Las mujeres españolas tienen que trabajar 80 días más que un hombre para igualar su retribución anual a la de los varones; además, si están en paro perciben prestaciones inferiores y lo mismo ocurre con sus pensiones.
Es la situación que se desprende del informe publicado por UGT con motivo del "Día por la Igualdad Salarial entre Mujeres y Hombres" celebrado el pasado 22 de febrero. (http://goo.gl/Aj2bC). El peor escenario se da en Madrid, donde según dicho informe, las mujeres cobran casi un 25 por ciento menos de salario que los hombres, una de las mayores divergencias de las regiones españolas.
A ello habría que añadir las barreras de todo tipo que una mujer, solo por el hecho de serlo, tiene que afrontar para posicionarse en el entorno laboral, desarrollar una carrera profesional o acceder a posiciones directivas. Un coste de oportunidad añadido a la factura que supone la menor retribución por su trabajo, frente a sus compañeros masculinos. Que en ocasiones se trata de justificar por la presunción de menor dedicación y disponibilidad en la mujer, debido a sus obligaciones familiares presentes o futuras.
La mujer ha demostrado con creces su capacidad de afrontar con éxito sus obligaciones laborales y familiares, multiplicándose para atender a unas y a otras.En la noche de los tiempos, la mayoría de las religiones situaron a la mujer en una posición secundaria, relegada a acompañar, cuando no a satisfacer, al hombre y a sufrir para darle descendencia Es paradójico que en cierto modo se mantenga esa postura, cuando deberíamos haber evolucionado e incluso posicionarnos en el otro extremo. La mujer ha demostrado con creces su capacidad de afrontar con éxito sus obligaciones laborales y familiares, multiplicándose para atender a unas y a otras. Muchas veces con escaso o nulo apoyo de sus compañeros varones. ¿No debería estar ocurriendo lo contrario de lo que el estudio de UGT nos dice?
La igualdad debería ser por tanto un punto de partida incuestionable, dada la más que probada capacidad de la mujer para desenvolverse en los ámbitos laboral y familiar y teniendo en cuenta además su aportación a la sociedad. ¿Qué ocurriría con nuestro "sistema" si las mujeres renunciasen a ser madres para dedicarse sólo a su trabajo?
Desgraciadamente la paridad viaja en el furgón de cola y aunque se ha avanzado algo, no parece que los esfuerzos realizados y la dedicación de todo un Ministerio en el Gobierno anterior, hayan conseguido mucho. Queda mucho trabajo por hacer y mucha mentalidad masculina que cambiar.
He tenido compañeras a las que he visto entusiasmarse con su trabajo, sugerir iniciativas, y abordar nuevos proyectos, sin abandonar en ningún momento, más bien al contrario, sus obligaciones familiares; sin que ninguna tarea se resintiese. Y todo ello sin perder su alegría ni su feminidad. No sé si alguna vez llegué a decírselo, pero tengo que confesar que las admiro.
*Rafael de Sádaba es Ingeniero de telecomunicación/Consultor. Experto en TIC y RSE. Ex-directivo de Telefónica.
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