¿Dónde están los hombres?

Es la pregunta que me hago siempre al asistir a conferencias, congresos, foros, tertulias y demás eventos relacionados con la igualdad, en los que cuesta reconocer alguna figura masculina.
El Congreso Mundos de Mujeres (¿quizás el nombre que eligieron era excluyente y por eso escaseaban los hombres…?) contó con la participación -aunque no física- del sociólogo Michael Kimmel, cuya ponencia "La masculinidad y la reticencia al cambio" me tiene todavía reflexionando sobre este tema.

La masculinidad, tal y como la conocemos hoy, es un fruto mas de la desigualdad entre mujeres y hombres. Creo que el movimiento feminista ha dejado de lado ese tema centrándose en otras prioridades, y que los propios hombres- la mayoría ignorantes de que el concepto "género" es una categoría a la que están inevitablemente unidos- no se han preocupado de profundizar en su análisis, por estar también centrados "en otras prioridades".

El modelo masculino tiene algunas ventajas de las que el modelo femenino no disfruta, pero lo cierto es que para los mismos hombres es negativo, engañoso y utilitario. Por ejemplo: represión de la emotividad, potenciamiento de la agresividad, aislamiento de la parte afectiva de la familia, identificación del trabajo como única fuente de realización, reafirmación exagerada de la sexualidad…

Las mujeres tenemos muchos frentes abiertos y no hacemos un especial esfuerzo en la tarea de "atraer", "concienciar" y "sensibilizar" a los hombres. Pero, ¿tenemos las mujeres, ya que en estos años hemos avanzado en alguno de esos frentes, que asumir ahora esa nueva responsabilidad? ¿Hasta que punto debemos generar estrategias para movilizar a los hombres? ¿Nos corresponde realmente? ¿Es justo? ¿Debemos permanecer concentradas en nuestras reivindicaciones, incorporando solo al que se sienta ya atraído o comprometido previamente? Son preguntas que plantean un debate dentro del mismo seno del movimiento feminista.

Mi criterio es que debemos por lo menos estimular activamente el pensamiento crítico de los hombres.

Desde el punto de vista práctico toda reivindicación política requiere para crecer y verse realizada de estrategias de propaganda, captación e integración. El movimiento feminista no puede ser excluyente, pues sus detractores lo transforman fácilmente en una secta revanchista, permanentemente caricaturizada.

Creo que es el momento de incorporar al hombre, de señalarle con un discurso propio los tesoros escondidos que la igualdad también puede ofrecerle. De esta manera además de sumar voluntades que a su vez atraerán otras, neutralizaremos una de las bazas mas contundentes en contra de la igualdad: el monopolio del discurso que llega a los hombres.

*Lorena Fernández Doblado es la Directora de Pandora, Consultora de Igualdad.

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