Día del Cine Español: de Cortesina a Miró, el legado de las pioneras

Cada 6 de octubre, España celebra el Día del Cine Español, una cita que no se limita a rendir homenaje a una industria creativa: es, sobre todo, un ejercicio de memoria. El cine no solo refleja una época, también la moldea; no solo retrata una sociedad, también la cuestiona y la transforma. Y en un país donde la pantalla ha sido testigo de guerras, transiciones y cambios culturales profundos, mirar hacia atrás es también una forma de entender quiénes somos hoy.

Este día conmemora el inicio del rodaje de Morena Clara (1936) de Florián Rey, uno de los grandes éxitos de la cinematografía española, pero su espíritu va mucho más allá de una efeméride puntual. Es una invitación a pensar el cine como un espacio colectivo, tejido por cientos de miradas, voces y decisiones. En esa trama, las mujeres no han sido invitadas tardías ni figuras accesorias: han estado desde el principio, creando, dirigiendo, produciendo y escribiendo la historia del cine con sus propias manos.

Algunas de ellas fundaron productoras cuando el concepto mismo de industria cinematográfica apenas se esbozaba. Otras filmaron en plena dictadura, enfrentando censuras y resistencias con la cámara como única arma. Varias abrieron caminos técnicos y narrativos que hoy se dan por sentados. Todas compartieron una convicción: que el cine era un lenguaje demasiado poderoso como para no hablarlo en primera persona. Recordarlas hoy no es un gesto de justicia simbólica; es reconocer que la historia del cine español no puede contarse sin ellas.

Las pioneras

Desde los albores del cine mudo hasta la transición democrática, las mujeres han sido parte esencial del desarrollo del cine español. Dirigieron, produjeron, escribieron guiones, protagonizaron historias y pusieron en marcha empresas cuando el cine todavía era un territorio por construir. Lo hicieron impulsando innovaciones técnicas, creando nuevos lenguajes narrativos y aportando miradas que transformaron la manera de contar y de mirar. Algunas de sus obras marcaron hitos artísticos, otras abrieron caminos que hoy recorren nuevas generaciones. Todas contribuyeron de forma decisiva a configurar la identidad cinematográfica del país.

Su legado es diverso en formas y contextos, pero tiene un hilo común: la determinación de contar historias propias. Cada una de ellas aportó una mirada singular, marcó un antes y un después y dejó huellas que aún atraviesan el cine actual. Estas son algunas de las mujeres que construyeron los cimientos del séptimo arte en España.

Helena Cortesina (1903–1984): el gesto fundacional

El nombre de Helena Cortesina ocupa un lugar inaugural en la historia del cine español. Nacida en Valencia en 1903, comenzó su carrera como bailarina y actriz en los escenarios, pero su ambición iba más allá de la interpretación. En 1922, con apenas dieciocho años, fundó su propia productora, Cortesina Films, y se puso tras la cámara para dirigir Flor de España o La historia de un torero. Aquel largometraje mudo, del que hoy solo se conservan fragmentos, fue la primera película española dirigida y producida por una mujer.

El gesto de Cortesina fue pionero no solo por la hazaña técnica y artística, sino porque implicó asumir el control completo del proceso creativo y empresarial en una época en la que pocas mujeres tenían acceso a esos espacios. Tras la Guerra Civil, el exilio la llevó a Argentina, donde continuó su carrera en el teatro y el cine, aunque no volvió a dirigir. Su obra, aunque incompleta y en parte desaparecida, sigue siendo un símbolo de origen: fue ella quien demostró que las mujeres podían estar al frente de la producción cinematográfica desde el primer instante.

Día del Cine Español: de Cortesina a Miró, el legado de las pioneras

Rosario Pi (1899–1967): la revolución del sonido

En los años treinta, cuando el cine sonoro transformaba radicalmente el lenguaje audiovisual, Rosario Pi se convirtió en una de las figuras clave del cambio. Actriz, guionista, empresaria y directora, fundó la productora Star Films, desde la que impulsó proyectos ambiciosos tanto por su contenido como por su innovación técnica. En 1935 dirigió El gato montés, adaptación de la zarzuela de Manuel Penella y considerada la primera película sonora española firmada por una mujer.

Rosario Pi no solo dirigió; también concibió un modelo de producción y negocio que permitió a sus películas ver la luz en un contexto político cada vez más convulso. Su segunda obra, Molinos de viento (1938), se perdió durante la Guerra Civil, y parte de su trabajo desapareció entre los escombros de la contienda. Aun así, su huella permanece en la historia como la de una creadora que supo aprovechar las oportunidades de un medio en transformación y situar a las mujeres en el centro de ese proceso.

