Terminar un año y empezar otro es un ritual en el que, en la vida de algunas personas, es muy estresante. Por mi parte intento que no me atrape, en la medida de lo posible. Con todo, también en las empresas se altera la vida cotidiana y entre cierres de mes y de año y desearse felices navidades y tomar alguna que otra copa diciembre se vive con bastante intensidad.
Cada vez más surgen más variantes en cuanto a formas de enfocar estas fechas. Los hay que se van de viaje el veintiuno de diciembre y ya no vuelven hasta el siete de enero, procurándose destinos a culturas donde nada les recuerde que están en navidad.
El evento navideño tiene tal contenido vital que, dentro del ciclo anual, es el que más le puede recordar a uno que "está solo en el mundo", o sencillamente "que es un desgraciado" porque no tiene compañía de ninguna clase. Es completamente comprensible que los haya que necesiten huir a donde sea.
"La historia de los reyes magos fue uno de los mayores desengaños de entonces (infancia)" Y es que, en definitiva, cada uno lleva sus cargas como buenamente puede y como no se suele salir con facilidad de lo que a uno le aprisiona, ¡qué necesidad tenemos de que todo lo que nos rodea nos recuerde que estamos fatal! Ninguna.
Cuando eres pequeña es otra cosa. Recuerdo que en mi mente de niña la Navidad era un tiempo de luz, frío y mucho jugar. Entre que no había colegio, ni deberes y que en casa poníamos belén y que llegaban los Reyes Magos el tiempo se me pasaba volando. Si a eso le sumábamos que mamá nos llevaba al Salón de la Infancia que se celebraba en Barcelona por aquel tiempo y que allí se podía jugar a un montón de cosas y que además te regalaban donuts, que era el bollo que más me gustaba del mundo. ¡En fin!, el mundo era perfecto para mí en aquel tiempo.
La historia de los reyes magos fue uno de los mayores desengaños de entonces. Después de una trifulca descomunal con una de mis amigas de siempre, con la que llegué a tirarle de los pelos porque tenía la osadía de decir que los "reyes eran los padres", mamá consideró que las cosas no podían seguir así. Me llamó a capítulo y me confesó la verdad. Estuve llorando tres días con sus noches porque para mí el mundo había cambiado completamente. Perdí el apetito y el entusiasmo durante un mes, y me prometí a mí misma que jamás se lo contaría a mi hermano. Porque lo de ir matándole las ilusiones a la gente, ya a mis diez años, me pareció un gesto criminal. Las aguas volvieron a su cauce más pronto que tarde. Sobre todo cuando mis zapatos volvieron a amanecer todos los seis de enero con los regalos que fueran, porque rara vez me traían lo que yo pedía.
"La vida adulta te lleva a un punto en el que tu tiempo es como si dejara de pertenecerte y dejas de soñar y de jugar porque estás a otras cosas" Mis ilusiones infantiles eran sagradas. Me daba igual si gustaban o no al resto del planeta. Soñar y jugar era lo necesario para existir. Luego estaba todo lo demás, que era, salvo irme a dormir para seguir soñando, prescindible. Los cuentos me entretenían muchísimo. Sobre todo los grandes y gordos de Disney que contaban historias de personas, como el de Pollyana. Me gustaba ver los dibujos y los detalles para meterme dentro de ellos. Y también aquellos otros que al abrirlos se desplegaban recortables dentro que recreaban a los personajes y era como si se saliesen de la historia para meterte a ti en ella. Los abría y cerraba mil veces. Y metía el dedo por los huecos y lo hacía hablar.
La irrupción del cine y la televisión en mi pequeña vida fue muy escalonada y con cuenta gotas por eso me las arreglé siempre para ser mi propia "factoría de ficción". Ejercicio que, por otra parte, no he dejado de hacer nunca.
La magia de entonces consistía en que podía pasar el tiempo que quisiera inventando historias. La vida adulta te lleva a un punto en el que tu tiempo es como si dejara de pertenecerte y dejas de soñar y de jugar porque estás a otras cosas. ¡Si eres de estas personas, te toca recuperar , para vivir cada minuto sin dejarte nada en el tintero! El tiempo vuela.
¡Felices Fiestas y que tengas un magnífico 2014!
Otros artículos de nuestros/as columnistas…
- Quiero ser masona
- Los retos de las mujeres emprendedoras y una conferencia gratuita online
- Un crowdfunding muy especial
- El color de las palabras
- Tú eres un ser de talento
- Transformación sostenible
- El "Big Brother" nos pone en evidencia: ¡somos increíblemente sexistas!
- Ser mujer: una marca de poder
- Siempre nos quedará la tecnología
- La crisis no es cosa del Mediterráneo
¿Ya has visitado Columnistas en nuestra ZONA OPINIÓN?