Sensibilizado por la historia de otra cliente-paciente más que sufre mobbing comienzo este artículo parafraseando el título de la conocida obra de C.Pìnkola para hablar de mobbing, del sufrimiento que genera a la mujer, y del lobo que la acecha.
Esta mujer tiene nombre y apellidos notables, pero podría ser otra de tantas grandes profesionales, que no solo sacó mejores notas en el colegio y universidad, sino que hizo una carrera profesional brillante, con mucho trabajo y esfuerzo, combinado con la inteligencia femenina, capaz de organizar y mirar de esa manera tan especial.
La víctima en esta ocasión cita en su relato hombres de su trabajo que incluso fueron a su boda, cual grandes colegas que le daban golpes en la espalda, tratando a la mujer, como si de otro hombre se tratara, siendo esta mujer feliz de sentirse “valorada” por hombres, aunque como su padre no la valoran como mujer, sino como hombre, masculinizada. La pugna entre hombres en el mercado de trabajo hace que la mujer tienda a masculinizarse cada vez más si quiere sobrevivir entre lobos, y los lobos acaban por confundirla con otro más de entre ellos.
La pugna entre hombres en el mercado de trabajo hace que la mujer tienda a masculinizarse cada vez más si quiere sobrevivir entre lobos, y los lobos acaban por confundirla con otro más de entre ellos.Sin embargo, cuando llega la maternidad, esta mujer retoma contacto con su esencia más instintiva, más salvaje, y vuelve a su femineidad más poderosa que nunca, así los lobos ya no la reconocen, la apartan por apestada, la ningunean y dicen que tiene “poca visión de futuro”. La van a defenestrar profesionalmente.
Esta mujer en concreto, es una loba poderosa, no lobo, ahora lo tiene claro, y su compañero, otro lobo poderoso y consciente que la apoya. Es una mujer con el poder necesario para ser humilde y pedir ayuda, terapéutica y legal. Llega a tiempo. Tiene todas las de ganar, en lo que sin duda será una demanda por mobbing, tras meses de ver cómo le recortan el sueldo, el coche de empresa, vales de comida, competencias, sus equipos, etc. Sin embargo salir airoso de un mobbing es una rara excepción en un mercado laboral terrible, donde lamentablemente triunfa lo menos humano y se vulneran el derecho al trabajo conciliado con la vida personal, se falta al respeto a la dignidad humana y se destruye la autoestima, con consecuencias muy duraderas.
Como ya hay mucha tinta derramada por estos temas, me permito aquí pegar un golpe de timón y hablar un poco sobre esos hombres, los lobos que solo son lobos, corriendo con mujeres, sin oportunidad de desarrollar una masculinidad y una vida plena, humana, una paternidad y matrimonio consciente, presente, cercana y cálida, en definitiva una vida personal y profesional plena y de calidad.
Ellos son ”killers”, máquinas de “competir y matar”, verbos incompatibles con estar en contacto con su naturaleza sensible y consciente. Poco a poco distorsionan su percepción para poder seguir su vida tal cual. Muchos de estos hombres solo valoran que algún día les llamen “jefes, presidente, consejero delegado, etc” y les pongan un biplaza como coche de empresa, incluso si no les suben el sueldo. Matan y denigran por ello. Parece que algún día podrán acercarse a su padre y mostrarle el coche para demostrarle que ellos han llegado más lejos, que la tienen más larga, aunque el coche sea más pequeño. Me dan pena, francamente, porque si toda su energía vital va dirigida a ese momento, su vida realmente está muy vacía.
Estos hombres no solo se guían por la competencia con su padre, evidentemente, también con sus compañeros, donde la comparación hace que si uno “gana” el otro es un “maricón”, lo que visto el miedo del heterosexual a la penetración anal, es un insulto bastante humillante.
También compiten con las mujeres, aunque muchas veces sea con otra galantería, seductora sexual donde dejan pasar delante en las puertas. Y otras, las más de las veces, sea una falsa cortesía por la debilidad regresiva hacia la mujer-mamá, que se acaba cuando a estas grandes profesionales se las cambia de sexo diciendo que es una machorra, que menudos cojones
tiene, etc.
En fin, menos mal que muchos hombres ya no están en esas y corren con sus lobas y sus lobeznos sin competir, disfrutando, perteneciendo, siendo. Aquellos otros hombres son carne de cañón, personal y profesionalmente, lo digo como terapeuta y coach. En algún momento de su madurez, una o varias mujeres y quizás también hombres, les pondrán en su sitio, como jefas, esposas, amantes e incluso hijas. En ese momento el suelo les desaparecerá bajo los pies, no pudiendo asirse más que a la violencia de género, donde efectivamente todavía son más grandes y fuertes, con graves consecuencias, para sus víctimas que mueren y para ellos mismos, que a menudo se suicidan cuando se dan cuenta de lo que han hecho.
No quiero dar la sensación de que las mujeres son las víctimas siempre, yo mismo fui víctima de un mobbing femenino atroz. En una guerra, ambos bandos se vuelven igual de crueles, unos por la fuerza y otras por su habilidad de herir donde más duela, incluso aprovechando huecos de la ley. Por otro lado, ésta ya no es siempre una cuestión de género, sino de jefes y subordinados. Así soy testigo terapéutico de mobbings donde mujeres-lobo, acosan a otros hombres o mujeres, con fatales consecuencias.
Ojalá cuaje cada vez más la idea de que lo personal y lo profesional van tan de la mano, que no se pueden desligar en ningún momento, y es absolutamente necesario trabajarse a uno mismo para vivir en plenitud, amor y compañía. Así, lobos y lobas podremos seguir poderosos, fieles a nuestros instintos, viajando, viviendo y trabajando en manada, de otra manera, moriremos despedazados por nosotros mismos, hombres y mujeres.
Jorge Urrea Filgueira www.psico-tao.com
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