Día del Cine Español: de Cortesina a Miró, el legado de las pioneras

Ana Mariscal (1923–1995): narrar desde dentro

En plena dictadura franquista, cuando el cine estaba fuertemente regulado por la censura y las mujeres tenían un papel social restringido, Ana Mariscal levantó una filmografía tan audaz como diversa. Actriz reconocida desde muy joven, decidió tomar las riendas de sus proyectos fundando Bosco Films en 1953. Ese mismo año debutó como directora con Segundo López, aventurero urbano, un retrato de la posguerra madrileña que rompía con el tono oficialista del cine de la época.

Mariscal exploró en sus películas los traumas de la guerra, las tensiones morales y los cambios sociales, como en Con la vida hicieron fuego (1959), y llevó al cine obras literarias como El camino (1964), basada en la novela de Miguel Delibes. Su cine no solo fue un ejercicio de estilo, sino también un modo de desafiar las narrativas oficiales desde dentro del sistema, utilizando sus códigos para abrir grietas. Con inteligencia y determinación, demostró que la creación podía ser también una forma de resistencia.

Día del Cine Español: de Cortesina a Miró, el legado de las pioneras

Josefina Molina (1936–): la mirada introspectiva

Josefina Molina representa una nueva etapa del cine español: la de la profesionalización y la reflexión autoral en plena transición democrática. En 1969 se convirtió en la primera mujer en obtener el título de directora en la Escuela Oficial de Cinematografía, un hecho que abrió las puertas a nuevas generaciones. Su cine, profundamente humano y político, se caracteriza por explorar la memoria, la identidad y la intimidad desde perspectivas innovadoras.

En Función de noche (1981), Molina mezcla documental y ficción en un retrato conmovedor de la actriz Lola Herrera y su proceso de transformación personal. Películas como Esquilache (1988), Lo más natural (1990) o La Lola se va a los puertos (1993) revelan su interés por los conflictos individuales y colectivos, por la historia y sus resonancias en el presente. También dejó huella en la televisión con series emblemáticas como Teresa de Jesús (1984). En 2019 recibió el Premio Nacional de Cinematografía, reconocimiento a una trayectoria que cambió para siempre el modo en que el cine español aborda lo íntimo y lo político.

Día del Cine Español: de Cortesina a Miró, el legado de las pioneras

Pilar Miró (1940–1997): poder y transgresión

Pilar Miró encarna la fuerza de una generación que transformó el cine español desde la creación y desde las instituciones. Su debut, La petición (1976), marcó el inicio de una filmografía potente y arriesgada. Con El crimen de Cuenca (1979) rompió tabúes al abordar un caso de tortura en la Guardia Civil, lo que le valió un proceso judicial y el secuestro de la película. El episodio, lejos de detenerla, consolidó su figura como una de las voces más valientes del cine de la transición.

Miró exploró géneros y estilos con una libertad poco común: desde la introspección de Gary Cooper, que estás en los cielos (1981) hasta el romanticismo de Werther (1986) o la estética depurada de El perro del hortelano (1996). Además de su labor creativa, ocupó cargos clave como la Dirección General de Cinematografía y la dirección de RTVE, desde donde impulsó políticas culturales decisivas. Su legado trasciende la pantalla: transformó el modo en que el cine se produce, se gestiona y se imagina en España.

Lo que supone ser pionera

Ser pionera en el cine no ha sido nunca solo cuestión de cronología. Ha significado trabajar sin referentes, construir herramientas propias, sostener proyectos en contextos adversos y abrir puertas que antes no existían. Las cineastas que marcaron el camino en España lo hicieron en medio de guerras, dictaduras, censuras, resistencias sociales y estructuras industriales que no contemplaban su presencia. Y aun así, filmaron.

Lo hicieron sin renunciar a la ambición creativa ni a la complejidad temática. Convirtieron la cámara en un instrumento de expresión personal, pero también en una herramienta de transformación colectiva. Algunas innovaron en lo técnico, otras en lo narrativo, otras en la gestión de la producción. Todas coincidieron en una convicción profunda: el cine era un territorio legítimo para sus miradas. Y gracias a esa convicción, hoy existen generaciones enteras de directoras, guionistas y productoras que continúan su legado.

Celebrar el Día del Cine Español es también reconocer a quienes rodaron esta historia desde el principio. No se trata de añadir nombres olvidados a una lista ya escrita, sino de reescribir la historia con todos sus protagonistas. Helena Cortesina, Rosario Pi, Ana Mariscal, Josefina Molina y Pilar Miró no son excepciones: son cimientos. Sus obras, sus decisiones y su audacia definieron caminos que hoy siguen vigentes.

Recordarlas no es un gesto de nostalgia, sino de futuro. Porque el cine, como toda creación colectiva, se construye sobre las voces que se atrevieron a imaginar lo que no existía. Y si hoy celebramos la riqueza, la diversidad y la vitalidad del cine español, es en gran medida porque ellas, en distintos tiempos y circunstancias, decidieron tomar la cámara y contar el mundo a su manera.

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