Empresas redondas con sabor a fresa

¿Se han preguntado alguna vez porqué la cabeza es redonda? ¿Quizá para que el pensamiento se pueda mover? Como decía el pintor francés Francis Picabia «nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección».

Los primeros años en la vida de una persona son como ir montados en las botas de siete leguas, por los grandes cambios y las superaciones tan cruciales que experimentamos. Venimos al mundo procedentes de un habitáculo acuoso, silencioso y oscuro, y en cuestión de instantes nos adaptamos al exterior. A partir de ahí comienza un viaje en el que nos trasformamos por días, dando paso a los años de la adquisición de la capacidad de caminar, del habla, del reconocimiento de los demás, de uno mismo, del sentimiento de pertenencia a un núcleo y, por supuesto, son los años en los que iniciamos nuestra socialización corporativa. Es decir, comenzamos la etapa escolar.

¿Cuántos de nosotros no habremos organizado un evento obsesionados por el presupuesto, dando a luz otro acto igual al del año anterior sin un aporte de diferencia y originalidad?Es en esta fase cuando tomamos conciencia de que nuestro entorno familiar, que nos protege y en el que estamos seguros, no es el único lugar en el que vamos a estar el resto de nuestra vida, sino que tenemos que interactuar con otros, seguir las normas de un sistema y adquirir el sentido de la responsabilidad, siendo, salvando las distancias, algo parecido a una organización. Pero es aquí también donde algo pasa con la creatividad y se confina la generación incansable de ideas.

Veo cosas diferentes

-«Pintad el círculo son saliros de su silueta», dijo la maestra en clase.
Los niños comenzaron su actividad concentrando más su atención en no rebasar los límites de la figura que en la acción de colorear. Ante la pregunta de la profesora de qué veían al acabar su tarea, todos contestaron que un círculo del color que cada uno había escogido.
En esa misma clase días más tarde la maestra repartió de nuevo un círculo entre sus pequeños alumnos, pero esta vez les dijo que lo pintaran como quisieran, que podían salirse, que no importaba y no iba a pasar nada.
Los resultados de las pinturas de los niños fueron muy diferentes a los clones que surgieron la primera vez. Ahora, dejándose llevar por la libertad que da el no estar comprimido, lo niños se centraron en la labor de pintar.

-«¿Qué veis?»
-«Yo un sol».
-«Yo un vaso de agua que se desborda».
-«Pues lo mío es un huevo frito».

Vaya diferencia. ¿Qué ha pasado? Que la realidad en el primer caso está prefijada y en el segundo no, permitiendo la creación de cosas diferentes a partir de un mismo punto de partida: el círculo.
La ausencia de reglas, y la desaparición del miedo a salirse, ha permitido a cada niño crear algo diferente y verlo bajo su propio prisma perspectivo.
La base del pensamiento creativo es el proceso de búsqueda, separación y conexión de ideas desde muchas categorías, dándole unos días libres al juicio, es decir, apartándolo por unos instantes, para volver a rescatarlo y aplicarlo a lo que hemos obtenido.

Esa capacidad, que todos tenemos, se puede ir ensombreciendo a medida que las normas nos aplastan. Evidentemente el mundo se debe regir por unos parámetros que eviten el caos y hay parcelas en las que la ausencia de ellas no haría más que complicar las cosas, por ejemplo en lo que a tráfico se refiere. Sin embargo, en la empresa, a veces, se está más pendiente de los mandatos que de la tarea en sí.

¿Cuántos de nosotros no habremos organizado un evento obsesionados por el presupuesto, dando a luz otro acto igual al del año anterior sin un aporte de diferencia y originalidad?

Los juegos infantiles
Si es usted observador y tiene cerca de su entorno a un niño de corta edad, presencie cómo juega y las conexiones que hace con lo que le rodea.
Una de las personas que suscribe este artículo hace tiempo que descubrió una fuente de inspiración en los juegos con su sobrina, estableciendo un código de diagnóstico a las enfermedades de las muñecas.

Así, si tiene la lengua roja, es que le ha dado un ataque de fresa; si no mueve las piernas es porque se han ido de vacaciones; si le crece el pelo, hay que cortar el césped; y si le duele la tripa es porque los patitos que viven en su barriga están nadando.

