Ellas, somos todos

A punto de dejar de ser el Hombre Murciano del Año por su trabajo a favor de la igualdad, el autor de este artículo mostraba su agradecimiento a la vez que confesaba grandes desilusiones porque pensaba que a partir de ese reconocimiento autoridades políticas y sociedad en su conjunto entablarían un debate acerca de sus puntos de vista y propuestas.

*Por Javier Ortega Cañavate


Mi posición no es muy evidente, pero tampoco es tan complicada de entender: bajo la violencia contra cada mujer se esconde una violencia social generalizada contra las mujeres que se asienta sobre un sistema cultural de valores en el que lo femenino se configura de forma subordinada y dependiente a partir de lo masculino.

¿Quieren una muestra de la veracidad de mi planteamiento? Nada mejor para ello que hacer referencia a las estadísticas nacionales e internacionales que hablan de la situación de la mujer en el mundo. Sueldos más bajos: entre un 13% y un 20% en la Unión Europea (en España un 17%). Jornadas laborales dobles: el 98,22% de las mujeres con jornada parcial afirman que es para dedicarse al cuidado de familiares. Presión social estresante para que asuma su doble papel de madre-cuidadora y profesional adecuada: el 56,6% de las mujeres directivas afirman que sus parejas les presionan para que trabajen menos horas y le dediquen más tiempo a la familia. Poquísimas mujeres en cargos directivos: el 6% de los Consejos de Administración de las grandes empresas son mujeres.

¿Necesitan más datos para darse cuenta de que el problema de la violencia contra la mujer es un problema universal que tiene que ver con su condición subordinada en todas las esferas de la realidad?Y si hablamos de violencia los datos son palmarios: Violencia cotidiana contra la mujer: 39.931 mujeres han sido víctimas de abusos, acosos y agresiones sexuales entre 2002 y 2007 (estos datos son sobre denuncias y de la demarcación de la Guardia Civil) y unas 300.000 mujeres son violadas al año en Europa. Aumento de los feminicidios en todas las partes del mundo: digan lo que digan el 2008 ha sido el año con más mujeres muertas por sus cónyuges, 74 como mínimo. Legislaciones en retroceso: Pakistán acaba de adoptar la Ley Islámica. Etc.

¿Necesitan más datos para darse cuenta de que el problema de la violencia contra la mujer es un problema universal que tiene que ver con su condición subordinada en todas las esferas de la realidad?

El caso es que desde un año se han multiplicado las comparecencias y las voces (adecuadas e inadecuadas) en torno al problema de la violencia contra la mujer y, así, podemos escuchar en un foro público a nuestra directora del Instituto de la Mujer decir que vamos a acabar con la violencia doméstica, y quedarse tan tranquila. Pero tan pasmosa como esa afirmación resultó la actitud del auditorio, porque a nadie se le ocurrió preguntarle: señora directora del Instituto de la Mujer ¿sabe usted realmente de lo que está hablando? Evidentemente, nuestra directora, así como la gran mayoría de la ciudadanía, tiene, por ignorancia o desinterés, una visión insuficiente y simplista de la violencia doméstica que se genera a partir de una concepción excesivamente psicoterapéutica y judicial del problema, y cuyo resultado radica en reducir el fenómeno de la violencia contra la mujer a su dimensión más subjetiva.

La regla general consiste en olvidar o eludir los datos como los hace un momento, y su relación con la violencia contra la mujer.De este modo, seguimos creyendo que este fenómeno es ‘tan sólo’ un problema que tienen algunas mujeres con algunos hombres, por lo que basta una intervención directa sobre las personas implicadas para solucionarlo.

A modo de ejemplo, observen cómo en todos los coloquios, o en la inmensa mayoría de ellos, sólo se habla de las víctimas de los malos tratos y de los agresores; y sólo cuentan las estadísticas de los asesinatos conyugales, las denuncias y las condenas. Además, en la mayoría de los informes relativos a estas cuestiones, más del 99% hacen referencia a las medidas que tienen que ver con la protección y la persecución, pero no hablan de la prevención. La regla general consiste en olvidar o eludir los datos como los hace un momento, y su relación con la violencia contra la mujer.

Evidentemente, las intervenciones judiciales y psicoterapéuticas son absolutamente necesarias, pero no solucionan el problema, ya que no pueden modificar el sistema de valores que contextualiza estas conductas; para eso se necesita programas integrales de intervención a corto, medio y largo plazo como el que yo estoy desarrollando y que implican necesariamente a todos los estamentos de la sociedad, desde la clase política hasta la familia, pasando por los medios de comunicación, la empresa y la religión y finalizando en el sistema educativo.

Pero mientras tanto, una advertencia: si seguimos sin mirar más allá de lo evidente, la mujer seguirá siendo un colectivo que necesita especial protección.

*Miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia

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