No sé si recordarán la película La teniente O’Neill, protagonizada por Demi Moore, que gira en torno a cómo Jordan O´Neil, se convierte en la primera mujer de una unidad de élite del ejército estadounidense. Integrada tras las presiones de una senadora del Congreso Norteamericano, nadie espera que consiga superar un régimen de entrenamiento severísimo, que hace abandonar al 60% de sus compañeros masculinos, pero O´Neil lo hace.
Sin embargo, a lo largo de su entrenamiento, va adoptando las actitudes, comportamientos e incluso expresiones de sus compañeros varones, de forma que, al final, se ha convertido en “uno” de ellos. Supera el reto y demuestra como una mujer es capaz de competir con éxito en un entorno masculino, pero asume para ello pautas de comportamiento característicos del varón.
La sociedad tribal
Y es que en muchas ocasiones la integración en un grupo social pasa por la asunción de sus reglas o comportamientos. Desde la adopción de determinadas formas de vestir, expresarse o comportarse hasta incluso iniciarse en el consumo de drogas o la práctica de conductas violentas.
¿Va a caer la mujer en los mismos errores que los hombres? No parece que ése sea el camino adecuado…La tribu impone su “cultura”, su forma de hacer y los aspirantes a integrarse en ella deben demostrar que han asumido sus reglas. Alcanzar una posición de liderazgo requerirá frecuentemente una exacerbación de comportamientos, en lo que a la adopción de las normas de conducta de la tribu se refiere.
Por tanto, en una sociedad predominantemente masculina donde abundan las maneras machistas, la mujer que busque ocupar su lugar en ella, tiene ante sí un dilema: o promueve un cambio radical o asume las reglas que desde la visión mayormente masculina se han establecido.
En una sociedad predominantemente masculina donde abundan las maneras machistas, la mujer que busque ocupar su lugar en ella, tiene ante sí un dilema…No cabe duda que el camino a seguir debe ser la primera alternativa: que la mujer conquiste posiciones relevantes porque puede y lo merece, pero no renunciando a sus valores femeninos; muy al contrario, aportando una visión como mujer que ayude a instaurar una nueva sociedad y a superar las carencias que el enfoque, predominantemente masculino, han generado.
La masculinización de la mujer
Sin embargo, como en el caso de la teniente O’Neill, no es infrecuente encontrarse con mujeres que se comportan como el más machista de los hombres. No sólo en el mundo laboral. A nivel social se toleran o festejan comportamientos en mujeres, duramente reprobados cuando se dan en hombres.
Se asume la utilización del hombre como objeto en la publicidad y a nadie extraña que en un concurso al que concurren jóvenes bien parecidos, la presentadora manosee a los atractivos candidatos que posan en traje de baño. En definitiva, se adoptan por la mujer pautas machistas que la hacen parecerse al hombre, se comporta como un macho más.
¿Será fruto de esta tendencia la proliferación del tabaquismo en las mujeres, los episodios de violencia entre chicas, el trato vejatorio de algunas ejecutivas hacia sus colaboradores? ¿Va a caer la mujer en los mismos errores que los hombres? No parece que ése sea el camino adecuado.
En conclusión
La batalla de la mujer por ser reconocida y ocupar el lugar que merecidamente le corresponde, no puede ganarse a costa de renunciar a los valores intrínsecamente femeninos. Es la mujer quien tiene que transformar a la sociedad y no al revés. De lo contrario, el machismo habrá triunfado una vez más.
*Rafael de Sádaba es Ingeniero de Telecomunicación/Consultor. Ex-directivo de Telefónica, hoy es colaborador del Área del Conocimiento de Fundación Telefónica y Miembro del Consejo Asesor de Media Responsable.
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