El pasado 15 de junio se celebró el Día Mundial de la Toma de Conciencia contra el Abuso y Maltrato a la Vejez. Con el fin de concienciar a la sociedad sobre este problema, UNAF presenta las conclusiones del proyecto europeo Daphne Stop VI.E.W. ‘Stop Violence against Elderly Women’, que pretende visibilizar la violencia ejercida contra las mujeres mayores de 65 años y crear una mayor sensibilidad social sobre el problema.
La desinformación, la escasa capacidad de comunicación, las pocas posibilidades de ser creída y la desconfianza en el proceso jurídico son el freno de la mayoría de las denuncias
Tal y como señala Julia Pérez, presidenta de UNAF, “el progresivo envejecimiento de la población española y su repercusión en las situaciones de dependencia funcional y emocional favorece que las personas mayores se hayan convertido en uno de los grupos sociales más susceptibles de sufrir situaciones de abuso, malos tratos y/o violencia”.
Ser mujer, un factor de riesgo
La investigación revela que las mujeres mayores son uno de los grupos sociales más susceptibles de sufrir situaciones de abuso, maltrato y/o violencia. En realidad el envejecimiento afecta de forma diferente a hombres y a mujeres, ya que adoptaron roles diferentes a lo largo de su vida. De esta manera, la confluencia de factores como el género y la edad hace que las mujeres mayores se conviertan en un grupo con un alto riesgo de sufrir algún tipo de maltrato.
A todo esto hay que sumar que las mujeres mayores pueden sufrir también “violencia de género”. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres, por el hecho mismo de serlo, y por considerar sus agresores que carecen de los derechos básicos de libertad, respeto y capacidad de decisión. La violencia de género se produce en todos los ámbitos de las relaciones personales, comprende cualquier agresión física y/o psicológica sobre las mujeres, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad.
Otros factores de riesgo
Existe una asociación significativa entre la violencia y una salud física mermada, las enfermedades mentales, hogares con ingresos bajos, la falta de participación en la vida social, los largos periodos de situación de dependencia, derivados del aumento de la esperanza de vida; y la sobrecarga familiar que supone el cuidado de personas mayores, generándose estrés, trastornos psicológicos, adicciones y otras situaciones en los/as cuidadores que incrementan la posibilidad de malos tratos y violencia.
La espiral del silencio
Las mujeres ancianas son un colectivo especialmente vulnerable porque tiene más dificultad para defenderse, solicitar ayuda, desconocen sus derechos e incluso a menudo han sufrido años de maltrato repetido, permaneciendo en silencio y ocultando la violencia de la que eran objeto.
“En muchos casos las víctimas no pueden reconocerse en las formas de violencia, porque consideran el maltrato de familia como un modo de relación o porque viven de manera demasiado dolorosa el tener que admitir el abuso en el interior del propio hogar”.
Según Pérez: “Las víctimas sienten miedo a denunciar y a tener que rehacer sus vidas y romper con sus familias, en ocasiones responsables de los malos tratos. En muchos casos no pueden reconocerse en las formas de violencia, porque consideran el maltrato de familia como un modo de relación o porque viven de manera demasiado dolorosa el tener que admitir el abuso en el interior del propio hogar”.
Uno de las principales barreras a la hora de combatir el maltrato es el silencio, que se debe a la desinformación, a la escasa capacidad de comunicación, las pocas posibilidades de ser creída y la desconfianza en el proceso jurídico.
Este “silencio”, más el “afecto familiar” y el “estigma social” que supone reconocer malos tratos en la propia familia, son hechos clave para explicar la disparidad entre los estudios objetivos realizados en los propios colectivos de personas mayores españolas que apuntan a tasas bajas de violencia.
La prevención es clave en el problema
La prevención del maltrato de las personas mayores en un mundo que envejece nos concierne a todos. Para UNAF es necesario promover esfuerzos multidisciplinares y coordinados, desde diversos ámbitos y sectores así como actuar sobre los factores de riesgo y promover también la protección, tanto en las potenciales víctimas y responsables de los malos tratos como en la comunidad.
El primer paso es visibilizar los problemas y las demandas de las mujeres mayores que sufren violencia, ya que pueden tener implicaciones significativas en su comportamiento y reacción ante el maltrato, así como para la provisión de servicios y apoyo. Además, es necesario proporcionar apoyo, formación y asistencia a las personas cuidadoras, para evitar que la sobrecarga y el queme, puedan incidir en una inadecuada atención o maltrato a las personas mayores asistidas.
Proyecto Daphne: trabajo en red
UNAF ha venido dedicando entre 2011-2013 una gran parte de sus esfuerzos y recursos al desarrollo de Daphne Stop VI.E.W. ‘Stop Violence against Elderly Women’, un proyecto que pretende visibilizar la violencia ejercida contra las mujeres mayores de 65 años y crear una mayor sensibilidad social sobre el problema.
Desarrollado conjuntamente con otras cinco organizaciones europeas: Auser Regionale Lombardia (Italia), ZDUS (Eslovenia), ANJAF (Portugal), CNIDFF (Francia) y BGRF (Bulgaria), el proyecto se ha desarrollado a través de diversos flujos de trabajo con actividades y objetivos concretos.
En España ha implicado a cerca de 50 instituciones públicas y privadas, Universidades y organizaciones sociales, como IMSERSO, Cuerpo Nacional de Policía, Servicio de Promoción de la Salud de la Comunidad de Madrid, FEMP, Dirección General de Mayores y Dirección General de Igualdad del Ayuntamiento de Madrid, Centros de Apoyo a la Familia, Cruz Roja Española, Mensajeros de la Paz, Federación de Mujeres Progresistas, o la Universidad Complutense de Madrid, entre otros.
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