¿Es compatible maximización del beneficio con la puesta en práctica plena de los principios de Responsabilidad Social Empresarial (RSE)? ¿Sacrificaría voluntariamente una empresa parte de sus resultados económicos en aras a la aplicación estricta de políticas responsables hacia todos sus grupos de interés? Permítanme que lo dude.
Juez y parte
Nunca ha sido buena práctica encargar al zorro la custodia del gallinero; aunque parezca desvelarse por el bienestar de las gallinas, su verdadera intención será que estén lo más gordas posible para la hora de comérselas. Tampoco resulta apropiado escoger como juez a quien tiene intereses de parte; salvo para la parte interesada, ¡claro! No en vano separación de operación y regulación, fue uno de los principios de la liberalización del mercado. Así que hay que empezar a preocuparse cuando, una vez más, los apóstoles de la autorregulación vuelven a predicar; sí los mismos que decían que los mercados se regulan a sí mismos y… ¡miren como hemos acabado! Abogan ahora por aplicar ese principio a la Responsabilidad Social Empresarial.
Hay que empezar a preocuparse cuando, una vez más, los apóstoles de la autorregulación vuelven a predicar; sí los mismos que decían que los mercados se regulan a sí mismos y… ¡miren como hemos acabado!El final del sigo pasado y los primeros años de éste han coincidido con una época de progreso económico sin precedentes, con incrementos de dos dígitos de los beneficios empresariales, con una generación de riqueza nunca antes vista. Sin embargo, ese capital no ha revertido en progreso social generalizado. No todos han participado por igual de la fiesta; muchos ni han sido invitados.
El resultado: se han acentuado las diferencias entre ricos y pobres, se ha precarizado el trabajo, se ha devaluado el conocimiento, el bien hacer, primando la especulación y el clientelismo. Como todo esto debe generar mala conciencia, no por haberlo hecho sino por si se nota mucho y no les dejan seguir haciéndolo, viene muy a mano incluir en el discurso eso de “vamos a ser responsables”; a partir de ahí nos encontramos con la Responsabilidad Social Empresarial “hasta en la sopa”.
Seguro que aquellas empresas que utilizan mil triquiñuelas para exprimir a sus clientes, que discriminan a sus empleados, marginan a las mujeres y agreden al medioambiente, no dudan en estar presentes sacando pecho, en todo foro que tenga algo que ver con RSE. Sin duda sus ejecutivas/os habrán incorporado a su discurso su desvelo y preocupación por los sectores más desfavorecidos y vulnerables de la sociedad; mientras se frotan las manos calculando cuánto va a crecer la cuenta de resultados, cuando consigan incorporar estos nuevos segmentos a su cartera de clientes.
De la filantropía al concepto actual de RSE
Algo debió tener que ver la mala conciencia con los orígenes de la RSE. Porque en sus inicios, se centró en la filantropía, el apoyo económico “desinteresado” a causas sociales; después vino el tan manido “devolver a la sociedad lo que se recibe de ella”; luego el marketing social…..para llegar a la RSE de hoy, que predica un comportamiento responsable hacia todos los grupos de interés o “stakeholders”, (incluidos clientes y empleados), en un marco de relación transparente y abierta. Aproximación irreprochable desde el punto de vista teórico. (Algunos sugieren el acrónimo RSE 2.0 para designarla; yo sugeriría la versión 3.0 incluyendo ya la intervención de una entidad regulatoria).
En cualquier caso, lo difícil será pasar de la teoría a la práctica o de un planteamiento de mero maquillaje que disfraza y justifica prácticas dudosas, a otro basado en un proceder responsable como esencia de la gestión y la operación.
Así que a las/os responsables de RSE les queda mucha tarea por delante; tienen que concienciar a la Alta Dirección, a cada departamento de su empresa que lo de ser responsable “no va de farol”. Aunque pueden optar por quedarse en lo fácil, en la fachada, en trabajar por la apariencia; así evitarán muchos sinsabores y malos ratos sí, pero un día se les verá el plumero a ellos y a su empresa. De poco sirve un departamento muy potente de RSE, si ésta no es componente intrínseca de la cultura de empresa y está imbricada en todas las áreas.
La regulación es necesaria, también en la RSE
Y es difícil que a esto se llegue si la única supervisión viene de un escenario de autorregulación, si la parte es a la vez juez, si el concursante ejerce también de jurado. Hace falta una supervisión independiente. No vaya ocurrir como con aquél que pasaba por santo varón y dedicó su vida a trabajar en favor de los niños desarraigados; por el día los recogía y alojaba en una red de albergues creada al efecto; por la noche abusaba de ellos.
*Rafael de Sádaba es Directivo prejubilado de Telefónica y colaborador de Fundación Telefónica. Ingeniero de telecomunicación, experto en TIC y RSE.
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