De impostora a experta, 6 claves para acelerarte

Hace poco, a pedido de una gran compañía como @SAP, di una master class sobre “El síndrome de la impostora” y recordé cuando en medio de la pandemia, la periodista @Esther Molina -Wildcom- me consultó sobre el tema porque preparaba un artículo, seguramente encuadrado en el #8M.

Cuando esto sucedió, supe que por primera vez yo reparaba en que realmente existía. Si bien sabía de qué se trataba, me sugirió algo que repito a menudo pues aún sigue sonándome de igual manera: la palabra impostora me suena antigua, impostora, embustera, forastera…

Preparando la Master Class cuyo título inicia este post, supe que más del 70% de las personas lo padecemos con bastante frecuencia y que dentro de ese porcentaje en el caso de las mujeres es casi un 20% superior. El término, que fue acuñado por la psicóloga Pauline Rose Clance y la profesora Gail Matthews en los años 70, se basó en sus propios sentimientos a lo largo de sus carreras.

Mis consejos como mentora/aceleradora

He concentrado en este artículo, algunos de los tips resumidos de la experiencia y las múltiples entrevistas con mujeres con las que converso en las mentorías y que siguen sintiéndose impostoras.

He concentrado en esta enumeración, algunos de los tips resumidos de la experiencia y las múltiples entrevistas con mujeres con las que converso en las mentorías

Suerte. Una de las cosas que recomiendo a quienes me piden ayuda es dejar de decir que están donde están por un factor de suerte. Cuando esto surge, les pregunto: ¿qué crees que siente quien te escucha y piensa que eres una crack que ha llegado hasta allí por méritos y decisión de quienes te apoyaron? La falsa modestia no funciona.

Lenguaje y autoridad. También pido que presten atención a las palabras que utilizan cuando se refieren a sus propias carreras, retos y logros. Y pongo de ejemplo cómo a veces la prensa, hace flaco favor a la construcción de nuestra autoridad. (Algunos medios, cuando enumeran a las elegidas del ranking “Top 100 mujeres líderes en España” y utilizan como titular que tal o cual “se han colado” en el ranking.

Síntomas. Para identificar factores que nos llevan al terreno de la impostora, debemos prestar atención a la ansiedad, a las dudas, al temor y al perfeccionismo que nos hacen preguntarnos ¿qué hago aquí? ¿será un error? ¿qué hice para merecerlo? Y volviendo a @Top100, que -afortunadamente cada vez pasa menos- cuando comunicamos a las mujeres que han sido elegidas pregunten con incredulidad ¿Quién me votó? Algo impensable en un hombre.

Erradicar el barullo mental. Identificar el ruido que distrae y quita energía es otra de mis recomendaciones. Un barullo en nuestra cabeza que nos hace pensar que los demás creen que soy más competente que lo que soy; evitamos evaluaciones para no enfrentarnos a que comprueben mis carencias; temor a no cumplir las expectativas cuando nos halagan por algún logro; pensar que todo es el resultado de estar en el lugar y momento adecuado con las personas idóneas y no por mérito propio.

Voces en contra, voces a favor. Aliento a identificar dos voces habituales, para poder elegir a cuál de ellas escuchar. Una se parece bastante a la Señorita Rottenmeier: nos indica todo lo que podemos hacer mejor indicando las razones por las cuales no alcanzamos un nivel de excelencia, ejerce la crítica permanente poniéndonos lejos de nuestros objetivos, o pone siempre el foco en la zona oscura evitando que nos centremos en la luminosa. La otra es tener a alguien -en mi rol como mentora es lo que más disfruto- que esté jugando a tu favor, que confíe en ti, que sepa más de ti que tú misma y que te ayude a comprobar cuáles son tus fortalezas a la vez que te impulse a mejorar aquello que te impide llegar más lejos.

Estoy convencida de que el camino del cambio empieza por identificar lo que nos limita, dejar de comparar, acotar la zona de las críticas y ponerle tope al afán de la excelencia que no acaba nunca.

Acelerándolas

Como mentora con el foco en el liderazgo “confortable”, recomiendo a quienes acompaño en el programa #Aceleradora, que compartan sus ideas de manera abierta, que pidan ayuda, que confíen y consoliden sus habilidades y que tiren por la borda el lastre que las hunde.

Una herramienta simple y potente, es listar las razones por las cuales tuvieron éxito para no olvidarlo, y abordar sin complejos sus zonas a mejorar. Pero, sobre todo, que pregunten a quienes las rodean -en el ámbito profesional y personal- cómo las ven. Es casi matemático, que esa versión que reciban será siempre mejor, más atractiva e inspiradora, que la propia, teñida por ese síndrome que identifica una palabra rancia que merecemos olvidar.

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