Defensora acérrima de la igualdad de género, Inés Alberdi lleva más de 25 años luchando por que las mujeres se sitúen a la altura de los hombres en todos los ámbitos. En 2008 se convirtió en la cuarta directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) que acaba de ser integrada en ONU Mujeres (UNWOMEN) que lidera Michelle Bachelet. Su voz, en nombre de todas las mujeres del mundo, reclama lo que siempre nos ha pertenecido: la igualdad económica, social, política y cultural.
Por Mercedes Wullich, Directora de Mujeres&Cia
Inés Alberdi me recibe en las oficinas que ONU Mujeres tiene en Madrid, recién llegada de Bruselas. Su intensa actividad no se refleja en la pausada entrevista que mantenemos y que comienza al revés. Me pregunta con curiosidad sobre Mujeres&Cía, me escucha, asiente, repregunta y sonríe antes de decirme: “Adelante”.
¿Cómo está la sociedad española en relación a la igualdad entre hombres y mujeres?
En España se ha dado un cambio muy grande sobre todo a partir de la Democracia. Aquí coincidió la transición política con la transición de las mujeres: cambio de mentalidad, expansión de las libertades, aumento de la libertad sexual… El cambio político no fue sólo eso sino también y sobre todo un cambio social y cultural.
Más que en los grandes cambios creo en los pequeños y progresivos. Me gustaría que ONU Mujeres se fuese arraigando y expandiendo y que su trabajo diese frutos. En la igualdad de género los resultados son a medio plazo.¿Queda todavía un largo camino por andar?
Uno de los factores de mayor cambio es la posición social de las mujeres. Esto es muy positivo, pero todavía hay mucho camino que recorrer. El gobierno es un ejemplo de que las cosas han cambiado, sin embargo, en los puestos directivos de las grandes empresas las mujeres están infrarrepresentadas.
Las aspiraciones de mujeres y hombres jóvenes son muy parecidas: tener un buen trabajo, ser libres, formar una familia, viajar… Sin embargo, los logros y las oportunidades, sobre todo en el ámbito del desarrollo económico y de participación social y política, no son los mismos.
¿Quién es responsable: los sectores donde la mujer está sub- representada o las mismas mujeres?
Yo creo que es compartida. La mentalidad social se va creando y hombres y mujeres participan de la misma mentalidad. En la sociedad española hay unas importantes minorías de hombres y mujeres que desde hace años pelean por la igualdad de género, de trato, por erradicar la violencia, por incorporar a las mujeres en las empresas, por darles el lugar que les corresponde. Eso tira de la mentalidad, educan a sus hijos en esa visión… y hace que cambien las cosas.
Sin embargo, hay sectores más tradicionalistas…
Hay instituciones más reacias, que pesan en la sociedad española, como la Iglesia Católica que es retardataria y tendrá que hacer su transición igual que la ha hecho la sociedad española. Es un poco ridículo que una institución que históricamente ha sido importante en nuestra sociedad abogue por la desigualdad. También dentro de la Iglesia hay tendencias progresistas… Pero las cosas no cambian de negro a blanco de un día para otro. Cambian progresivamente.
¿Cómo ve el trato igualitario en las empresas?
Cuenta mucho el tipo de liderazgo y algunas circunstancias. Por ejemplo cuando sólo se ha tenido hijas y quieren dejarles la empresa. A veces claramente las que valen son ellas y tienen que rendirse a esa realidad… o son ellas directamente las que disponen de capital…
Las mujeres con poder de decisión ¿están comprometidas con la lucha por la igualdad?
Hay de todo, pero yo creo que sí, hay mujeres que saben que pudieron hacer lo que aspiraban porque a principios del s. XX otras mujeres pelearon mucho por ello. Si hay un 30% de diputadas en la Cámara, debemos dar gracias a Clara Campoamor, que luchó por el sufragio femenino y la posibilidad de que las mujeres fuesen elegidas como candidatas.
¿Por qué defiendes las cuotas?
Después de cientos de años de discriminación y de realidad de inferioridad de las mujeres, hay que tomar medidas que sean transitorias pero a la vez firmes para apoyar a las mujeres a que den de sí lo máximo, tanto a nivel intelectual como económico. La igualdad de oportunidades no es cierta. Hay mujeres que valen mucho pero no las vemos. En cambio, si en un comité de administración debe haber un 30% de mujeres, estás obligado a fijarte en las mujeres de tu alrededor.
¿Y por qué generan tanto rechazo en tantos ámbitos?
Por falta de memoria. Siempre ha habido cuotas. En los gobiernos españoles ha habido una cuota de catalanes y vascos. Cuando España se unió a la CEE, en Bruselas estaban ocupados todos los ministerios y puestos directivos, pero había que hacer hueco a los españoles y a los portugueses y ¡claro que hubo cuotas para ambas nacionalidades para ministerios y direcciones generales! Sin embargo no hubo protestas: es más, todos estábamos encantados. Sólo en las profesiones con cuotas hay mujeres al máximo nivel: teatro, cine, ópera… Gracias a esto hemos tenido una María Callas.
¿En qué posición está hoy España?
