Startups que cuentan con la confianza de los inversores desde el primer momento, provocan un efecto multiplicador que repercute automáticamente en que estas se revaloricen en un mil por cien. Pero esto es algo que no ocurre con facilidad y son muchas las trabas que encuentras en el camino para poder empezar a desarrollar desde cero una idea de negocio.
Si piensas que puedes acceder a financiación bancaria sin más, sin unas métricas, ni históricos, olvídate.
Arrancar un proyecto sin nada o con mucho, dependiendo del enfoque con el que se mire, no es tarea fácil y lo he podido comprobar por mí misma en estos últimos meses, en los que he contactado con más de 40 fondos de inversión y algunos ‘business angels’, sin exagerar.
Vengo de dirigir empresas que, por suerte, siempre han contado con excedentes de tesorería, lo que les permitía arriesgar en nuevos proyectos. Entonces, llamaba a una entidad financiera o a fondos de inversión y todas las respuestas eran positivas. Y llegaba a acuerdos y asociaciones con otras empresas que se resolvían con dos o tres reuniones, sin mayor complejidad.
Algo más que buenas ideas para poder emprender
El emprendimiento viene gozando de una buena imagen pública desde los peores años de la crisis. Años en los que los altos datos de paro y la falta de perspectiva de futuro hicieron aflorar la idea de que cualquiera que tuviera una gran idea podía emprender. Pero deberíamos ser honestos con nosotros mismos y matizar esta afirmación.
El emprendimiento hay que meditarlo, tener una idea clara del producto o del servicio, identificar el valor añadido frente a la competencia y contar con el ‘cash’ de los primeros meses de financiación. Esta es una manera de demostrar al mercado que el emprendedor cree al cien por cien en la idea. De lo contrario, será una misión compleja y a veces imposible.
Si piensas que puedes acceder a financiación bancaria sin más, sin unas métricas, ni históricos, olvídate. A financiación pública, sin unas métricas, ni históricos, también, táchalo de la lista. Si lo anterior aún parece poco, hay que añadirle una cosa más, porque si tu idea no la apoya uno de los grandes referentes del sector de las startups a nivel nacional, entonces la batalla se vuelve una tanto más complicada. Tenemos hoy día, un sistema muy endogámico y un circuito de inversores que siempre es el mismo. Las posibilidades de contar con inversión para arrancar una idea de negocio son muy limitadas dado que realmente no existe el riesgo en inversión, sino que se requieren métricas y más métricas.
“Que tu idea esté respaldada por un buen EQUIPO. Al final serán las personas que lo forman, las que pondrán en marcha la idea de negocio”.
Productos que resuelven necesidades
La gran mayoría de las startups reciben la inversión una vez que el modelo de negocio se ha probado y está dando algún resultado. Pero para llegar hasta aquí, hay que trabajar mucho, hay que contrastar el mercado, conocer a los competidores. Pero también es preciso ver la posición en la que se va a encontrar el producto una vez que salga al mercado, las ventajas que tiene frente a los demás y el valor añadido que aporta. En definitiva, se trata de salir con un producto al mercado que resuelva una necesidad. No se trata de crear una necesidad nueva, porque para ello se necesitaría una inversión de millones de euros. Una vez solventado este importante paso, otra de las cosas que hay que tener muy en cuenta es que haya un modelo de negocio coherente, fijarse bien en lo que funciona y lo que no. Y, por último, pero lo más importante, que tu idea esté respaldada por un buen EQUIPO, y sí, en mayúsculas. Porque al final, son las personas que forman el equipo las que van a poner en marcha la idea de negocio.
Lo que nos falta
Llegados a ese punto, para poder seguir impulsando la creación de startups, y más aún, en el momento actual, creo que se deberían articular mecanismos de financiación. Pienso especialmente en emprendedores que tengan un proyecto sólido y coherente, que cuenten con un buen gestor o gestora, y con el respaldo de un equipo que pueda ponerlo en marcha. Creo que es el momento de asumir más riesgos, riesgos controlados por la solidez del plan de negocio. No hablo de asumir riesgos de millones de euros para un solo proyecto, sino del importe necesario para arrancar, que pueden oscilar entre los 50.000 y los 150.000€. Si a esto le sumas meditación, claridad, valor añadido, confianza y equipo… ya lo he dicho, ¡el efecto es multiplicador!