Entendida la lucha como el acto voluntario de no rendirse ante nada, me pregunto qué impulsa a algunas mujeres a actuar así. Nuestro cerebro está programado fundamentalmente para sobrevivir, por tanto, esta es la prioridad básica de nuestra especie. Y dado que no se sobrevive igual en todas partes, cada uno lucha a su manera dependiendo de sus circunstancias.
Las mujeres no se rinden ante nada, salvo que fallen las fuerzas o gane la confusión. Y así, en la creencia de que lo que están haciendo es lo correcto, las razones para querer cambiarlo no existen.¿Por qué luchan las mujeres?
Las mujeres no se rinden ante nada, salvo que fallen las fuerzas o gane la confusión. Y así, en la creencia de que lo que están haciendo es lo correcto, las razones para querer cambiarlo no existen, por lo que no hay que luchar y se acabó el invento. ¡Mundo perfecto!
La cosa cambia cuando se embarcan, consciente o inconscientemente, en estados que las lleven a situaciones de necesidad. Más o menos acuciantes dependiendo del caso. Para las que no tienen hijos, garantizarse la subsistencia a su medida es su prioridad, para empezar. Para las que los tienen, la cosa cambia.
Mujeres mileuristas, solas con hijos
Esta clase de mujeres si consigue cruzar el umbral de garantizar y garantizarse una subsistencia digna (a su medida puede llegar a ser un horizonte inalcanzable) no puede relajarse ni lo más mínimo.
No se rinden porque es un lujo que no se pueden permitir. Pero más de una vez les gustaría hacerlo. Se consuelan llorando en silencio y viviendo heroicamente su soledad. No pueden perder el control de sí mismas en ningún caso, y para nada pueden transmitir a los pequeños ni una pizca del trajín que llevan por dentro.
Aparcadas sus inquietudes íntimas y personales, orientan su psique y sus actos a lo único que realmente les importa: los niños y mantenerse a flote. Criarlos, hacerlos fuertes y darles herramientas para que estén preparados para la vida serán sus prioridades contra viento y marea. Y así, emprenderán el largo camino de alimentar, educar, cuidar y amar sin límite.
Aparcadas sus inquietudes íntimas y personales, orientan su psique y sus actos a lo único que realmente les importa: los niños y mantenerse a flote.Carrera de fondo
¡Gran error! Me refiero a lo de los límites. Porque, como decía el cantar: “…lo importante no es llegar primero, hay que saber llegar…”. Y llegar en estos asuntos consiste en verlos sanos, libres, independientes y, sobre todo, felices. Todo esto después de veinticinco años, más o menos, de no bajar la guardia.
Criar a los hijos se convierte hoy día en una auténtica carrera de fondo para todos. Entre dos es tarea arto difícil. Más todavía si sólo hay uno.
Para conseguir correrla con éxito es preciso que la mujer sepa poner límites a todo lo que le rodea. Organizando, dando ejemplo positivo a sus hijos y comunicándose con ellos constantemente. Aprendiendo a decir NO y aprendiendo a delegar. Aceptando que no puede controlarlo todo. Convirtiendo las diferencias en ventajas. Haciéndose respetar, aunque duela. Creando un mundo en el que todos quieran estar. Evolucionando.
El plus del padre
Estas mujeres, luchadoras como las demás, llevan en la frente un plus. Si el padre existe y es conocido por los hijos, deben tener muy claro cuál es el sentimiento profundo de los pequeños con respecto a su progenitor. Comprenderlo, aceptarlo y respetarlo. Es más, si el padre es un buen ser humano (independientemente de sus diferencias con él) fomentando la relación entre ellos, mal que le pese.
Las maniobras emocionales de las madres en estos casos pasan por neutralizar cualquier sentimiento de sufrimiento en los pequeños. Hay que construir niños felices. Arte que no todas tienen.Las maniobras emocionales de las madres en estos casos pasan por neutralizar cualquier sentimiento de sufrimiento en los pequeños. Hay que construir niños felices. Arte que no todas tienen. Sobre todo cuando la división entre los progenitores es más emocional que racional y no goza de buena salud económica. Es un sugerir: llegados a este punto, mejor tomárselo con calma y no dejarse llevar por los nervios.
PS. A cuenta de los nervios y puesto que somos puras emociones, recomiendo que leáis a Elsa Punset: “Brújula para navegantes emocionales”. Editorial Punto de Lectura. Un ejercicio de ensayo buenísimo. Transcribo casi literalmente sus palabras de portada: “…Actualmente vivimos en un mundo que nos abruma con tentaciones y decisiones múltiples y tenemos que decidir en soledad quiénes somos y por qué nos merece la pena vivir. Esta nueva libertad reclama la adquisición de una brújula que nos permita navegar con inteligencia emocional por los cauces imprevisibles de nuestras vidas”. ¡Es genial!
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