¿Absurdo, disparatado? Si piensa así hay algo en este artículo que ya se le ha pasado por alto. Le recomiendo que lo vuelva a leer y repare en la parte que habla de apartar el juicio.

La base del pensamiento creativo es el proceso de búsqueda, separación y conexión de ideas desde muchas categorías, dándole unos días libres al juicio, es decir, apartándolo por unos instantes, para volver a rescatarlo y aplicarlo a lo que hemos obtenido.Este episodio personal hace alusión, además, a la asociación, a la conexión entre dos elementos, que, en principio, están desconectados. Un buen consejo sería aplicar experiencias que haya vivido en situaciones de otros terrenos a lo que trata de resolver ahora, aunque no sea exactamente lo mismo. Piense que todo, por el hecho de existir, por el hecho de estar en la Tierra o simplemente por estar en su cabeza, ya tiene algo en común.

Tom y Jerry
Es curioso ver cómo en el planeta de los dibujos animados las conexiones se hacen de una manera natural, sin coacciones superficiales.
La persecución del mismo fin se puede realizar a través de diferentes métodos, las barreras no limitan, sino que abren horizontes, y la negación no domina ni impide llegar a una solución innovadora.
La eterna persecución entre el gato y el ratón tiene a uno de sus mayores referentes en las aventuras de Tom y Jerry. El hilo argumental de los capítulos animados siempre es el mismo: el gato quiere cazar al ratón, pero utiliza diferentes tácticas, aunque casi todas tengan consecuencias catastróficas para nuestro felino amigo. Veamos un simpático caso.

En una ocasión, Tom cae perdidamente enamorado de una gatita que va a pasar unos días en su casa y, para conquistarla, decide servirle a Jerry como cena. Tras varias peripecias, logra atraparlo y se lo presenta como un delicioso bombón, arropado por el papel rizado que suele envolver a este tipo de chocolates, dentro de una caja vestida con un lazo. Al verlo tan dulce, la gatita queda prendada de Jerry, dándole por completo la vuelta a la acción.

Sin prejuicios, ideas preconcebidas, ni posiciones dominantes, la mente viaja libre, sin ataduras, no se aplasta y el resultado final no es una crónica previsible, anunciada e insulsa.

Veo cosas iguales

Darle unos días libres al juicio, ausencia de reglas, observar algo bajo mi propio prisma…, ¿sería algo permitido en la empresa? ¿podemos conectar estos elementos que, como se dice al hablar de los juegos infantiles en este mismo artículo, aparentemente están desconectados?

No siempre y no en la misma medida: la empresa es un sistema y como todo sistema tiene sus reglas; cuanto más flexibles sean éstas probablemente la creatividad más posibilidades tenga de sobrevivir. La creatividad es dinámica y puede nacer, desarrollarse (¡y con cuántas sinergias!) e incluso morir si no la mimamos.

Una empresa con una estructura jerárquica demasiado marcada y con unas reglas de funcionamiento muy encorsetadas no parece un buen ambiente para favorecerla. En cambio las estructuras más informales, las gestiones por equipos de proyectos, las estructuras con tendencia al aplanamiento resultan más propicias para la creatividad porque las reglas no aparecerán construidas con cemento, sino con un verde y moldeable blandiblup que nos permite deformar a nuestro antojo eso que algunos llaman realidad.

Sin prejuicios, ideas preconcebidas, ni posiciones dominantes, la mente viaja libre, sin ataduras, no se aplasta y el resultado final no es una crónica previsible, anunciada e insulsa.
Pero, ¿quién dijo miedo?…Si la inflexibilidad de la estructura y de las reglas de una determinada empresa pueden condicionar los procesos creativos, la aparición del miedo no es que pueda sino, que con total seguridad, lo hará: con miedo no habrá nunca creatividad y con temor, que es el hermano pequeño del miedo, tampoco.

