Ayer no termina nunca, cuenta la historia de una pareja que se reencuentra después de haberse perdido "el uno al otro" y haberse perdido "a sí mismos". En la 63 edición de la Berlinale, Isabel Coixet presentó su nueva película: "Una historia de amor de una pareja que se ha querido muchísimo y que ese momento en el que se miraron, que sus caminos se cruzaron en la vida, es un momento definitivo y sobrepasa ese momento incluso de la tragedia que han vivido".
La cinta, que celebra su estreno mundial fuera de concurso en la sección Panorama Special, se desarrolla en el Cementerio de Igualada (provincia de Barcelona), obra de los arquitectos Enric Miralles y Carme Pinós, que según explicó Coixet en rueda de prensa, "es como una estación de autobuses entre la vida y la muerte". "Es una historia de amor de una pareja que se ha querido muchísimo y que ese momento en el que se miraron, que sus caminos se cruzaron en la vida, es un momento definitivo y sobrepasa ese momento incluso de la tragedia (compartida) que han vivido", explicó la cineasta.
La película se desarrolla en el futuro no muy lejano de 2017, porque, según Coixet, "ese pequeño salto al futuro" permite "una cierta distancia para medir las consecuencias", devastadoras en el filme, de lo que se está viviendo actualmente en España.
La película se desarrolla en el futuro no muy lejano de 2017, porque, según Coixet, "ese pequeño salto al futuro" permite "una cierta distancia para medir las consecuencias", devastadoras en el filme, de lo que se está viviendo actualmente en España. "Me encantaría equivocarme, me encantaría que las cosas que se apuntan en la película no sucedieran, que realmente todo cambiara para bien, que esa regeneración moral ocurriera, pero tal como están las cosas ahora no veo que vaya a ocurrir", dijo la cineasta.
"Tuvimos cuarenta años de dictadura, hubo una transición, hubo una democracia, tendremos que reinventar las cosas, tendremos que reinventar una democracia donde no haya tantos cortijos, donde el objetivo primigenio de un partido, que es el bien común, vuelva a ser ese objetivo", subrayó.
Aunque durante mucho tiempo huyó de "una realidad concreta" y "de abordar temas clave en la realidad española", esta vez, aseguró, se hizo "ineludible" e "inevitable", porque "no hay manera de escapar, como cineasta, como espectador, como ciudadano y como cajera del Día" del contexto actual de crisis.
Para Candela Peña, la protagonista femenina del filme", resulta hasta agotador" hablar de la crisis, "una palabra a la que ahora se recurre mucho, porque es inevitable, porque estamos todos metidos". "Pero la película para mí va de otra cosa. Creo que el encuadre es el que es" porque sucede en un cementerio, pero la historia habla de "cómo se enfrenta uno a la misma cosa: este vaso está medio lleno para mí y medio vacío para otro", explicó.
Según Coixet, a pesar de desarrollarse "en el marco de la crisis", es "una historia de una pareja y de cómo se enfrentan a una tragedia y de cómo hombres y mujeres ven las cosas de una manera completamente diferente aún cuando les afecte".
Peña, para quien este filme ha sido como subirse la primera vez a un escenario, reconoce que aceptó el papel antes de leer el guión, porque desde siempre tenía "muchísimas ganas de trabajar con Isabel". "Lo tenía tan claro que cuando escribí el guión puse J, y era Javier (Cámara, el protagonista masculino del filme), y puse C, y era Candela", aseguró Coixet, para quien ambos "están allí, en el Olimpo, con ellos, con los mejores actores del mundo".
El actor aseguró haberse "sobrecogido mucho" tras leer las primeras 25 páginas y que fue para él "una especie de catarsis". "Sí que me pasa con la película que la única vez que la he visto me produce mucho pudor, hay muchos momentos donde me desnudo", dijo. Explicó que Coixet los llamó y les dijo que tenía "una historia urgente, necesaria", que quería "contar ya".
"Me pareció todo como tan urgente y tan necesario para ella, y su pulsión era tan personal, partía y surgía de algo tan íntimo, que no tuvimos ninguna duda. Pero toda esa intimidad nos hizo poner a los tres muchas cosas encima de la mesa antes de empezar la película", agregó. Tanto, que aunque sea "una palabra horrible", agregó Peña, fue "como un vómito conjunto".
Rostro ya habitual de la Berlinale, Coixet compitió en dos ocasiones en la sección oficial con Mi vida sin mí (2003) y Elegy (2008). Además, acudió al festival fuera de concurso con Cosas que nunca te dije (1996) y Escuchando al juez Garzón (2011) y como miembro del colectivo de directores del documentalInvisibles (2007), además de integrar el jurado en 2009.
Para Coixet, estar de nuevo en la Berlinale es como estar "casi empezando de nuevo" y "casi una deuda moral", pues fue el responsable de la sección Panorama, Wieland Speck, quien apostó en 1996 por Cosas que nunca te dije cuando nadie más lo hacía, dijo. "Vuelve a ser una prueba de fuego, y aquí estamos", aseguró.
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