Hace más de 20 años la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha evaluado su estrategia de salud para todos en el año 2000 como "la consecución de un nivel de salud que permita llevar a todas las personas una vida social y económicamente productiva". Para el siglo XXI, según la definición modificada de la OMS en 1998, dice: "La educación para la salud comprende las oportunidades de aprendizaje creadas conscientemente que suponen una forma de comunicación destinada a mejorar la alfabetización sanitaria, incluida la mejora del conocimiento de la población en relación con la salud y el desarrollo de habilidades personales que conduzcan a la salud individual y de la comunidad".
Sigue vigente el eslogan de la OMS de 1990: "Pensar globalmente y actuar localmente"
La Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing, 1995) siguió las líneas maestras de la Carta de Otawa (1986) hasta promover el empoderamiento para la salud en la Declaración de Yacarta (1997).
La Carta de Otawa identifica tres estrategias básicas para la promoción de la salud. Éstas son la abogacía por la salud con el fin de crear las condiciones sanitarias esenciales antes indicadas, facilitar que todas las personas puedan desarrollar su completo potencial de salud, y mediar a favor de la salud entre los distintos intereses encontrados en la sociedad.
Estas estrategias se apoyan en cinco áreas de acción prioritarias, contempladas en la Carta de Otawa para la promoción de la salud: Establecer una política pública saludable; Crear entornos que apoyen la salud; Fortalecer la acción comunitaria para la salud; Desarrollar las habilidades personales, y Reorientar los servicios sanitarios
La Declaración de Yacarta (1997) sobre la manera de guiar la promoción de la salud hacia el siglo XXI, confirma que estas estrategias y áreas de acción son esenciales para todos los países. Además, existe una evidencia clara de que:
– Los enfoques globales para el desarrollo de la salud son los más eficaces. Los que utilizan combinaciones de estas cinco estrategias son más eficaces que los enfoques de una sola vía.
– Los escenarios para la salud ofrecen oportunidades prácticas para la aplicación de estrategias globales.
– La participación es esencial para sostener los esfuerzos. Las personas tienen que ser el centro de la acción de la promoción de la salud y de los procesos de toma de decisiones para que éstos sean eficaces.
– La alfabetización sanitaria/aprendizaje sanitario fomenta la participación. El acceso a la educación y a la información es esencial para conseguir una participación efectiva al igual que el empoderamiento de las personas y las comunidades.
La Declaración de Yacarta identifica cinco prioridades de cara a la promoción de la salud en el siglo XXI:
Promover la responsabilidad social para la salud; Incrementar las inversiones para el desarrollo de la salud; Expandir la colaboración para la promoción de la salud; Incrementar la capacidad de la comunidad y el empoderamiento de las personas y Garantizar una infraestructura para la promoción de la salud.
En promoción de la salud, el "empoderamiento para la salud" (Empowerment for health) es un proceso mediante el cual las personas adquieren un mayor control sobre las decisiones y acciones que afectan a su salud. Este "empoderamiento" puede ser un proceso social, cultural, psicológico o político mediante el cual los individuos y los grupos sociales son capaces de expresar sus necesidades, plantear sus preocupaciones, diseñar estrategias de participación en la toma de decisiones y llevar a cabo acciones políticas, sociales y culturales para hacer frente a sus necesidades. Las mujeres necesitan la educación para la salud como una herramienta clave de su empoderamiento en el siglo XXI.