Amelia Valcárcel, catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED, ha denunciadoen Ágora, el debate peninsular que organiza el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas de la Junta de Extremadura, la escasa presencia de las mujeres españolas en lugares de decisión de cinco ámbitos que ella considera muy importantes: el poder económico, financiero y empresarial; el mundo universitario; las instituciones de relieve como academias o museos; la religión; y los medios de comunicación.
"La presencia de mujeres en las cúspides del conglomerado económico-financiero-empresarial ronda el 2%-3%. En lo que se llama saber poder, es decir, en las universidades y otros centros docentes hay un gran número de mujeres en el alumnado, pero no en los puestos de decisión. Sólo el 12% de los catedráticos son mujeres, a pesar de que ya representamos el 60% del alumnado universitario en España. Y este número sigue creciendo, lo cual va a originar cambios, pero no sabemos cuáles. En otras instituciones de relieve, como academias y museos, o el mundo del cine y de las artes plásticas, la presencia femenina es inapreciable. Lo mismo ocurre en el ámbito religioso. En los medios de comunicación, apenas el 4% de los directores y redactores jefes son mujeres. Es una presencia escasísima", ha argumentado Amelia Valcárcel en el inicio del curso “Llegar y quedarse”.
Amelia Válcarcel hizo un repaso de la historia del movimiento feminista en España, desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Mencionó la labor del padre Feijóo, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor y, más recientemente, de Carmen Romero y Matilde Fernández, entre otras personalidades.
"A partir de los años ochenta, se produce en España una confluencia entre el feminismo radical y el de los partidos políticos. Esta cuestión se cierra en los noventa. La agenda feminista asume posiciones de Gobierno. El feminismo es un asunto de poder, no de mérito, porque el mérito ya lo hemos demostrado. No es fácil esto de nacer chica. Aquí es un desafío. En otros países del planeta, es una tragedia, un desastre", ha declarado la catedrática de la UNED, que ha citado grandes cuestiones pendientes como la explotación sexual y el tráfico de mujeres, la violencia de género o la desigualdad salarial respecto a los hombres.
La realidad portuguesa
Desde la perspectiva de Portugal, Manuela Tavares, doctora en estudios de mujeres de la Universidad Abierta de Lisboa, ha criticado en el Foro Ágora el "conservadurismo social y político" de su país, que provoca, en su opinión, que cuestiones como el feminismo, la sexualidad o la violencia de género "tarden tiempo en entrar en la agenda política".
Según esta experta, falta debate y reflexión en su país sobre la cuestión feminista. "Tras la Revolución del 25 de abril de 1974, que puso fin a la dictadura, la palabra feminismo no formó parte del vocabulario político. No existía masa crítica para generar ese movimiento. La lucha por lograr un salario igual por un trabajo igual fue una de las primeras reivindicaciones de la democracia. El aborto y la violencia de género fueron apartados de las prioridades políticas. Por fin, en 2007, después de 33 años de una larga lucha, se consiguió la despenalización del aborto", ha recordado Manuela Tavares.
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