre obliga a la hija a afrontar cuestiones fundamentales sobre quién es, quién quiere ser y cómo se relaciona con los demás. Es un vínculo de enorme importancia a lo largo de toda la vida de cualquier mujer, incluso tras el fallecimiento de la propia madre. Similar es la situación de las madres, aún cuando sus hijas ya sean ellas mismas adultas y madres, explica Alicia Kaufmann. “Una primera conclusión es que el vínculo entre madre e hija está muy cargado emocionalmente, dado que combina una intensa conexión con una implacable lucha por el poder, sobre todo a partir de la adolescencia”.

Madres e hijas, mejor si se entienden
A veces al ser interpretaciones tan distintas de las mismas conversaciones, continúa Kaufmann, hacen que la frustración resulte frecuente entre ambas. Para una hija los comentarios de su madre resultan importantísimos, por eso cualquier juicio emitido por ella, puede sentar como “una cadena perpetua”. Las hijas tampoco se quedan cortas y pueden emitir generalizaciones muy hirientes.

“La sabiduría que viene con la edad, consiste en disfrutar más e irritarnos menos”, dice la experta.

Una primera consecuencia radica en que ambas tienden a sobre valorar el poder de la otra y a infravalorar el propio poder. La relación entre madres e hijas puede ser una gran fuente de consuelo, pero también puede causar un gran sufrimiento. De nadie más hablamos con tanto cariño, pero a veces también con tanto resentimiento, como de la propia madre.

Otra de las constantes que aparecen en esta relación es la permanente búsqueda de aprobación, que a veces permanece en las mujeres hasta edades avanzadas, buscándola en otras personas del entorno, creándose así una fuerte frustración cuando no se recibe. La clave radica en saber si se ha establecido una relación saludable o no con la madre y si ésta ha proporcionado el grado de contención necesaria para los hijos, lo que a su vez estos podrán transferir a sus propios hijos y a otras personas de su entorno. Si esta figura ha faltado, sería necesario para la persona en cuestión, encontrar un sustituto de modelo de rol para poder llegar a una madurez emocional.

Madres omnipresentes, madres secretarias
En cuanto a las madres, su influencia resulta omnipresente y a veces les resulta difícil aceptar que han ido perdiendo autoridad y que ésta no es la misma que cuando sus hijos eran pequeños. A consecuencia de ello, muchas mujeres de mediana edad se sienten perseguidas por un doble hostigamiento: por una parte, de sus hijas adolescentes y, por otra, de sus madres ya mayores. Con lo cual ambas relaciones, pueden ser en un determinado momento “de alto riesgo”.

Las madres deberían “evitar” el impulso de dar consejos una vez que las hijas se han convertido en adultas pues nada se vive peor que un “consejo no solicitado”. La hija no quiere consejos, quiere aprobación y amor por lo que probablemente montará en cólera, dado que lo que necesita es poder “demostrar que ya no necesita protección”.

A las madres les cuesta adaptarse a este nuevo estado de cosas, avanza Alicia Kaufmann. Si las hijas responden con tanta visceralidad a las palabras de las madres, es porque lo que les dicen las madres aún les importa mucho. Los cumplidos de las madres tienen un efecto casi mágico sobre las hijas, partiendo del supuesto que la relación entre ellas es compleja por el mero hecho de ser mujeres. Las hijas se quejan porque se sienten criticadas y, las madres porque se sienten excluidas. A las madres les cuesta aceptar que sus hijas han ampliado sus redes sociales y que ellas ya no son las protagonistas.

A las madres a veces se las considera como una especie de secretarias, a las que se puede interrumpir cuando se quiere y siempre están disponibles. A medida que ambas se van haciendo mayores y sus vidas van evolucionando, van flexibilizando sus roles, adecuando el grado de distancia e intimidad entre ellas.

Esto se logra cambiando la forma de comunicarse. A veces las hijas sin darse cuenta, dejan de lado a la madre para “aliarse con el padre”, convirtiéndose éste ultimo en favorito. El hecho de ser consciente de determinadas acciones puede transformar completamente las dinámicas que se producen en una familia. Cada pareja de madre e hija, tendrá que decidir y llegar a un acuerdo sobre cuál es el grado de conexión adecuado para ellas.

Sobre Alicia Kauffman
Alicia E. Kaufmann es catedrática de Sociología de las Organizaciones Universidad de Alcalá. Fue becaria Fulbright por dos veces en la Universidad de Yale para especializarse en Organizaciones y en los seminarios de Salzburgo en temas de Liderazgo Transformador y Género. Es coach ejecutivo y miembro de la Junta Directiva de Aecop (Asociación Española de Coaching Ejecutivo) y directora de la recientemente creada Unidad de género. Autora de varios libros, destacan Líder global: en la vida y en la empresa, Construir equipos de trabajo en la era de la conexión Life cycle and woman in management y Coaching y diversidad, en colaboración con Juan Carlos Cubeiro (Lid 2008). Su último libro es Alt@ Dirección, (Lid 2009), en el que analiza las causas de las diferencias en el liderazgo según género y los factores que las determinan.

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