Delegar y decir no: 2 competencias clave para reducir el estrés laboral

En entornos donde la sobrecarga se confunde con compromiso, aprender a delegar y decir «no» es casi un acto de rebeldía. Sin embargo, cada vez más voces expertas coinciden en que ambas son competencias esenciales para reducir el estrés laboral y sostener un liderazgo saludable. No se trata de hacer menos, sino de hacer mejor. De priorizar con criterio, confiar en los equipos y proteger la energía como un recurso estratégico.

En un mercado profesional marcado por la hiperconexión y la multitarea, las mujeres suelen asumir más responsabilidades invisibles, tanto dentro como fuera del trabajo. Este exceso de carga no solo desgasta, sino que mina la claridad y la capacidad de decisión. De ahí la importancia de incorporar nuevas prácticas que, lejos de ser un lujo, resultan indispensables para el bienestar y la sostenibilidad profesional.

Delegar y decir no: 2 competencias clave para reducir el estrés laboral

Decir “no” también es liderazgo

La psicóloga Susan David, profesora de la Harvard Medical School y autora del bestseller Emotional Agility, sostiene que “decir no es un acto de claridad, no de egoísmo”. En sus investigaciones sobre la agilidad emocional, David demuestra que quienes saben establecer límites y actuar desde sus valores logran mantener niveles de estrés significativamente más bajos.

Su concepto de “agilidad emocional” parte de una premisa sencilla: la capacidad de elegir nuestras respuestas ante las demandas externas. En el entorno laboral, esa elección pasa por priorizar aquello que aporta sentido y aprendizaje, y rechazar lo que drena energía sin generar valor. “La claridad de valores nos permite decidir con libertad dónde poner nuestra atención” afirma la psicóloga. En el caso de las mujeres líderes, esa claridad resulta aún más necesaria para contrarrestar la presión social que asocia disponibilidad con compromiso.

Decir “no” no implica falta de ambición ni de entrega, sino coherencia y gestión consciente del tiempo. Es, en definitiva, un gesto de responsabilidad emocional.

Delegar no es soltar, es confiar

Desde el ámbito empresarial, Harvard Business Review ha abordado con frecuencia la importancia de la delegación efectiva. En su artículo “If You Want to Be a Great Leader, You Have to Learn to Delegate Well” se destaca que los líderes que delegan con inteligencia no solo reducen su carga, sino que fortalecen a sus equipos y elevan el rendimiento colectivo.

Delegar, explican, no consiste en transferir tareas, sino en crear capacidad en otros. Requiere confianza, comunicación clara y disposición a aceptar que no todo debe pasar por uno mismo. El miedo a perder el control, el perfeccionismo o la falta de tiempo para enseñar son los principales obstáculos. Sin embargo, cuando se supera esa barrera, el resultado es una gestión más equilibrada, equipos más autónomos y líderes menos expuestos al estrés.

Aprender a soltar el control es también una forma de crecimiento. Quien delega bien gana tiempo, foco y serenidad.

Priorizar, el antídoto contra el estrés

La psicóloga española María Jesús Álava Reyes, autora de Trabajar sin sufrir, lleva años alertando sobre la autoexigencia como una de las principales fuentes de malestar. En su enfoque, el estrés laboral no siempre proviene del exceso de trabajo, sino de la dificultad para priorizar y poner límites. Insiste en que “no todo lo urgente es importante” y que una de las habilidades más valiosas en la vida profesional es distinguir entre ambas categorías. Su mirada, muy conectada con la realidad española, apunta también a la necesidad de un cambio cultural: dejar de glorificar la saturación como sinónimo de éxito.

Liderar con límites es liderar mejor

Delegar y decir no no son gestos de renuncia, sino de claridad. Son las herramientas que permiten mantener el equilibrio entre la productividad y la salud mental. Un liderazgo consciente empieza por reconocer que no todo puede ni debe hacerse al mismo tiempo, y que cuidar la energía propia es también cuidar la de los demás.

En un mundo que premia la disponibilidad constante, poner límites es una forma de liderazgo valiente. Aprender a delegar y a decir no es la base de un rendimiento sostenible y de una vida profesional más plena.

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