Frente a un entorno marcado por la digitalización, la automatización y una creciente demanda de conciliación entre vida personal y profesional, al inicio de la legislatura actual tomó impulso una iniciativa clave: reducir la jornada máxima legal de 40 a 37,5 horas semanales sin que ello supusiera una reducción de salario para las personas trabajadoras.
El camino parlamentario comenzó el 4 de febrero de 2025, cuando el Gobierno aprobó un anteproyecto de ley que recogía esa propuesta. A continuación, el texto fue registrado formalmente en el Parlamento: el 16 de mayo de 2025 el Congreso de los Diputados admitió el proyecto de ley con competencia legislativa plena y por procedimiento de urgencia. El Gobierno justificó la medida señalando que beneficiaría a unos 12 millones de trabajadores del sector privado, mejoraría la productividad y reduciría el absentismo.
Sin embargo, el trámite parlamentario no avanzó como se esperaba. A pesar de que el Gobierno y los sindicatos sellaron un acuerdo con la pretensión de aplicarla antes de finales de 2025, la patronal mantuvo reservas y no se sumó al pacto. Finalmente, el 10 de septiembre de 2025 el Congreso rechazó la iniciativa, con 178 votos a favor de la enmienda a la totalidad frente a 170 que se oponían, lo que supuso un duro revés para el Ejecutivo. Aun así, el debate no queda cerrado: en octubre de 2025 el Bloque Nacionalista Galego (BNG) registró una nueva propuesta para llevar la jornada legal hasta las 35 horas semanales, la cual también deberá pasar por el plenario del Congreso.
Este proceso pone sobre la mesa no solo una modificación normativa, sino la redefinición del valor del tiempo de trabajo, la organización empresarial, el papel de la tecnología y el bienestar de las personas. Las entrevistas que siguen recogen el punto de vista de tres mujeres que representan sectores diferentes, aportando su visión sobre cómo este debate se traslada al mundo real de las organizaciones, del talento y de las políticas laborales.
El debate sobre la reducción de la jornada laboral ha abierto una conversación más profunda sobre el sentido del trabajo, la productividad y el bienestar. Más allá del pulso político, la cuestión interpela directamente a empresas, trabajadores y a la sociedad en su conjunto: ¿cómo reorganizar el tiempo sin perder competitividad? ¿qué modelos pueden garantizar sostenibilidad, innovación y cohesión laboral?
Para abordar estas preguntas, Mujeresycia reunió a tres voces que representan miradas complementarias desde el derecho, la tecnología y el futuro del trabajo: Mónica de Andrés Martínez, abogada laboralista, aporta la perspectiva jurídica; Beatriz Arias Gago, ingeniera de telecomunicaciones, analiza cómo la digitalización y la innovación organizativa pueden hacer viable un nuevo modelo productivo; y Raquel Roca, periodista, docente y fundadora de Silver Academy, reflexiona sobre la evolución cultural del trabajo, el valor del tiempo y la oportunidad de construir organizaciones más conscientes y sostenibles.
Las entrevistadas

Mónica de Andrés Martínez es licenciada en Derecho por la UCM, enfocó su carrera en el Derecho Laboral, realizando estudios superiores y práctica profesional. Ha asesorado a una amplia gama de clientes, desde pequeñas empresas hasta grandes corporaciones, así como a trabajadores y sindicatos.

Beatriz Arias Gago es ingeniera de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid. Se desempeña como directora de transformación digital en DigitalES y forma parte del Foro Nacional de Empresas Emergentes.

Raquel Roca es periodista, docente y fundadora de Silver Academy. Es autora de Knowmads, Silver Surfers y El poder del carisma. Es speaker internacional sobre liderazgo, comunicación y futuro del trabajo.
¿Qué implicaciones legales tendría la reducción de jornada en los convenios colectivos y en los contratos ya vigentes?
Mónica de Andrés Martínez – abogada
Aunque pueda parecer que su ejecución vaya a ser sencilla, la realidad es que no va a ser así. Su puesta en marcha no puede ser automática desde que se apruebe y publique la Norma.
Los convenios colectivos deberán actualizarse para amoldarse a la nueva jornada máxima semanal. Ello supone que se deban contemplar nuevas distribuciones de turnos y jornadas. Por lo tanto, se deberán ajustar las jornadas anuales máximas que cada convenio contempla. Hay que tener en cuenta que no todos los convenios se van a ver afectados ya que muchos ya tienen jornadas menores.
