Hace unos días tuve que hacer una gestión poco habitual en la oficina central de Correos en Madrid. Por tratarse de un procedimiento que desconocía, pedí ayuda a los operarios que allí se encontraban y, para mí sorpresa, fueron inusualmente amables lo que hizo más fácil que yo también lo fuera con ellos. La comunicación fue fluida y agradable. Salí muy contenta con el trato recibido y, a la vez, sorprendida del mismo ¿Por qué sorprende el trato amable de los demás? ¿Nos hemos acostumbrado a recibir un trato correcto pero frío e incluso antipático y rudo?
La amabilidad es pensar en el bienestar ajeno, es universal y su base es el respeto
a los demás.
La amabilidad es pensar en el bienestar ajeno, es universal y su base es el respeto a los demás. La amabilidad no es servilismo y decir a todo que sí. La persona amable es afectuosa, afable y agradable en el trato.
Se puede ser educado dando las gracias pero con una actitud de indiferencia que transmite antipatía y no mejora la comunicación interpersonal. La amabilidad va más allá de la buena educación porque implica una emoción positiva.
En el ámbito profesional, muchos directivos consideran, erróneamente, que un trato amable a su equipo denota debilidad y falta de autoridad por lo que adoptan un comportamiento rudo y autoritario para reafirmar su liderazgo. Con ello solo crean malestar y barreras en la comunicación. En general, la actitud amable ayuda a limar asperezas y a crear un buen ambiente de trabajo.
Como los estados de ánimo son contagiosos, quien se levanta de mal humor consigue poner de mal humor a toda su familia, a los compañeros de trabajo cercanos, al cliente al que se atiende pero, quizás, alguien le sonría y le trate con amabilidad y su ánimo cambie a partir de ese momento.
Aunque Nietzsche definía como utópicas a las personas que creían en el uso habitual de la amabilidad y el amor, me gustaría que hubiera un día internacional de la amabilidad así como lo hay de un día sin coches, siendo la primera más global puesto que no todo el mundo tiene coche pero todos podemos ser amables. Ese día habría que esforzarse por ser más amables que el resto del año y seguro que alguno descubriría que la comunicación con los demás es más positiva.
Mientras tanto, propongámonos tener en cuenta pequeños detalles en nuestro día a día tales como:
- Sonreír más. La sonrisa es uno de los gestos universales del lenguaje no verbal pues significa lo mismo en todas las culturas.
- Al pasar una puerta, mirar para atrás y, si viene alguien, sujetarla para que al cerrarse no le dé un golpe.
- Permitir el paso al que camina más deprisa.
- Hablar con un volumen moderado para no molestar a los demás y evitar el tono agresivo, si la ocasión no lo requiere.
- Cuando vamos en un transporte público, pensemos en los que acusan más cansancio o tienen menos fortaleza en sus piernas y en su precario equilibrio (embarazadas, ancianos, niños pequeños, lesionados) y cedámosles el asiento.
- Preguntar si necesita ayuda al que baja unas escaleras con dificultad o el que quiere cruzar una calle teniendo su visión reducida.
- Ayudar con las bolsas a una vecina de edad avanzada.
Siendo amables, comprobaremos lo bien que nos sentimos con nosotros mismos y la respuesta positiva de los demás. Seamos todos los días un poco utópicos.
*Cuadernos de comunicación personal. Marzo 2010.
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