En España se dio un gran impulso cuando entró en la CEE porque en Europa la democracia estaba muy arraigada y los españoles queríamos ser y sentirnos europeos. Queríamos ser como los suecos, como los franceses…Y hemos avanzado mucho. En desarrollo económico todavía tenemos problemas pero en cuestiones como la igualdad, legales, de protección social… estamos casi equiparados a los europeos y mejor por ejemplo que Italia: un presidente como Berlusconi aquí nunca ganaría unas elecciones.
Hay mujeres que saben que pudieron hacer lo que aspiraban porque a principios del s. XX otras mujeres pelearon mucho por ello. Si hay un 30% de diputadas en la Cámara, debemos dar gracias a Clara Campoamor, que luchó por el sufragio femenino y la posibilidad de que las mujeres fuesen elegidas como candidatas.¿Y con relación a los países nórdicos?
Siguen manteniéndose en la vanguardia pero España, progresivamente, va acercándose a ellos. En la protección del trabajo de las mujeres, su participación en los sindicatos, en cuestiones económicas, en el cuidado de los niños por parte de los hombres, su participación en la familia, los nórdicos siguen siendo un ejemplo a seguir.
¿En el camino hacia la igualdad influyen los colores políticos?
En los años 70, la izquierda luchó mucho por la igualdad de género. Al llegar el PP al gobierno, vio que esta cuestión tenía muy buena acogida en la sociedad y continuó la lucha. El PSOE le ha dado un mayor impulso, pero cuando le tocó al PP puso a mujeres al frente del Senado y del Congreso. Creo que es una política compartida por la sociedad española, también en los ámbitos autonómico y local.
¿Difiere mucho el caso español en comparación con la evolución global?
En el ámbito internacional, sólo existen 27 países en el mundo en los que sus parlamentos cuentan con un 30% de mujeres o más y España está entre ellos con un 35% de mujeres. Sin embargo, está por detrás de EE.UU. con respecto a la participación económica de las mujeres en las empresas ya que EE.UU. no tiene un 30% de mujeres en su parlamento.
¿Y en Latinoamérica?
Existe un movimiento de mujeres muy activo que busca defender los derechos de las mujeres. Sin embargo, persisten dificultades a la hora de trabajar o de vivir… Y la violencia e género sigue siendo un problema muy grave. Existe esa contradicción: en algunos terrenos la situación de las mujeres es muy difícil y por otro lado hay colectivos que luchan arduamente por mejorar esa situación.
¿Cuánto influye el dinero o los recursos a la hora de cambiar mentalidades?
El presupuesto influye porque si tienes dinero para defender tus ideas, para divulgarlas… todo es más fácil. Piensa en política: si una mujer quiere presentarse a unas elecciones y cuenta con recursos para una campaña, para crear un equipo que la apoye, para formarse… sus ideas van a llegar mucho más lejos. Los recursos económicos son absolutamente necesarios para mejorar la situación de las mujeres.
¿Cuál es el mayor desafío a afrontar?
Conseguir la seguridad económica y los derechos económicos de las mujeres, y su participación y los derechos políticos de las mujeres a nivel global. Sin una buena participación con derechos y oportunidades económicas es muy difícil hablar del avance de las mujeres.
¿Cómo cierras este ciclo?
Muy contenta con el trabajo que hemos hecho desde UNIFEM a lo largo de estos años y los logros en relación a que la ONU respondiese a las peticiones y necesidades de las mujeres de todo el mundo. Hemos avanzado y crecido mucho, hasta el punto de conseguir que se creara ONU Mujeres, una institución grande y con más capacidad y posibilidad de resultados dentro de la ONU. Va a ser un buen órgano para responder a las peticiones y necesidades de las mujeres, sobre todo a las necesidades de las más pobres y más marginales.
¿Cómo sueñas el mundo cuando abandones el cargo?
Más que en los grandes cambios creo en los pequeños y progresivos. Me gustaría que ONU Mujeres se fuese arraigando y expandiendo y que su trabajo diese frutos. En la igualdad de género los resultados son a medio plazo y a veces no son fáciles de percibir, de evaluar los resultados o medir tus esfuerzos en relación con el cambio social. ONU Mujeres va hacia un modelo de análisis del cambio social que ponga de manifiesto cómo las acciones desarrolladas se traducen en más mujeres capacitadas, más mujeres conscientes de que deben participar, más familias con mujeres con ingresos, con mujeres sin violencia y con total libertad… Eso es cambiar el mundo.
Mini Bio
Con más de 25 años a sus espaldas en la defensa de la igualdad de género, Inés Alberdi se convirtió en directora ejecutiva de UNIFEM en 2008. Antes, desempeñaba su labor como catedrática de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Es licenciada en Ciencia Políticas y Económicas por la misma universidad y entre 2003 y 2007 fue diputada en la Asamblea de Madrid.
Sobre ONU Mujeres
En julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas creó ONU Mujeres, la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer. Al hacerlo, los Estados Miembros de la ONU dieron un paso histórico en la aceleración de los objetivos de la Organización en materia de igualdad de género y de empoderamiento de la mujer.
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