La periodista Carmen Gallardo ha presentado su novela La reina de las lavanderas, sobre la reina María Victoria dal Pozzo, la esposa de Amadeo I de Saboya. La autora afirma que con «la reina más culta de la Historia de España y con su marido se perdió la oportunidad de hacer del nuestro un país democrático cien años antes».
Y es que La reina de las lavanderas es la historia de esta mujer nacida en 1847 en el seno de una familia noble de Turín. Cuando falleció su padre, su madre perdió el juicio y se negó a enterrarlo, obligando a María Victoria a pasar las noches velando el cuerpo. Su hermana menor murió un mes después de tifus y de pena, y ella vivió en el luto y el silencio durante varios años hasta que se casó con el príncipe Amadeo de Saboya. «Más que una historia de amor, se produjo un encuentro entre dos almas», dice Gallardo.
Amadeo y María Victoria son víctimas de la Historia. Hubo una opción de que España fuera democrática y de que se hubiera metido en Europa cien años antes, pero se perdió con ellosLos enredos del destino y los intereses políticos de las potencias europeas sentaron a la pareja en el trono de España, tras la expulsión de Isabel II, desde 1871 a 1873. «Europa –continúa la autora– está conformando sus fronteras, el padre de Amadeo es el primer rey de la Italia unida. En España, Prim se dedica a buscar un rey que cumpla sus requisitos y lo encuentra en los Saboya, una dinastía democrática y laica. Pero hay demasiados intereses cruzados y los reyes llegan ya con Prim asesinado. Con Prim muerto, el proyecto nacía muerto. Amadeo y María Victoria son víctimas de la Historia. Hubo una opción de que España fuera democrática y de que se hubiera metido en Europa cien años antes, pero se perdió con ellos».
María Victoria fue una reina efímera, desconocida, muy culta (hablaba seis idiomas) y virtuosa (con una religiosidad rayana en el misticismo) en un país convulso e inestable. Extranjera en una tierra que no supo valorarla, soportó los amoríos de su marido, las humillaciones de la aristocracia y el perpetuo temor a un atentado. «Vivió asustada por el rechazo que generaba porque era “muy poco” reina, era una burguesa que había llegado al trono y que lo había hecho accesible al pueblo y eso molestaba mucho a la aristocracia tradicional española», según Carmen Gallardo. Aun así, se entregó a la sociedad que la rechazaba porque «en esos dos años de reinado gastó mucho dinero, con donativos permanentes a las iglesias y a otras instituciones. Un día, al salir por la puerta de atrás del Palacio Real, ve el espectáculo de las lavanderas del Manzanares y por primera vez se acerca a la pobreza real. Para ellas crea el asilo de las lavanderas, la primera guardería de nuestro país».
Pocos días después de dar a luz a su último hijo, perdió la corona. Murió a los veintinueve años en Italia consumida por la tuberculosis. Quizás imbuido de cierto sentido de culpa, Amadeo encargó un grandioso monumento funerario para instalar en el sepulcro de Superga en Turín, donde reposan los Saboya y dónde aún pueden verse los restos de la corona que las lavanderas españolas pagaron a escote y enviaron a la efímera reina España, la única que se había fijado en ellas.
Con pasión por los detalles, rigor histórico y finura psicológica, esta novela de Carmen Gallardo se sumerge en los abismos de su alma para expresar todo lo que sintió y nunca dijo sobre el amor, la soledad y el sacrificio. «Es un libro con mucho rigor histórico pero también una parte de ficción. Lo que más me costó fue meterme en la parte religiosa, porque ella fue una mujer muy mística, al contrario que su marido, totalmente laico. Me encanta la historia y las reinas, y María Victoria es un personaje muy romántico, con un destino marcado, que murió de tuberculosis (la enfermedad del romanticismo por excelencia) y me pareció muy bonito rescatarla del olvido», sentencia la autora de La reina de las lavanderas.
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