En cuanto los contratos de trabajo, aquellos que estén firmados “a jornada completa”, dicha jornada quedará reducida sin que el salario se vea minorizado. No obstante, su distribución quedará igualmente supeditada o bien al convenio o bien a acuerdo con la empresa. En cuanto a los contratos firmados a jornada parcial, lo más probable es que mantengan esa jornada y distribución, con la consecuencia de que esa parcialidad es superior (por ejemplo, antes un contrato a 20 horas era un 50% de la jornada, pero posteriormente será a 53,33%).
Lo mismo ocurriría con las personas que tengan reducción de jornada por guarda legal, cuyo porcentaje de reducción puede que varíe, salvo que la norma afecte a esta materia y quede igualmente modificada.
¿Cómo crees que la reducción de la jornada laboral podría influir en la productividad y la competitividad de las empresas en tu sector?
Beatriz Arias Gago – directora de transformación digital en DigitalES
Es fundamental contar con herramientas de diagnóstico que permitan tomar una decisión fundamentada y apoyada por datos. No es casualidad que la propia Unión Europea esté buscando dotarse de tales herramientas-dentro del programa Horizonte Europa- mediante la convocatoria reciente para proyectos de investigación que evalúen los impactos de esa medida en al menos dos de estos tres ejes: económico, social, ambiental.
El sector de la digitalización es quizá privilegiado por cuanto su resultado no está ligado al lugar físico de desempeño. Cuando la variable de ubicación no es tan relevante, podemos considerar otros factores que influyan más directamente en la productividad: por ejemplo, la capacidad de dirigir equipos virtuales y convertirlos en altamente competitivos. Cuando este alto rendimiento está basado en la repetición, estamos cometiendo un error, pues para esas tareas ya están las nuevas máquinas, que en este caso son los algoritmos.
Si esto libera tiempo de la fuerza laboral humana, estamos indefectiblemente ante una posibilidad de reducción de jornada. Pero la respuesta no es unidimensional. Tenemos que pasar de modelos de operación aún basados en la especialidad y la repetición a modelos ágiles enfocados en la innovación. Es decir, la innovación debe ser una cultura de empresa que define otro modelo organizacional y operativo. Pensar en la reducción de jornada como una mera reducción de costes sin incluir la innovación en la gestión del cambio, puede producir el efecto totalmente opuesto al deseado, perdiendo competitividad a la larga.
«Pensar en la reducción de jornada como una mera reducción de costes puede producir el efecto totalmente opuesto al deseado»
¿Qué crees que está en juego cuando se discute sobre el tiempo de trabajo?
Raquel Roca – periodista, docente y fundadora de Silver Academy
Lo que está en juego no son las horas, sino la cultura del trabajo. No se trata tanto de trabajar menos sino de trabajar mejor. Según Eurofound, más del 78% de los empleados europeos desean modelos laborales más equilibrados que integran bienestar y desarrollo profesional. Ese dato refleja algo profundo: la necesidad de redefinir el contrato social del trabajo.
La verdadera transformación no es de relojes, sino de mentalidades. Pasar de medir la productividad por el tiempo a hacerlo por la contribución, el propósito y la calidad del resultado. El futuro del trabajo no se juega en cuántas horas dedicamos, sino en cómo y para qué las usamos.
«Lo que está en juego es la cultura del trabajo. No se trata tanto de trabajar menos sino de trabajar mejor»
Mónica de Andres Martínez – abogada
En mi opinión, la intención es mejorar las condiciones de las personas trabajadoras ya que, y lo digo como trabajadora, estamos dedicando muchísima parte de nuestras vidas únicamente al trabajo. Si mejoran esas condiciones, el bienestar de las personas trabajadoras sin duda va a mejorar y ello conllevará una mejora en el rendimiento.
De hecho, hay muchas empresas que lo han llevado a cabo de forma voluntaria. Y en mi opinión esto puede conllevar a una mayor igualdad entre hombres y mujeres, padres y madres, a la hora de asumir cargas familiares al tener una carga laboral más ligera.
Pero la realidad empresarial que vivimos no solo opera con grandes empresas, las cuales, en mi opinión, a corto/medio plazo, solventarán el problema sin apenas repercusión. Hay un gran entramado de pequeñas y medianas empresas donde la puesta a punto va a suponer una problemática más difícil de resolver.
¿Puede la automatización y la inteligencia artificial ser aliadas para implementar con éxito una jornada más corta?
Beatriz Arias Gago – directora de transformación digital en DigitalES
Tal y como publicó DigitalES en su Libro Blanco de Inteligencia Artificial Generativa, 2024: «La reciente introducción de la IA en el mundo laboral supone un cambio de paradigma en la forma de trabajar«, encargándose de las tareas repetitivas y que aporten poco valor a los que las realizan. Si a esto añadimos su capacidad de manejo de grandes volúmenes de datos en tiempos record y con una tasa de error cada vez más baja, estamos ante un nuevo espacio de colaboración, ya no sólo interdepartamental o interpersonal, sino también con un nuevo interfaz persona-máquina como parte natural de la organización del trabajo.
