Pero de la Igualdad legal, es decir, ausencia de discriminación, a la Igualdad real, es decir, igualdad de oportunidades y de resultados, todavía queda mucho por hacer.
Algunas de las razones por las que es urgente conseguir dicha igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, se recogen en este cuadro de Naciones Unidas. Las mujeres:
- Realizan los 2/3 del trabajo,
- Ganan 1/10 de los ingresos,
- Son el 2/3 de la población analfabeta,
- Poseen 1/1.000 parte de las propiedades,
- Suponen el 70% de las personas que trabajan una media de 12 a 18 horas al día,
- Cobrar como media el 50% menos de salarió que los hombres,
- Representan la mayoría del 1.500 millones de personas que viven con menos de 1 dólar al día.
Pero, yo añadiría algunas más. Es evidente que no hay paz si no hay igualdad porque las causas de ambos están muy relacionadas. Desde tiempos ancestrales los hombres luchan por poseer (poseer dinero, poseer fuerza, poseer territorio …). En la actualidad, está comprobado que en la guerra es más arriesgado ser mujer que soldado. Y no olvidemos que después de cada guerra, son las mujeres las que levantan el país. Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), en 2014 se contabilizaron 43 guerras vivas, cuyo coste fue de 1,660 billones de euros en armamento (4.500 millones de €/día). Este dinero permitiría alimentar la población mundial y que el Mediterráneo dejase de ser la mayor tumba del mundo. ¿Por qué no se hace?
La globalización no va por buen camino porque está creciendo la desigualdad. El 10% de los más ricos posee el 90% de la riqueza. Las mujeres, por determinismo histórico, son portadoras de paz y esto las hace abogar por un cambio de rumbo. Las cosas serían diferentes si la sociedad cambiase y se transformase para encontrar un mundo mejor.
Existe un vínculo natural entre la lucha de la mujer y los derechos humanos y la democracia. Decía Montesquieu, que el nivel de democracia de un pueblo se mide, por el grado de libertad de sus mujeres.
Pero de la Igualdad legal, es decir, ausencia de discriminación, a la Igualdad real, es decir, igualdad de oportunidades y de resultados, todavía queda mucho por hacer.
Ahora que se cumplen quince años de la aprobación de la Resolución 1325, se subraya la importancia de que las mujeres participen en pie de igualdad e intervengan plenamente en la prevención y solución de los conflictos, la consolidación de la paz y el mantenimiento de la misma. Es un hecho que discriminación y violencia se retroalimentan. Recientemente, España ha presidido la reunión del Consejo de Seguridad en la que se aprueba por unanimidad la Resolución 2242 sobre “Mujer, paz y seguridad”. El Presidente Rajoy ha puntualizado “que la desigualdad de género es una amenaza para la paz y la seguridad internacionales. Yo añadiría– dijo-: Es una injusticia, una inmoralidad y un lastre para el progreso de la Humanidad”.
En cuanto a los 30 años de la presencia y participación de España en la Unión Europea (UE), las mujeres hemos vivido la incorporación del principio de igualdad de oportunidades al espacio público y político de nuestra sociedad; pasando de ser un concepto casi desconocido a un elemento indispensable en el diseño de cualquier política pública o estrategia empresarial.
En mayor o menor medida, todos los países de la UE, y España especialmente, han incorporado en este tiempo acciones específicas en el marco de la igualdad que, en nuestro caso, han desembocado en dos leyes referentes, como la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, o la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Pero esta ley debe revisarse por la falta de aplicación real y efectiva en muchos de sus aspectos. Veamos algunos ejemplos:
En EDUCACIÓN, pese a que la mujer cuenta con un alto grado de representación en la profesión (75% aprox. en infantil y primaria y alrededor del 50% en educación secundaria), la igualdad en la educación de niños y niñas es absolutamente inexistente, siendo la base de la formación de la persona. En los planes curriculares no figura la igualdad, tampoco se forma a los futuros docentes en la materia en la carrera, lo que nos lleva a comenzar la casa sin unos cimientos sólidos.
Las mujeres, responsables de la educación infantil en un 95% y de la educación primaria en un 82%, repiten los patrones sociales. Según el profesor Fernando Arreaza Beberide, ex Director de la Oficina de Evaluación de la Consejería de Educación y Ciencia de Castilla-La Mancha, “la educación reproduce el modelo dominante en la sociedad y margina a la mujer, al inmigrante, al discapacitado, a la persona con menos recursos, etc.”. Para avanzar, es imprescindible educar a los educadores. La misma educación, cuando se parte de posiciones diferentes, no garantiza la igualdad.
*Giovanna de Calderón preside MDE, Mujeres para el diálogo y la educación
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