Dicen que crisis es oportunidad. Pero las soluciones pueden estar en las antípodas si no se tiene claro cómo funcionan las cosas. Ignacio Buqueras, presidente de la CNRH advierte a las empresas españolas de que no sucumban a la tentación de alargar las jornadas de trabajo para hacer frente a la crisis.
Según Ignacio Buqueras y Bach, Presidente de la Comisión Nacional, “la necesidad de racionalizar nuestros horarios es especialmente acuciante en tiempos de crisis. No cabe duda de que la crisis es algo que preocupa a todos, pero también sería improcedente que las empresas españolas, en su afán de superarla, incurrieran en el error de aumentar jornadas de trabajo de sus empleados, ya que eso sólo supondría un grave retroceso que, lejos de ayudarnos a vencer la crisis, la agravaría”.
Lo dice a escasos días del Congreso Nacional de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles que tendrá lugar en Tarragona entre el 18 y 19 de noviembre. Como anticipo, han hecho pública una carta abierta a los empresarios españoles. El camino para superar la actual situación económica –dicen- no debe pasar en ningún caso por un retroceso en materia de conciliación, horarios y flexibilidad laboral. Y son categóricos al afirmar que un alargamiento de las jornadas sería contraproducente.
Los principales puntos recogidos en la “Carta a los empresarios” son:
1. Más horas de trabajo no equivalen a mayor productividad. España está a la cabeza de Europa en cuanto a horas pasadas en el lugar de trabajo, y sin embargo, es también uno de los países menos productivos.
2. El ahorro de costes es una de las prioridades de toda organización en tiempos de crisis. Unos horarios más racionales, que concentren la jornada laboral y eviten el alargamiento excesivo de la jornada, permiten un importante ahorro energético de las empresas (luces, ordenadores, sistemas de calefacción…)
3. Las empresas necesitan incrementar su productividad de cara a superar la crisis. Ello nunca será posible con empleados descontentos. Se hace necesario potenciar las medidas de conciliación y la flexibilidad laboral de cara a incrementar la motivación de los trabajadores.
4. La crisis debe representar una oportunidad para que las empresas se modernicen. Es un acicate que debe aguzar el ingenio. Ahora más que nunca, las empresas deben esforzarse por innovar, por buscar medidas que flexibilicen el mercado laboral.
5. En tiempos de recesión, se hace imprescindible optimizar el tiempo que se emplea en el trabajo. Es un excelente momento para erradicar prácticas improductivas como la impuntualidad, las reuniones innecesarias o la falta de planificación. Lo que en tiempos de bonanza se consiente, es inaceptable en tiempos de crisis.
6. La crisis tiene un componente psicológico. Hay que estar en una disposición mental propicia para superarla. Esto hace que más que nunca necesitemos que nuestros profesionales estén motivados y comprometidos con el proyecto. Unos horarios racionales que les permitan conciliar son esenciales para ese propósito.
7. Del mismo modo, es necesario eliminar la incertidumbre de los trabajadores ante su futuro. Si nuestros empleados reciben un mensaje positivo, que se traduce en que observa que la empresa se moderniza y se posiciona positivamente para afrontar la crisis, estará en mejor disposición para contribuir al proyecto que si recibe señales negativas como incremento de turnos y pérdida de beneficios sociales.
8. Antes de recurrir a los despidos como formula mágica para abaratar costes, hay que explotar al máximo las posibilidades de ahorro que nos brindan otras medidas como la optimización de los procesos productivos, la gestión adecuada del tiempo de trabajo y el aprovechamiento de los recursos.
Por unos horarios más racionales
La necesidad de unos horarios racionales tiene como objetivos prioritarios: conciliar nuestra vida personal, familiar y laboral; favorecer la igualdad; aumentar la productividad; disminuir la siniestralidad; facilitar la globalización; mejorar nuestra calidad de vida; cuidar y mantener hábitos saludables; dormir el tiempo suficiente; apoyar el rendimiento escolar; y, en definitiva, dar mayor valor al tiempo. Todo esto pasa, ineludiblemente, por racionalizar nuestros horarios, humanizarlos, para hacerlos convergentes con los países de economías más avanzadas.