Mediante la automatización de procesos rutinarios, la optimización de la gestión de recursos, el apoyo a la toma de decisiones mediante análisis predictivo y la personalización de ritmos y cargas de trabajo, la IA permite concentrar el esfuerzo humano en actividades más creativas, estratégicas y relacionales, reduciendo el estrés y aprovechando mejor el talento disponible.
Esto permite sostener o incluso aumentar la producción en jornadas más cortas, de modo que la reducción del tiempo de trabajo no es una pérdida de capacidad productiva, sino una reconfiguración inteligente del trabajo que aprovecha mejor el capital humano y tecnológico.
«Estamos ante un nuevo espacio de colaboración, ya no sólo interdepartamental o interpersonal, sino también con un nuevo interfaz persona-máquina»
¿Crees que una reducción de horas puede ser compatible con un modelo laboral más flexible y orientado a resultados? ¿Por que?
Raquel Roca – periodista, docente y fundadora de Silver Academy
Sí, y de hecho creo que esa compatibilidad es el corazón del nuevo paradigma laboral. La experiencia postpandemia demostró que menos control y más confianza genera equipos más productivos y comprometidos. El modelo orientado a resultados —propio de las culturas más flexibles y knowmad— se basa en la autonomía, la responsabilidad y el foco. Varios países europeos ya están experimentando con éxito reducciones de jornada. En Islandia, los ensayos entre 2015 y 2019 mostraron que una semana laboral de 35-36 horas mantenía o incluso aumentaba la productividad. Hay mas ejemplos.
Insisto en lo importante: trabajar menos horas no significa rendir menos horas, al igual que trabajr mas horas nunca ha significado rendir mas o rendir mejor. Somos seres biológicos. Trabajar menos horas haciendolo con efectividad significa hacerlo con mayor enfoque, estrategia, nuevas metodologias adecuadas a esta era, bienestar y sostenibilidad emocional. La ecuación del futuro pasa por combinar tiempo de calidad, propósito y empleo consciente.
¿Consideras que la legislación laboral española avanza al ritmo que necesita la realidad del trabajo actual?
Mónica de Andres Martínez – abogada
Creo que últimamente se han llevado a cabo muchos avances en los derechos laborales de las personas trabajadoras que eran necesarios. Por ejemplo, la subida del salario mínimo, que evidentemente ha mejorado el poder adquisitivo de una gran parte de la sociedad. O bien, las mejoras que ha habido en materia de conciliación familiar.
Pero quizá hay otros aspectos que han quedado olvidados y que en la práctica podrían ser más beneficiosos para las personas trabajadoras, como podría ser mayores posibilidades de teletrabajo o realización de jornadas intensivas en lugar de partidas, ya que, en las grandes ciudades esto implica que se dedique prácticamente 12 horas del día al trabajo, debido a los trayectos a recorrer.
En mi opinión, donde se debería trabajar sería en intentar disminuir la verdadera desigualdad que existe entre las pequeñas o medianas empresas y las grandes corporaciones, que tienen una mayor capacidad de adaptación y de asumir riesgos, y eso afecta también a las personas que trabajan para una u otra.
Por ejemplo, dos personas que trabajan vendiendo zapatos, ambas quieren reducir su jornada por cuidado de menor y prestar servicio solo por las mañanas. Evidentemente, es más fácil para la gran empresa que abre 13 horas al día y tiene 5-6 personas haciendo las mismas funciones, que para una tienda pequeña donde esa persona sea la única empleada.
«Se debería trabajar en intentar disminuir la verdadera desigualdad que existe entre las pequeñas o medianas empresas y las grandes corporaciones»
Desde tu perspectiva, ¿qué tipo de relación entre empresas y trabajadores podría emerger si se aprueba una jornada más corta?
Raquel Roca – periodista, docente y fundadora de Silver Academy
Podría emerger una relación más madura, colaborativa y basada en la confianza mutua. Si se gestiona bien, y esto es un compromiso por todas las partes, la reducción de jornada puede ser una palanca de madurez empresarial y humana. Un modelo de trabajo más consciente favorece también la Silver Economy, porque permite carreras más sostenibles y una integración intergeneracional más equilibrada. Trabajar menos horas no es una pérdida, sino una ganancia en calidad de vida, retención del talento y cohesión organizativa. La productividad del futuro no se medirá en horas, sino en impacto, bienestar y propósito compartido.