Recientemente asistí a un encuentro con la escritora Belén Gopegui a quien Arancha Sánchez Apellaniz presentó señalando la complejidad y multiformidad de sus novelas. Se refirió a sus ambiciosas temáticas que tienen que ver con temas sociales y con algo tan importante para nuestra sociedad como el dinero.
Dinero que, en la obra de Gopegui, aparece como un elemento avasallador y transformador que acaba poseyéndonos, como poseía el reloj a su dueño en aquel espléndido relato de Julio Cortázar: Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.
Belén Gopegui incidió en los peligros del tópico en nuestra sociedad, y lo ilustró con un ejemplo: durante los viajes en diligencia por el peligroso Oeste los ocupantes suponen que los salteadores tendrán el consabido aspecto de cuatreros enmascarados. Sin embargo, el ataque se produce fácil e inesperadamente cuando el ladrón, por ejemplo, va disfrazado de cura.
Belén Gopegui tiene fama de ser una autora radical. Durante el encuentro así lo asumió, al igual que cierta contradicción interna: “ Mis novelas son como mi vida privada, llenas de contradicciones, como vivimos la mayoría”.
De un modo semejante las narraciones de nuestra sociedad trabajan el tópico, y esto es inquietante porque nos deja desprotegidos, más aún en tiempos de crisis, cuando menos deberíamos bajar la guardia, y somos más vulnerables a la felicidad fácil de los anuncios de cereales. En opinión de Belén, la sociedad civil está dormida, los medios no recogen la militancia de algunos sectores, y las conciencias tan sólo se despiertan cuando se produce el estallido. Con la crisis la sociedad despertará, pero era mejor haberlo hecho antes, cuando había más recursos. Apeló la novelista a la imaginación como fuente donde obtener recursos para luchar contra los tópicos que nos adormecen.
Belén Gopegui tiene fama de ser una autora radical. Durante el encuentro así lo asumió, al igual que cierta contradicción interna: “ Mis novelas son como mi vida privada, llenas de contradicciones, como vivimos la mayoría”. En cuanto a los finales de sus novelas confesó a los oyentes que le cuesta encontrar finales felices que, sin ser de “príncipe azul”, dejen abierta la puerta a la esperanza porque, en su opinión, es imposible escribir sin hablar de política a menos que escribas cuentos de hadas. Asimismo, en su concepción de la literatura como algo transformador del mundo, no aprueba las llamadas novelas de escritores en las que el autor habla de otros escritores o de la literatura en sí misma. Teniendo en cuenta que la literatura parece hecha para hablar de sentimientos, trata de encontrar en su obra un equilibrio justo, y de no excederse en este sentido. Como escritores que le habían influenciado citó a Tolstoi, Dostoievsky, Bertolt Brecht o al Millás de los primeros tiempos. Entre los autores jóvenes escogió a Alberto Lema, Fernando Díaz, Alberto Olmo y Eva Fernández.
Aclaró, también, que no trabaja con colectivos feministas. En cierta época de su vida hubo de reflexionar sobre ello con ocasión de un premio que le fue otorgado por parte de una de estas organizaciones. Su temor era quedar encasillada, a partir de entonces, y que se la pudiese comparar, por ejemplo, con Jane Austen y no con Kafka. Finalmente, se decidió a aceptar el premio al considerar la labor de las mujeres “que habían peleado antes”. “Ese momento lo tengo integrado entre las cosas que me han hecho escritora”, nos explicó la novelista. “No digo soy escritora porque de pequeñita me puse enferma y me aburría”. “Tuve interlocutores lejanos y cercanos con los que formarme; lo fui haciendo en diálogo con los que leían narrativa”. “Un escritor no se debe limitar a contar sus obsesiones sino mantener ese diálogo”. Destaco estas frases de Belén Gopegui porque el encuentro en la biblioteca fue una oportunidad real de mantener dicho diálogo con lectores, ya que los grupos de lectura sometieron a Belén a un intenso bombardeo de preguntas en relación con su última novela, El padre de Blancanieves. Esta obra narra la historia de una profesora de instituto que verá cambiada su vida después del retraso en la entrega de un pedido del supermercado. La reclamación por el mal servicio causará el despido del repartidor, quien se plantará en su casa para que le consiga un nuevo empleo. La novela había sido trabajada a fondo por los grupos de lectura, y eso hizo que el coloquio se prolongara por más tiempo de lo habitual. La escritora de melena cana y rostro juvenil confesó a uno de sus admiradores, durante esos momentos, que como escritora prefería el anonimato, aunque había de reconocer que la imagen vendía libros. En todo caso, el encuentro en la Biblioteca fue agradable y muy participativo. Prueba superada, Belén.
*Belén Gopegui (Madrid, 1963). Novelista y guionista española galardonada por su opera prima La escala de los mapas, (1993) que recibió los premios Tigre Juan y el Iberoamericano Santiago del Nuevo Extremo para autores noveles. Su segunda novela, Tocarnos la cara (1995), recibió también gran acogida de público y crítica. La conquista del aire, se publicó en 1998 y fue adaptada al cine en 2000 con el título Las razones de mis amigos por Gerardo Herrero. Ha adaptado sus novelas y participado como guionista en La Suerte dormida (Ángeles González-Sinde) y en solitario en El principio de Arquímedes, dirigida por Gerardo Herrero en 2004. En 2004 publicó El lado frío de la almohada. En 2005 aparece su primera y única obra teatral Coloquio, en el libro coral Cuba 2005. En 2007 publicó la novela El padre de Blancanieves también en la editorial Anagrama. Esta novelista ha sido descrita como la mejor de su generación por Francisco Umbral.
*Encuentros con Escritores en la Biblioteca Pública de Retiro.
*Arancha Sánchez Apellániz imparte talleres de creación literaria y coordina grupos de lectura en diferentes bibliotecas de nuestra Comunidad, incluida la del Retiro.
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