La brecha salarial que no se sella

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El tema de la brecha salarial es muy complejo y en él coinciden varios factores:la empresa tiene mucho que hacer para evitarla, también los sindicatos y organizaciones profesionales, así como el poder político.

Pero yo quiero centrarme en la responsabilidad de la propia mujer en su suerte, no como un reproche, sino como una invitación a cambiar el signo de las cosas.  

Aunque veamos a muchas mujeres destacadas en puestos importantes, el poder femenino no existe.Son cada vez más las voces que claman por una retribución justa y transparente y por la reducción de la brecha salarial entre los distintos niveles profesionales y, por supuesto, entre los géneros. De todos es sabido que hay una correlación entre la igualdad de género y el desarrollo de los países. Mucho puede hacer la ley y la educación, pero nosotras tenemos que exigir estar donde podemos estar, sin conformarnos con que sea la marea de la historia las que nos vaya acercando al equilibrio perfecto, tal vez posible en cuatro o cinco décadas más.

¿Qué nos retiene? ¿Por qué no conseguimos lo que nos merecemos?
Aunque veamos a muchas mujeres destacadas en puestos importantes, el poder femenino no existe. Ni siquiera aunque seamos la mitad de la población y casi la mitad de la fuerza laboral. Las mujeres no se visualizan como capaces de imponerse, aunque solo sea por su número. Y cuando no se tiene poder ni control surge un sentimiento de indefensión e impotencia, de incapacidad para actuar sobre el entorno.

El resultado es el miedo difuso, la inseguridad, la apatía. La mujer aprende a distinguir entre lo que puede conseguir en su vida profesional y su vida personal y realista como es, se resigna a no esperar del trabajo demasiado. Le sigue compensando salir de casa y desarrollarse profesionalmente, aunque sea por debajo de sus posibilidades.

Pero el miedo se detecta. Se huye de él buscando protección en el estudio, en el buen desempeño del trabajo, en la disciplina…que no implican beneficios automáticos, ni evitan que se produzcan diferencias salariales y de promoción.

¿Qué tenemos que hacer las mujeres para que nuestro talento se cotice y seamos aquellas mujeres que soñamos  y merecemos ser?Las mujeres se mueven en esa frustrante zona de confort, con la excusa, muy razonable, de que también tienen que cuidar de su familia. La familia es una meta suficientemente poderosa como para justificar su invisibilidad, su falta de poder, o que su sueldo simplemente sea el segundo que entra en casa.

¿Qué tenemos que hacer las mujeres para que nuestro talento se cotice y seamos aquellas mujeres que soñamos  y merecemos ser?
Tenemos que tener muy claro que aunque la independencia económica es el elemento más importante de la igualdad, no basta con tener un sueldo. Tenemos que fijarnos en que el sueldo, al iniciar nuestra carrera, sea el mismo que el de nuestros colegas masculinos, pero siete años después las diferencias han comenzado.

Pero se pueden cambiar las cosas, si así nos lo proponemos. Hace unas semanas se publicó una entrevista con Jill Abramson, la primera  mujer directora general del New York Times. Sin dudarlo, comentó: "me han elegido, no por ser mujer sino por ser la mejor". Seguro que para llegar a expresarse con tanta contundencia, Jill tuvo que aprender desde pequeña varias cosas, además de conseguir una preparación idéntica o superior a la de sus colegas masculinos. Por ejemplo:

  • a expresar sus legítimas ambiciones
  • a no callarse, pues con nuestro silencio, otorgamos.
  • a estar en las mesas de negociaciones y pelear por las cosas con energía y estrategia, a sabiendas que la cuota de presencia femenina no era proporcional a la masculina.
  • a defender sus posturas y no aceptar perder la batalla.
  • a tener resiliencia. Caerse y levantarse, sobre todo a levantarse cada vez más rápidamente
  • a plantearse retos y cumplirlos
  • a entender los puntos de vista de los hombres que han ostentado siempre el poder.
  • a pedir la ayuda de otras mujeres, a recabar su generosidad y su solidaridad
  • a adquirir visibilidad en los distintos entornos y redes sociales
  • a ser alguien, es decir, a tener una marca personal fuerte para estar entre las finalistas en los grandes procesos de headhunting
  • a liberarse de la culpabilidad que tanto nos inculcan en nuestra educación, y adentrarse en el yo profundo para sacar a flote a aquella mujer que estaba asfixiada, y extraer una mujer más feliz, más creativa, más innovadora.

En el tema de la brecha salarial como en tantos otros, las mujeres tenemos que cambiar y ser más beligerantes. Haciendo como el avestruz  o lanzando balones fuera, no conseguiremos nada. De la mano una de las otras, busquemos el apoyo de nuestros colegas masculinos, y construyamos un mundo más justo y por qué no, más feliz.

* Socia de Eva Levy & Partners
(Síntesis de su ponencia en la jornada "A igual trabajo, igual salario"  organizada por las instituciones europeas en Madrid)

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