La igualdad cansa y la realidad agota. Voy en busca de símbolos que iluminen la confusión reinante. Hablando de reinos, renuncia un Papa, el primero en 7 siglos, pero no hay mujeres ¨papables¨ y mientras la política agoniza, la monarquía española anda como la salud del rey: renqueante. Los desahucios cuestan 5 vidas en 7 días y la gente sale a la calle confiando en que la escuchen.
Política, monarquía, papado…es como ¨la estructura en espejo¨ literaria sólo que esta es nuestra vida y la ficción está para leer o ver en cine o en tv. El catedrático Juan José Solozábal habla de la opacidad democrática y dice que también la monarquía debería incluirse en la ley de transparencia.
Hablo con directivas y directivos de grandes compañías que tienen claro que ya no es posible seguir haciendo las cosas como hasta ahora. Y me pregunto ¿cuánto escucharán sus presidentes esas voces?
La realidad se empeña en lo contrario, pero yo todavía tengo el buen sabor de boca que me dejó recibir uno de los Premios Dintel Alta Dirección, en el Ámbito de la Promoción de la Mujer por Mujeres&Cía. Festejo la tenacidad de Jesús Rivero, presidente de la fundación y recuerdo, de su discurso optimista, uno de sus tantos guiños literarios, echando mano al diccionario de anécdotas y dichos de Rubén Gil: «Si estás llevando una vida sin fracasos es que no estás corriendo los suficientes riesgos«.
Salgo a la calle en un día brillante de sol: la nebulosa y tóxica información del último telediario, es una pesadilla que se evapora. Me encuentro con gente que tiene su batalla diaria para que la RSC pase de ser una sigla que hay que incorporar por corrección política a un concepto militante. Son los que creen que no sólo es mejor para la gente sino que pueden probar que se traduce en resultados para la compañía.
Hablo con directivas y directivos de grandes compañías que tienen claro que ya no es posible seguir haciendo las cosas como hasta ahora. Y me pregunto ¿cuánto escucharán sus presidentes esas voces? (la de quienes tienen el deber de recoger la realidad para que la empresa de los golpes de timón que necesitan). Hoy todo apunta ¨al producto¨ y a los resultados. Normal en tiempos como estos. Lo que no es normal es olvidarse que producto y resultados, no son posibles sin la gente que los produce y los consume.
Recuerdo la ¨obsolencia calculada¨, esa invención del mercado que tiene dispuesta la duración de aquello que compramos y consumimos para que no dure demasiado y se abran otros ciclos de consumo. Pienso en la obsolencia del poder tal cual lo vemos hoy.
Así no hay manera, dice mi gurú, aquí no renuncia nadie. Me recuerda los dos tomos de ¨Sí, ministro¨y se enciende como un fósforo porque en España esto no funciona: ´Los ministros están como fusibles, para ¨saltar¨ cuando es necesario y alargar la vida del presidente´. ¨Ya¨ -le digo con la mirada perdida- y desdeño sus quinielas sobre los presuntos implicados de los próximos terremotos políticos, porque en el bar empieza a sonar ¨Tanto¨ de Pablo Alborán y el aire se aligera.
De la política local -miro absorta a Rubalcaba y me pregunto qué destino hubiera tenido Carme Chacón en su lugar- voy al intríngulis transnacional sobre otro destino: el de Europa.
Si quienes tienen el poder tuvieran más sentido común y mayor disposición de escuchar, se darían cuenta de que las metáforas son formas de avisar que tiene la realidad. Y que en tren de abolir, la política, por rabia y por cansancio, va hoy primera
en la cola.
Dice el escritor Jorge Edwards que asiste a un encuentro de pensadores -me alegro de que esté allí Julia Kristeva para contradecir que sólo son varones los que piensan- y que Bernard Henri Lèvy, explica el caos actual porque no han amado suficiente a Europa. Reinventar, refundar, reconstruir…hoy parece que todas las palabras que suenan en los foros de discusión empiezan con la sílaba RE.
Entiendo al escritor chileno perdido entre iphones y tablets, cuando dice que no está para peroratas y que prefiere hundirse en el sillón de lectura y abolir al público, a los que debaten, a la sala entera con sus maquinarias electrónicas…
Si quienes tienen el poder tuvieran más sentido común y mayor disposición de escuchar, se darían cuenta de que las metáforas son formas de avisar que tiene la realidad. Y que en tren de abolir, la política, por rabia y por cansancio, va hoy primera en la cola.
Por suerte el día tiene sus momentos altos. Silvia Leal, Directora Académica de los Programas de Tecnología del IE y mentora en The Women Station, me invita a dar una conferencia en el IE, que titulo ¨Por qué toca emprender¨.
En la sala sólo hay 5 chicos, y yo, que descontaba que tendría público mayoritariamente femenino, respiro profundo y espero en calma. En 10 minutos la sala está a tope y allí veo, como en la calle, rostros de mujeres y varones expectantes.
Hablo de la importancia de la innovación, de las herramientas con las que contamos y que han democratizado la información, y de la necesidad de buscar un espacio propio. No sólo para el conocimiento, sino para definir a dónde vamos, de qué manera y con quién. Cuento mi experiencia emprendedora que empezó a los 18 años, e intento expresarles que no hay edades si una idea te apasiona. Que sirven también las ideas ajenas a la hora de seguirlas con convicción. Hablo de cómo desarrollar el músculo emprendedor y de la importancia de tener un plan B, para en una empresa ajena y aún en la propia, poder elegir con libertad.
Preguntan más los chicos, pero ellas también se animan. El tiempo pasa veloz porque me entusiasma lo que cuento y tengo la certeza de que puedo aportar experiencia para que los caminos se hagan menos densos.
Me agradecen la mirada realista pero positiva. Que no de recetas envueltas sino que anime a elegir y a tomar riesgo.
Un joven me saluda con efusividad y me dice que se siente identificado con gran parte de lo que he dicho. Un hombre que se está reinventando, dice que he dado en el clavo cuando recomiendo que elijan bien la pareja con la que compartirán su vida, que busquen el consenso en las elecciones y se impulsen en aquello que sueñan.
Un hombre mayor me consulta si soy coach. Cuando le digo que no, pregunta si en The Women Station, tenemos coachers o psicólogos que puedan ayudarlo en el difícil momento que atraviesa. Le digo que sí. Que llame. Que venga.
Salgo a la calle y el mundo me parece más amable, más humano, menos raro.