Según explica Nichole Lighthall, directora del estudio, "en términos evolutivos, quizás es más beneficioso para los hombres ser agresivos en situaciones de estrés cuando el riesgo y la recompensa están en juego. Aplicado a los riesgos financieros, es similar a competir por el territorio o por otros recursos de valor".
Los investigadores pidieron a individuos en un experimento que participaran en un juego llamado ‘tarea de globo de riesgo análogo’ en la que se consigue dinero al inflar un globo (unos 5 centavos de dólar americano por soplo).
Se informó a los participantes que podían conseguir sus ganancias en cualquier momento del juego al pulsar el botón "recoger $$$". Sin embargo, el globo podía explotar si se inflaba más allá de un punto crítico designado aleatoriamente. Si el globo se rompía se perdían todas las ganancias.
Las mujeres del grupo con estrés sólo inflaban el globo una media de 32 veces, más de un 30 por ciento menos que los hombres estresados. Según explica Lighthall, "uno de los aspectos valiosos de esta tarea es su validez predictiva sobre la impulsividad en el mundo real. Era necesario tomar riesgos para conseguir ganancias, pero un exceso se asoció con menores logros". La investigadora señala que existen situaciones en el día a día en las que una conducta de riesgo no resulta beneficioso: "algunas veces ser conservador, juicioso y cauteloso son buenos atributos".
En el grupo control, hombres y mujeres mostraron niveles similares de toma de riesgos, inflando el globo unas 40 veces de media. Sin embargo, las mujeres del grupo con estrés sólo inflaban el globo una media de 32 veces, más de un 30 por ciento menos que los hombres estresados, que inflaban el globo una media de 48 veces.
"Los hombres parecían entrar en situaciones financieras más arriesgadas que las mujeres pero sólo en la situación de estrés observamos diferencias significativas en la conducta de riesgo entre hombres y mujeres", añade Lighthall.
Las experiencias estresantes estimulan la liberación de cortisol, conocido como la hormona del estrés. Los participantes fueron asignados de forma aleatoria a un grupo de estrés en el que debían mantener una mano en agua helada, lo que elevaba los niveles de cortisol, sobre todo en las mujeres.
Según concluye Lighthall, en futuras investigaciones se podría emplear neuroimagen para explorar cómo el cerebro procesa el estrés o examinar si el estrés psicológico, como el que se produce cuando se va a dar un discurso, podrían provocar resultados similares a las del estrés físico utilizado en este estudio.
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