En pocos días son las elecciones europeas y probablemente lo que más en mente tengamos es el exabrupto de Arias Cañete y su superioridad intelectual sobre Valenciano. Machismo ¿involuntario? ¿inconsciente?…sobre todo inoportuno, que deja sobre la escena lo que se dice cuando no se piensa y los intríngulis de la verdad-mentira.
En una política devaluada, no extraña, pero se pierde en el camino, la oportunidad del gran debate que la gente espera. En tiempos complejos, que afloren ideas y se de una vuelta a la realidad, debería ser el objetivo fundamental. Sin embargo, aquí estamos, entretenidos en la anécdota.
Me pongo un poco melancólica cuando leo en El país la columna de Juan Cruz, que habla del pasado y la percepción de todo lo que hemos perdido en el camino. Pienso que sí, que como siga todo por el rumbo arduo e incierto que tenemos por delante, el pasado estará de moda porque en el pasado habrá esperanzas que hoy nos cuesta ver.
No todo es igual ni para siempre, asegura mi gurú que se ha quedado enganchado con la última edición de Eurovisión y el triunfo de Conchita Wurst, la mujer barbada que nació hombre y que se puso a todo el mundo en el bolsillo. «Esto es algo» me dice pensativo parodiando a una amiga común que de viaje por la Europa antigua, se paraba en lugares y ante edificios con pinta de importantes y lanzaba profética su sentencia.
No todo es igual ni para siempre, asegura mi gurú que se ha quedado enganchado con la última edición de Eurovisión y el triunfo de Conchita Wurst, la mujer barbada que nació hombre y que se puso a todo el mundo en el bolsillo.
Leo que Ana Ferrer es la primera magistrado de la Sala de lo Penal del Supremo y también que dos periodistas, Natalie Nourgayrède y Jill Abramson hasta la semana pasada, las directoras de dos de los periódicos más importantes del mundo, Le Monde y The New York Times ya no están allí. Fueron pioneras en esos cargos y el anuncio llega el mismo día teñido de la bruma que sigue cubriendo aún hoy, estos y otros sectores. Machismo, imposición, pagos diferentes según los sexos aunque responsabilidades y cargos sean los mismos.
Qué pereza pero qué agravio. ¿Cómo dejar de hablar de ello?
Vivimos en un mundo que va a la deriva en muchas cosas y que de tanto en tanto nos sorprende y nos da motivos para festejar. Dice una gran amiga que la mujer en el poder durará cuando la sociedad haya cambiado y cuando estar allí no implique nada diferente a lo que se encuentran los hombres.¿ La soledad para ambos? Si las empresas cambiaran, también eso empezaría a ser diferente, respondiendo a una urgencia, un reclamo sin sexo.
Me pregunto si tendrá que ver con la soledad el nuevo mercado de «reborn»: bebés que son muñecos pero parecen humanos y que no se hacen para jugar, si no para tapar agujeros de soledad, impotencia, desamparo. Me extraña la solución pero el mercado existe y la artesana navarra Raquel Raquel Yrigoyen ha montado su empresa de bebés «reborn», renacidos, para llenar el nido tras, por ejemplo, el fallecimiento de un hijo. Los muñecos no se compran, «se adoptan» y cada cual tiene su propia nueva vida.
Suena a parche porque algo ha fallado. ¿Por qué no nos basta con el fallido mundo que tenemos? ¿Por qué no nos empeñamos en hacer las cosas de tal manera de poder pelear con nuestras propias armas y recursos contra aquello que nos daña?
Me lo pregunto mientras camino rumbo a una entrevista, en un Madrid, frío y lluvioso, que ha decidido desertar por un rato del verano anticipado.
También el clima tiene sus bemoles.