Es una de las directoras del Centro Estudios Adams, una empresa familiar que pertenecía a sus padres y de la que se hizo cargo hace quince años junto a sus dos hermanos. Abogada de profesión cuenta en esta nota cómo fue ese paso que la llevó de ser profesional a su rol de empresaria.
Forma parte del Centro Estudios Adams, una empresa creada en 1957 por sus padres, Jesús Pérez Abad y Olvido Ruiz de Valbuena, que empezó como una pequeña editorial de libros jurídicos y hoy es uno de los centros académicos más prestigiosos de España con 5.000 cursos impartidos y 100.000 alumnos formados en los últimos 10 años. Se desempeña allí como consejera delegada desde 1989, cuando sus padres se jubilaron y ella decidió unirse de pleno a la empresa familiar, junto a sus hermanos Jesús y Félix.
Abogada de profesión, María Jesús Pérez Ruiz de Valbuena se ocupa de los asuntos de la mujer desde muy joven, cuando fundó, junto a otras compañeras, la Asociación Universitaria para la Emancipación de la Mujer. También anduvo por la Asociación Democrática de la Mujer donde creó una asesoría jurídica gratuita orientada a la defensa de los derechos de la mujer, y participó como fundadora en la Comisión de Investigación de Malos Tratos a Mujeres.
Hoy haciendo honor a tanta carrera en defensa de la mujer, en el Centro de Estudios Adams las mujeres representan el 70 por ciento de la plantilla; en cargos de alta dirección la cifra de mujeres trabajadoras supone el 47%, y en la dirección total de la empresa, el 57%.
Antes de llegar a la compañía las mujeres eran ya un asunto de su trabajo…
Sí, estuve once años en una despacho de abogadas feministas, que defendían los derechos de las mujeres, el derecho de familia: Eso no quiere decir que éramos abogadas solo de mujeres pero sí que defendíamos fundamentalmente los derechos de la mujer y luego participamos de la reforma Legislativa…Cosas muy interesantes.
¿Le costó dejar esa etapa para tomar la riendas de la empresa familiar?
Es que como tuve ocasión de estar once años trabajando, eso me dio tiempo para hacer muchas cosas. Entonces no me costó mucho. Yo creo que había hecho en esa primera etapa lo que quería hacer. Mis hermanos me convencieron para entrar, porque sabían que yo quería mucho a la empresa. Recuerdo que me decían: “Nosotros somos una empresa que ayuda para formarse, para conseguir trabajos mejores, para ser más felices en la vida, para ser personas más formadas”. Pues eso también me interesaba. No es lo más importante para mí ganar dinero, no digo que no, pero eso no es mi función. En la vida, aparece otro aspecto más personal: yo ceo que las personas nos terminamos agotando… Creo que es bueno tener muchas experiencias, conocer otros mundos, otras personas, otros aspectos profesionales. No tengo porque terminar aquí, le tengo mucho aprecio, pero no le tengo apego… Uno ya sabe desprenderse de las cosas.
¿En el momento que toma la decisión ya tenia formada su familia?
Mis hijos nacieron antes, 83 y 85, y yo entro a la empresa en el 89. En la infancia de mis hijos estoy como abobada.
¿El ser empresaria cambió su relación familiar?
Pues si y no: un profesional liberal tiene mucha dedicación y mucho tiempo pero los tiempos son más organizados. Y una empresaria pues también requiere una dedicación intensa y tiene esa posibilidad de organizar los tiempos. Tienen características muy parecidas. Yo creo que las personas nos condicionamos más que las profesiones y que eso va en cada uno. Y es verdad que no vivo nada tranquilamente.
¿La relación con su marido fue igual de sencilla en su etapa de profesional como de empresaria?
El es abogado como yo, entonces en la etapa de abogada era muy cómodo, y era más entendible. Como empresaria fue más difícil para él porque yo estoy sometida a más reuniones, viajo más. Y eso ha sido más complicado. Si no hubiera sido por él, yo no sé que hubiera hecho en esta vida. Necesitas tiempo para poderla ejercer.
¿Recuerda algún momento crítico que haya puesto en juego su rol de empresaria?
Yo creo que ha habido algún momento de no entendimiento con mi hermanos, mis socios. Fue un momento en que pensé en dejar la empresa, pero luego se superaron esos problemas. También con la muerte de mi padre, momentos difíciles. Si los superas te dan más fortaleza, más estabilidad, más sentido y dimensión de la empresa. Es difícil compaginar familia, trabajo y negocio.
¿Qué es lo mejor de su trabajo?
Trabajar con las personas que trabajo, y luego me gusta lo que hago y cómo lo hago.
¿Dentro de la empresa cual es exactamente su rol?
La empresa se dedica a la formación para el empleo público y privado. Y dentro de esto lo que hago es llevar todo el tema de recursos humanos, llevo también lo que se llama “coordinación pedagógica”, que es la parte más interna. Y también la “formación subvencionada”. Esas son mis tres funciones.
Si le pidieran algún consejo para trabajar en una empresa familiar ¿qué recomendaría?
Yo creo que una empresa familiar no se puede llevar si no te llevas con quien vayas a montar la empresa. Yo no montaría nada si no hay una buena relación. Tiene que ser una relación por lo menos de igual a igual. Lo fundamental es una buena relación familiar y el consejo también sería que se conservara esa buena relación, porque de lo contrario eso termina siendo un problema para tomar decisiones empresariales. Además la familia es algo importante.
¿Sintió alguna vez, en su vida profesional, la dificultad por ser mujer?
En la vida profesional sí, cuando era abogada. Había señores mayores que te trataban regular, con desprecio por el hecho de ser mujer, era discriminación, primero por ser mujer y luego por joven. Pero generalmente, la gente acepta.
¿Cuáles cree que son sus virtudes?
Soy tranquila pero soy una persona dura también. Generalmente uno no suele ser muy critico consigo mismo. Creo que soy una persona trabajadora, en nuestra empresa hay un eslogan que dice: “El trabajo todo lo puede” y yo confío y creo bastante en eso y que muchas de las buenas cosas que se hacen en la vida son el trabajo y el talento. Igual creo más en el trabajo. Con el tiempo te va gustando trabajar menos y te gusta más el talento. Al cumplir los 50, no tengo la misma vitalidad que tenia de joven, cuando era mucho más dura, más consistente, muy trabajadora.
¿Qué virtud le gustaría adquirir?
Me hubiera gustado estudiar algo relacionado con el mundo de la empresa, que es una carencia. Yo creo que esto si me ha hecho falta para dirigir una empresa. De derecho sé, pero de otra cosa nada… Pero tampoco uno tiene tiempo para hacer todo lo que se necesita. De mis virtudes (se ríe) tengo sentido común, y tengo un defecto: soy una persona poco inquieta en cuanto a las tecnologías y avances tecnológicos
En casa de herrero, cuchillo de palo…
Mis hermanos están a la última en todo esto de la tecnología, pero es que yo no tengo inquietud por eso.