La hora de la gente sencilla

Ni soy aficionado al fútbol, ni me puedo considerar entendido en la materia. Sin embargo he de confesar, que he seguido con ansiedad los últimos partidos de la selección española; he vibrado como el que más ante sus triunfos y ya me son familiares los nombres de sus componentes.

El espectáculo del fútbol mueve masas, levanta pasiones y es, no lo olvidemos, un gran negocio que maneja ingentes cantidades de dinero. Pero el efecto que ha tenido en la población española este recién finalizado mundial, tiene tintes de fenómeno social y plantea un interesante caso de análisis para sociólogos y psicólogos.

Durante unas semanas, nos hemos sentido parte de un proyecto y hemos compartido un objetivo común: el triunfo de la selección española. El apoyo a la marca España, que de forma tan natural se suscita en el ámbito deportivo, llagaba al paroxismo en este mundial, por encima de diferencias políticas, culturales o regionales.

Un equipo para un proyecto
Al final, objetivo cumplido: la selección española se ha alzado triunfadora. Y ha sido un grupo de gente sencilla, cercana, de pueblo, quienes lo han conseguido. Con su entrenador al frente, han dado una lección de cómo diseñar un proyecto y llevarlo a término, cumpliendo objetivos. Si nos fijamos bien, nos ofrecen un referente aplicable en otros ámbitos.

Aunque una cosa es el fútbol y otra la política o la economía, es innegable que todos se apoyan en un concepto, la gestión. Y de la forma de gestionar depende el resultado.

Porque algunas de las competencias habitualmente manejadas en el mundo empresarial para trabajadores y directivos, tales como trabajo en equipo, orientación a resultados, resistencia al cambio y al stress, liderazgo, compromiso, las encontramos claramente en los miembros de la selección y su entrenador. Han sabido trabajar como grupo, sumar esfuerzos, apoyarse mutuamente, compartir el éxito y dejar de lado personalismos e intereses individuales. Y han logrado hacerlo en todas las situaciones, incluso las más estresantes, como cuando tuvieron que hacer frente al juego sucio y violento de la selección holandesa.

No se hubiera sacado tanto provecho de esas competencias si no se hubiese contado con un liderazgo eficaz, como el de su entrenador; también un hombre sencillo y reservado, capaz de poner en valor el potencial individual de cada jugador, agregando y complementando habilidades, para que el colectivo rinda más que la suma de las partes. En definitiva, un caso de éxito obtenido a partir de un dirigente, un equipo multidisciplinar, un proyecto y un objetivo. Componentes, estos últimos, habituales en tantas situaciones del mundo de la empresa y de la política, que si bien comparten el escenario de partida, en muchos casos no tienen un desarrollo similar.

La gestión, la clave
Dirigentes que no saben ser líderes o grupos de trabajo incapaces de crear equipo están detrás de proyectos fallidos y objetivos incumplidos. Y aunque una cosa es el fútbol y otra la política o la economía, es innegable que todos ellos se apoyan en un concepto, la gestión. Y de la forma de gestionar depende el resultado.

Tal vez detrás del apoyo y la entrega incondicional a la causa del fútbol, de una afición cada vez más diversa, esté la necesidad de sentirse parte y asumir como propios los resultados.

La participación de España en el mundial ha conseguido el compromiso de directivos y colaboradores, la entrega incondicional de sus seguidores, que al fin al cabo son sus clientes, la revalorización del producto y el reforzamiento de su marca, ¿no es un modelo de gestión a seguir?

Tal vez detrás del apoyo y la entrega incondicional a la causa del fútbol, de una afición cada vez más diversa, esté la necesidad de sentirse parte de algo, creerse partícipe de su gestión y asumir como propios los resultados. Un proyecto y unos objetivos comunes que motivan e ilusionan, generan satisfacción y dan fruto. Algo que se echa de menos en otros terrenos, sí por supuesto distintos, pero que con otros gestores o diferente gestión no generarían tanta desafección.

Necesitamos que los valores y el saber hacer que han demostrado la selección y su entrenador, estén presentes en aquéllos que elegimos para dirigirnos o gestionarnos. Solo así volverá la ilusión y podremos remontar la crisis.

Mientras tanto, mi más cariñosa felicitación a la selección y a todos sus componentes. Porque aparte de ganar el mundial, han conseguido que quienes no somos forofos del fútbol, también les hayamos seguido y apoyado.

*Rafael de Sádaba es Ingeniero de telecomunicación/Consultor. Experto en TIC y RSE. Ex-directivo de Telefónica.

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