Hace un par de años, tener un móvil más de un año o no cambiar de modelo era un poco aburrido… no tener los tonos y politonos era un atraso… no estar localizable las 24h del día era estar fuera de órbita. Antes, las tendencias duraban mucho tiempo. Ahora ya no. Desde hace ya algunos meses, me gusta respetar mis reuniones, mis horas de comer, mis momentos… Después de la fase del "no puedo vivir sin mi móvil", llegó la de "¡Dios! ¡Odio el sonido del móvil!"
No hay nada más desagradable que quedar para hablar con tus amigos y pasar más de la mitad del tiempo oyendo sus conversaciones por teléfono. Y me veo sorprendida de ir en un transporte público e oír toda la vida personal de otro usuario que acaba siendo de dominio público con pelos y señales.
Antes el móvil era para las urgencias. Hoy el móvil es para entretenerse. Yo soy de las que prefiere un café cara a cara, un escrito por mail tranquilo y sosegado.Como tantas otras cosas, el detonante fue una de mis visitas al pueblo de mis padres. Comidas de familia a las que yo asistía con mi inseparable móvil. Y ahí un momento en que ves que eres un bicho raro en medio de personas que tienen la suerte de no sufrir histerias de stress, sin carencias en su alimentación, que realmente mantienen en su vida una parcela para cada cosa.
Comer con la familia y amigos, apagar el móvil cuando cenas con tu pareja por qué… ¿hay algún tema que no pueda esperar a mañana?
Antes el móvil era para las urgencias. Hoy el móvil es para entretenerse. Yo soy de las que prefiere un café cara a cara, un escrito por mail tranquilo y sosegado.
Y he descubierto que no soy la única. Somos ya bastantes los que apagamos el móvil cuando quedamos con amigos, que pedimos que no nos pasen llamadas cuando decidimos dedicar un tiempo a alguna cosa o a alguien. Los que cuando llegamos a casa, dejamos fuera el resto y solo invitamos a quien queremos invitar. ¡Por fin es una tendencia!
Ya no tendremos que disculparnos por no atender todas las llamadas al segundo “ring”. Si me aburro esperando el tren, leo un libro. No mando sms. Si me olvidado de decir cualquier cosa a mi compañero de trabajo, me lo apunto y se lo digo mañana.
Si alguien queda conmigo, es mi prioridad. No lo será atender a mi amigo que esta aburrido esperando el tren y no se ha traído un libro… Y me pondré a prueba: ¿puedo salir de casa a dar una vuelta sin mi móvil este fin de semana?
Si ya hemos superado las dictaduras de la moda, las dictaduras del consumo… ahora dejaremos de ser esclavos de nuestro teléfono. ¡Pruébalo! Ya me contarás…
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