Dice mi gurú que está muriendo gente que antes no moría y dedica comentarios sobre todo a ¨la Tatcher¨ incitándome a que me exprese. Yo prefiero recordar otras muertes de hombres y mujeres más inspiradoras. Le pido opinión sobre las palabras de Feijóo cuando se refiere a la vicepresidenta de España como a ¨una madre con un bebé de 14 meses¨ y a la potencia del apellido Clinton, ahora en manos de Hillary y Chelsea.
Dice el referente del PP frente a los escraches «que no se trata de que nos protejamos los políticos, porque luego se tratará de jueces, periodistas, etcétera». Yo diría que son ¨gages¨del oficio, pero me sube la fiebre cuando pienso que no es eso lo más grave, sino el paternalismo esgrimido cuando en lugar de anteponer las responsabilidades y valores de un cargo, se apela a una condición personal. No se me ocurre que frente a un político ¨padre¨, frente a una situación similar, se diga que tal o cual efecto no deseado, como un escrache, no corresponda que se produzca, fundamentalmente «por su paternidad, pongámosle, de dos niñas de 3 y 5 años».
Es un ejercicio útil, cambiar los sexos o el género de las personas cuando se utilizan estereotipos o argumentos de este tenor.
Las cosas van y vienen, pero lo que no hay que abandonar es la posición y firmeza, al mismo tiempo que hace falta la apertura para sumar a quienes aún dudan de que parte de la solución es que TODO, el talento esté en juego, en escena, en valor.Salgo de una reunión con dos directivas jóvenes, llenas de pasión y ávidas por cambiar lo que hay, que me preguntan cómo veo las cosas en la empresa española. ¨Con tormentas esporádicas y mejorando por la mañana¨ les digo y me sonrío.
Las cosas van y vienen, pero lo que no hay que abandonar es la posición y firmeza, al mismo tiempo que hace falta la apertura para sumar a quienes aún dudan de que parte de la solución es que TODO, el talento esté en juego, en escena, en valor.
Abro el periódico en un alto entre reunión y reunión y leo que Hillary Clinton, la secretaria de Estado de EE UU planifica su rumbo y que en su horizonte está la potencial candidatura a la presidencia para 2016.
También aparece en el escenario la figura de Chelsea, su hija, que no descarta la política en su próxima inmediata vida.
Páginas y páginas sobre Margareth Thatcher, me impulsan a la lectura de donde rescato algunos valores que aspiro ver en las mujeres, y que tienen que ver con aspectos personales -la determinación por ejemplo- más que políticos. Las damas de hierro no me gustan. No tienen tampoco que ver con aquello que las mujeres podemos hacer de otra manera.
Prefiero otras referentes, con nuevas maneras de abordar las cosas y dispuestas a darle una vuelta profunda a soluciones urgentes.
Mujeres que aporten valor y otra mirada. Mujeres que propongan otros caminos y que no acepten paternalismos.
Que asuman responsabilidades y den pelea.