Marta Pérez Dorao. Presidenta de la Fundación Inspiring Girls
Este 20 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Infancia. Una fecha para recordar que la protección, la educación y el bienestar de la infancia deben ser una prioridad global. Porque sigue siendo necesario trabajar por sus derechos, no solo conmemorarlos una vez al año. Este día debe servir para visibilizar los desafíos que aún enfrentan millones de menores en todo el mundo: desigualdad, pobreza, violencia, discriminación o falta de acceso a la educación.
Según UNICEF, más de 120 millones de niñas en el mundo son víctimas de violencia sexual o física, y todavía existen casos de matrimonio infantil o situaciones de esclavitud, como ocurre en Afganistán. A ello se suma que cerca de 129 millones de niñas no asisten al colegio. Es responsabilidad de todos los países garantizar sus derechos humanos básicos, y entre ellos, el derecho a la educación, que es la llave que les permite construir un futuro mejor. Como recuerda ONU Mujeres, cuando una niña accede a la educación, aumentan exponencialmente sus posibilidades de salir de la pobreza y de contribuir al crecimiento de su hogar y de su comunidad.
«Es responsabilidad de todos los países garantizar sus derechos humanos básicos, y entre ellos, el derecho a la educación, que es la llave que les permite construir un futuro mejor»
Brechas que persisten: cuando la infancia aún no es prioridad
Sin embargo, incluso en países desarrollados como España, persisten brechas educativas, especialmente en zonas rurales o de bajos ingresos, debido a la falta de recursos, la discriminación o la inseguridad. Estas desigualdades se acentúan al hablar de competencias digitales, fundamentales para acceder a los empleos del futuro.
Desde Inspiring Girls trabajamos para romper los estereotipos que limitan las expectativas de las niñas y fomentar su confianza a través del ejemplo de mujeres referentes de todos los sectores que comparten con ellas sus trayectorias profesionales y personales. Queremos que descubran todas las posibilidades de futuro y que piensen: «si ella ha podido, yo también puedo». Si conseguimos que crezcan seguras de sí mismas, con autoestima y sin autolimitaciones, estaremos invirtiendo en una infancia más fuerte y, con ella, en un mundo más justo y próspero para todos.

