En el noroeste de Argentina, entre montañas imponentes y cielos infinitos, se esconde una experiencia que cautiva tanto a los amantes del vino como a quienes buscan un viaje inolvidable: la Ruta del Vino de Salta y Jujuy. Este trayecto combina vinos de altura reconocidos mundialmente con una riqueza cultural y paisajística que deslumbra.
Vinos de altura: Un sabor que trasciende fronteras
En Salta y Jujuy, los viñedos alcanzan alturas que superan los 1.500 metros sobre el nivel del mar, y en algunos casos, llegan a los 3.000 metros. Este fenómeno geográfico no solo crea paisajes deslumbrantes, sino también da lugar a vinos únicos. La cepa Torrontés, considerada la joya blanca de Argentina, encuentra aquí su máxima expresión, mientras que el Malbec de altura conquista los paladares más exigentes.
De acuerdo con un informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura, la superficie cultivada en esta región ha crecido un 25% en la última década, señal de su creciente protagonismo en el panorama internacional. Bodegas como Colomé, la más antigua en funcionamiento en Argentina, no solo ofrecen vinos extraordinarios, sino también experiencias excepcionales como el Museo James Turrell, un espacio inmersivo que celebra la luz y la percepción. “Es un viaje sensorial que trasciende el vino”, dicen quienes lo han visitado.
Otra parada esencial en esta región es la Bodega El Esteco donde viñedos históricos se combinan con técnicas modernas de vinificación. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de catas rodeados de arquitectura colonial y jardines serenos.
Lujo con raíces: Hoteles y experiencias exclusivas
El lujo en esta ruta no solo está en sus vinos, sino también en alojamientos que enriquecen cada experiencia. Bodega Colomé, enclavada entre viñedos a más de 3.000 metros de altura, ofrece un refugio exclusivo donde naturaleza, historia y arte se fusionan en perfecta armonía. En Cafayate, el Patios de Cafayate Wine Hotel, un caserón histórico lleno de encanto, invita a los viajeros a sumergirse en la tradición, mientras que el Piattelli Wine Resort, con sus casitas privadas, spa de primer nivel y una gastronomía que enaltece los sabores locales, redefine el significado de desconexión y placer.
Más al norte, en Purmamarca, el Manantial del Silencio transporta a sus huéspedes a un entorno de serenidad incomparable. Rodeado por el majestuoso Cerro de los Siete Colores y los valles multicolores de Jujuy, este refugio boutique es ideal para quienes buscan tranquilidad y una conexión íntima con la naturaleza.
Un viaje que despierta los sentidos
La belleza de esta región no se limita a sus viñedos. Los Valles Calchaquíes, las Salinas Grandes y el icónico Cerro de los Siete Colores ofrecen postales de ensueño, verdaderos regalos para los sentidos. Pero lo que realmente distingue a este destino es la posibilidad de sumergirse en su rica cultura autóctona.
Las experiencias exclusivas ofrecidas por Glaminess Luxury Travel van más allá del turismo convencional. Desde picnics gourmet en paisajes surrealistas hasta cenas bajo un manto de estrellas maridadas con vinos de altura, cada detalle está cuidadosamente diseñado para conectar al viajero con el lugar. Además, los visitantes pueden aprender a preparar empanadas salteñas en talleres tradicionales y disfrutar de catas privadas dirigidas por expertos locales.
«Queremos que cada viajero se lleve mucho más que un recuerdo. Queremos que experimenten una conexión profunda con esta tierra, su gente y sus tradiciones. Esta es la Argentina que merece ser descubierta: auténtica, cautivadora y llena de historias que esperan ser contadas«, remarcan desde la agencia.
La Ruta del Vino: Un destino imprescindible
Si buscas experiencias que combinen lujo, cultura y paisajes inolvidables, la Ruta del Vino en el noroeste argentino debería estar en tu lista. Este viaje no es solo un deleite para el paladar, sino también un festín para el alma. Una región que, como sus vinos, mejora con el tiempo.