Era 1 de diciembre de 1955 cuando Rosa Parks regresaba de su trabajo como costurera a bordo de un autobús que recorría las calles de Montgomery (Alabama, Estados Unidos). Por ser una persona considerada «de color», a ella le correspondían los asientos de la parte de atrás. Así que eligió uno al azar y se acomodó para hacer el tramo que la separaba de su hogar.
Pero a medida que el autobús avanzaba, comenzaron a faltar asientos y quedaron de pie algunas personas. Cuando el conductor notó que había gente blanca sin asientos, detuvo el autobús y le pidió a tres mujeres negras que se levantaran.
Rosa Parks se negó a hacerlo.
No lo hizo siquiera cuando el conductor la amenazó con denunciarla.
Rosa Parks fue arrestada, enjuiciada y condenada por transgredir la orden municipal.
El cansancio de Rosa Parks
Cuando le consultaron a Rosa Parks por qué no se había levantado de su asiento, dijo que lo hizo porque «estaba cansada». Pero no se refería al cansancio físico que cualquier persona puede sentir tras una jornada laboral, sino que hacía referencia a un cansancio mucho más profundo: estaba cansada de estar sometida a un sistema que la trataba como una ciudadana de segunda.
Los autobuses en Montgomery estaban divididos en secciones para personas blancas y personas negras. La división no era de un tamaño fijo, sino que variaba según la colocación de un cartel. Generalmente, las cuatro primeras filas solo eran para blancos y los asientos de atrás, para los demás, que eran más del 75% de los usuarios.
Si llegaba un usuario blanco, tenían que irse atrás, quedarse de pie o salir del autobús. El conductor del autobús podía reducir el espacio permitido a estas personas, o incluso quitar el cartel de delimitación.
Rosa Parks estaba cansada de estar sometida a un sistema que la trataba como una ciudadana de segunda
Subir al autobús también suponía un problema, ya que las personas que no eran blancas tenían que pagar su billete entrando por la puerta delantera, para luego salir y entrar por la trasera. En ocasiones el autobús cerraba sus puertas mientras iban de una puerta a otra, dejándolas en tierra después de haber pagado su billete.
Durante años la comunidad negra y otros grupos protestaron por estas injusticias sin resultado.
La primer pieza de un dominó gigante
Rosa Parks, además de ser costurera, era también activista y formaba parte de una asociación a favor de los derechos civiles de los afroamericanos.
Tras su detención, sus compañeros comenzaron a impulsar protestas en toda la ciudad. Un mensaje radiofónico informaba por aquellos días: «Estamos pidiendo a todos los negros que no suban a los autobuses el lunes, en protesta por el arresto y el juicio de Rosa Parks. Puedes faltar a clase un día. Si trabajas, coge un taxi o camina. Pero por favor: que ni los niños ni los mayores cojan ningún autobús el lunes. Por favor, permaneced fuera de los autobuses el lunes».
La población negra de la ciudad de Montgomery se unió masivamente a la lucha pacífica: se negaron a subir a los autobuses y encontraron alternativas de transporte como taxis, camionetas, coches particulares compartidos, bicicletas, o simplemente, andar varios kilómetros todos los días.
De esta manera, y con un joven Martin Luther King como líder, ese «lunes de protesta» se extendió por un total de 381 días. La compañía de transportes perdió unos 42.000 pasajeros, lo que suponía el 70% de los usuarios de los autobuses.
Ante esta realidad, se hizo necesario que la autoridad del transporte público terminara la práctica de segregación racial en los autobuses. Este suceso inició más protestas contra otras prácticas de segregación todavía vigentes.
La modificación de la ley
«No tenía ni idea de lo que mis acciones podrían provocar. Cuando me arrestaron, no sabía como reaccionaría la comunidad. Me gustó que hicieran lo que hicieron al no subirse a los autobuses», expresó Rosa Parks tras ese histórico hecho.
Cuando esa joven costurera que regresaba de su trabajo cansada decidió no levantarse de su asiento, cambió las leyes de su país. Aunque no fue la primera persona en rebelarse contra un sistema injusto, las circunstancias que la acompañaron, hicieron que se convierta en «la madre del movimiento de los derechos civiles».
Tras su muerte a los 92 años, en octubre de 2005, Rosa Parks fue velada en el Capitolio de Washington. Ha sido la primera mujer y la segunda persona afroamericana en recibir este honor, concedido sólo a 28 personas en la historia de los Estados Unidos.
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