"Y las prostitutas os precederán en el reino de los cielos"
Jesús de Nazaret
No ofende el que quiere sino el que puede. El diario iraní Kayhan ha calificado de "putas francesas" a Carla Bruni y a la actriz Isabelle Adjani por salir en defensa de la iraní condenada a lapidación. Si a mí unos bárbaros que matan a pedradas, se inmolan, asesinan indiscriminadamente a los que no piensan como ellos, maltratan, secuestran y desprecian a las mujeres sistemáticamente me insultasen, estaría de enhorabuena: sería signo inequívoco de que me encuentro en las antípodas de su parecer.
La muerte por lapidación es injustificable, escudarse en la religión para hacerlo es macabro. Cargar a alguien con un asesinato sobre sus espaldas para justificar esa aberración cuando el caso ha alcanzado repercusión internacional, simplemente inhumano.Ya está bien de tanta "corrección" política -equiparable a cobardía- y de tanta Alianza de Civilizaciones -sinónimo de estrategia marketiniana con fines electoralistas-: comencemos a decir en alto lo que casi todos pensamos o comentamos en voz baja. ¿Qué ocurriría si desde Occidente ofendiésemos en grandes titulares a alguna de las esposas de los Jefes de Estado de países musulmanes? La finalidad de los salvajes que acusan a estas dos señoras de inmorales es atacar a la mujer occidental LIBRE.
Porque si tachan de meretrices a las féminas con criterio propio, que utilizan su libertad de expresión para defender lo que consideran justo, que dirigen las riendas de su vida y que mantienen las relaciones personales que les parecen oportunas, entonces yo -y la mayoría de las mujeres que tengo el placer de conocer- somos unos putones verbeneros de récord Guinness. Y a mucha honra: aquí las mujeres tenemos libertad de pensamiento, de palabra, de obra, de acción y hasta de omisión.
Ya hay que tener caradura para insultar a una mujer debido a sus relaciones, cuando los que vierten tal improperio las coleccionan en harenes como meros objetos para su uso y disfrute, o venden por dos duros a sus hijas preadolescentes al primer postor para un matrimonio de conveniencia. Para completar el cuadro asesinan a homosexuales, lapidan a adúlteras, y encima, se creen con derecho a darnos lecciones de moralidad. ¿Para provocarnos? Posiblemente. Aunque creo que este debate trasciende el binomio machismo-feminismo para alcanzar de pleno la lucha por la defensa de los derechos humanos en las regiones en las que se los pasan por el forro.
La muerte por lapidación es injustificable, escudarse en la religión para hacerlo es macabro. Cargar a alguien con un asesinato sobre sus espaldas para justificar esa aberración cuando el caso ha alcanzado repercusión internacional, simplemente inhumano. La sociedad que permite -y participa- en una muerte a pedradas y no se rebela, es cómplice. Los que disponemos de la oportunidad de denunciar públicamente y no lo hacemos, también. El islamismo radical es equiparable a brutalidad, intransigencia, fanatismo, intolerancia… Ni hay que mirar para otro lado, ni debemos callar, ni mucho menos, dorar la píldora a los causantes de daño, sufrimiento, muerte, opresión, y que para más inri, desprecian la figura femenina.
Cierro el artículo de hoy citando de nuevo al nazareno, autor de reflexiones llenas de sentido común; un hombre sabio que presumió de rodearse de todo tipo de mujeres -incluidas prostitutas y adúlteras-, mujeres a las que amaba y respetaba: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". AMEN
PD. La presión internacional ha conseguido detener -por ahora- la lapidación de Sakineh. Pero mientras esta aberración no desaparezca por convicción en el mundo musulmán, la condena global debe persistir.
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