Hoy quiero recordar y agradecer. No suelo añorar el pasado, porque creo que la vida es un largo recorrido en el que lo que cuenta son los pasos cotidianos y en el que las personas que te acompañan cada día son quienes realmente te ayudan a hacer camino.
Pero hoy sí quiero dar marcha atrás, recordar y agradecer desde lo más profundo de mí a las personas que me han ayudado a ser lo que soy y especialmente a mi padre, un trabajador incansable que con su esfuerzo y dedicación a su empresa y con el apoyo incondicional de mi madre (sin ella nada hubiera sido posible), nos facilitó una vida fácil, sin problemas y segura pero al tiempo llena de desafíos. Cumplía años el día de San Isidro, y lo celebraba comiendo en familia, yendo a los toros y disfrutando de su mujer y sus hijas, con pequeñas cosas y en paz.
Es normalmente cierto que detrás del triunfo y del éxito de la mayor parte de las mujeres, se encuentra siempre "un buen compañero de viaje", en mi caso particular mi marido, que me anima a soñar y me impulsa a crecer.Nos dejó relativamente joven, de repente y sin avisar. Probablemente para no molestar, porque era su forma de vida: Callada y discreta. Y se fue hace quince años sin que me pudiera tan siquiera despedir. Se fue y su recuerdo quedó profundamente grabado en mi corazón, lo mismo que todas sus lecciones, que hoy aplico muchas veces de forma inconsciente pues forman parte indisoluble de mí.
Hace dos semanas, en una charla que dí a jóvenes adolescentes de un Colegio Mayor sobre la lucha de las mujeres para conciliar y poder cumplir sus sueños profesionales y personales, mencioné lo importante que es trabajar, de manera incansable, y luchar por lo que quieres pero también la necesidad de tener a tu alrededor "un equipo" que te arrope y te sostenga para cumplir tus sueños. Sin "ese equipo", sin el apoyo de tu Familia, el camino se hace más doloroso y la meta se percibe alejada al final de un camino lleno de obstáculos.
Es normalmente cierto que detrás del triunfo y del éxito de la mayor parte de las mujeres, se encuentra siempre "un buen compañero de viaje", en mi caso particular mi marido, que me anima a soñar y me impulsa a crecer; comparte "el viaje de nuestra vida" facilitándome el caminar. Él es el cimiento de mis luchas internas e ilusiones y el aliado perfecto para, sin duda, llegar.
Y mis hijos. Tres adolescentes (¿quien dijo que es una etapa complicada para la convivencia y que esta llena de problemas y discusiones familiares?), jóvenes maravillosos que sólo me proporcionan satisfacción y alegría por su forma de ser, su responsabilidad y su sentido de la bondad y que asumen que mi vida, mi profesión y mis inquietudes forman parte de mí. Gracias también a ellos, porque sin su forma de ser mi existencia no seria tan fácil y ellos la transforman en algo simple y sencillo.
Por todo ello me es gratificante en días como hoy recordar y reconocer la labor de la familia, magníficos compañeros en esta larga senda que es la vida. Sin que ello suponga apartar un ápice la vista del horizonte. El camino a recorrer. Los retos que nos desafían. Las metas a alcanzar.
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