Este dicho del saber popular expresa, así sea de manera un poco estereotipada, lo que ocurre a veces en la vida de las mujeres. Ahora en las vacaciones de Semana Santa tuve el gusto de leer el libro de la francesa Katherine Pancol, “Los ojos amarillos de los cocodrilos” el cual relata la historia de una mujer escritora en la Francia contemporánea y sus relaciones con su hermana, su madre, sus hijas y los hombres en su vida.
El punto que quiero señalar es la diferencia entre las mujeres que se destacan por su belleza física desde pequeñas, y la prisión que esto se constituye en sus vidas, pues de alguna manera define su identidad y las amarra a su propia imagen.
Joséphine, la heroína del libro, por el contrario, siempre fue rechazada por su madre porque no tenía la belleza ni la gracia de su hermana y quizá por eso mismo se orienta al estudio y al trabajo y termina consagrándose como escritora.
El punto que quiero señalar es la diferencia entre las mujeres que se destacan por su belleza física desde pequeñas, y la prisión que esto se constituye en sus vidas, pues de alguna manera define su identidad y las amarra a su propia imagen.
Con el devenir del tiempo, Joséphine se vuelve la mujer destacada y centrada, a punta de su esfuerzo personal, por entender la vida y las relaciones y por buscar ser cada vez, más una mejor persona.
Por el contrario su bella hermana Iris, se amarra a sus apariencias y termina muy infeliz, añorando la vida simple, profunda y sin pretensiones de su hermana, quien por esto mismo, es el refugio de quienes ya no se sienten atraídos por Iris.
Joséphine es una persona paradójicamente más libre, porque no ha quedado atrapada desde un principio en la prisión de “la mujer bella”. Al no poder refugiarse en su “belleza”, tuvo que hacerle frente a la vida tal como se le iba presentando y las exigencias que tuvo que vivir, le fueron permitiendo dejar a un lado sus condicionamientos para poder escoger quién quería ser.
Hoy en día, en que la mayor parte de las mujeres trabajan –por gusto o por necesidad, para desarrollarse o para cumplir una tarea – en algún sentido la belleza física ha pasado a un segundo plano como característica o condición de la mujer. Así, en términos de su felicidad personal, las mujeres contemporáneas han tenido la oportunidad de escoger un nuevo rol que las libera, un poco más que antaño, de su belleza física como herramienta de ascenso personal y social. Sin embargo, para lograrlo, tanto las más como las menos bonitas, tendrían que ser muy conscientes de las opciones de vida que tienen como mujeres, buscando más en su interior que en el mundo externo, la fuente de su tranquilidad y su felicidad.
¡Recomiendo el libro!
*Profesora titular, Facultad de Administración, Universidad de los Andes, Bogotá
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