Si uno tiene miedo a que la persona de quien depende le recrimine por eso que se llama extralimitarse en sus funciones; si teme las consecuencias de proponer una idea cuando ya antes ha propuesto muchas otras que han ido a parar al contenedor de color azul; si le inquieta la sensación de demostrar que con su invento hay algo que funcionaría mejor (y, por tanto, que tan bien no está funcionando) entonces la creatividad lo tiene difícil… Todos veremos cosas iguales porque precisamente el temor será como en una peli de terror, ver algo que los demás no ven.

Son las learning organizations un buen ejemplo de contexto facilitador de la creatividad. Las entendemos en este artículo como empresas proactivas en el sentido más estricto de la palabra. La proactividad no es sólo una actitud de iniciativa, sino un inconformismo permanente, una concepción dinámica del mundo que nos lleva a no parar porque sabemos que siempre se puede discurrir para que algo vaya mejor.
Y ese algo serán los resultados de la corporación; o la comunicación ascendente, que contribuye a crear un clima laboral más sano, y que a medio o largo plazo tendrá su impacto en los resultados; o el interés en las carreras profesionales de los miembros de la empresa, de modo que al sentirse éstos a gusto siempre será más fácil que reine esa sensación de fluidez, de la que Juan Carlos Cubeiro nos hablaba y que contribuirá también al crecimiento evolutivo al que toda compañía aspira. Ya lo ven al fin y a la postre, el caso es que ser creativo resulta rentable.

En este tipo de organizaciones es en la que nadie tendría miedo de gritar a los cuatro vientos la estupenda frase de Francesc Borrell: «Todo en apariencia funciona bien hasta que alguien menos perezoso descubre una manera de que funcione mejor». Por nuestra parte añadir que no sólo lo descubre el menos perezoso, sino el más creativo.

Los juegos de mayores
Ya antes hemos hecho alusión a los juegos de los niños; ahora nos toca hacerlo a los de los mayores en la empresa. Imagine ésta como un tablero de juegos en el que todos, en mayor o menor medida, queremos mover ficha día tras día.

En este juego empresarial, para relacionarnos con los demás hay un elemento esencial que ya desde la infancia está presente: el lenguaje. Al ser la empresa por definición un juego de muchos, no como el solitario de nuestro ordenador, nuestro código de interrelación con los demás es la comunicación verbal y no verbal. Fijémonos en la primera.

No se trata ahora de justificar la importancia del lenguaje; el mismo Aristóteles lo hizo por nosotros al calificar al hombre como animal político y, por tanto, necesitado de un lenguaje y en la actualidad, sin ir más lejos, la escuela de la PNL (programación neurolingüística) también nos lo recuerda. En el juego empresarial, el lenguaje de cada uno de los participantes ofrece pistas al otro sobre su ingenio, originalidad o tendencia a la creatividad en ese contexto.

Frases como «déjame pensar en algo»; «veremos qué se puede hacer»; «buscaremos otro camino»; «le estoy dando vueltas» o «recuerdo que, aunque no fue exactamente igual, en otra ocasión propusimos ideas para resolver un problema semejante» nos ofrecen una imagen del emisor bien diferente del que proclama cosas como «no hay ninguna alternativa», «qué quiere que yo haga», «ese no es mi problema», o «siempre se ha hecho así».

Las herramientas y lo ilimitado de la creatividad
Ya anticipamos en el artículo que aunque la creatividad está presente en todos en mayor o menor medida, hay situaciones, contextos o elementos que pueden favorecerla o estrangularla.

En cuanto a elementos favorecedores hay algunas herramientas de gestión que no suelen emplearse demasiado en la práctica empresarial. Una tormenta de ideas bien organizada o un análisis DAFO a tiempo pueden aprovecharse para canalizar la creatividad grupal. Además, las herramientas de gestión del cambio, los procesos de coaching, los de mentoring y algunos otros métodos, artes o técnicas pueden resultar muy útiles.

Lo esencial es darse cuenta de que dentro de la empresa, como dentro de cualquier otra organización, todo tiene una capacidad limitada a priori excepto el potencial de las personas que en ella trabajan:

Los recursos financieros se estiran pero…, pregúntele al director de finanzas si son infinitamente elásticos.

Y qué decir de otros recursos como la tecnología. ¿Se imaginan a un responsable de TI diciendo aquí no hay límite que valga? Pida por esa boquita que se desarrollará lo que queramos y lo que no, se comprará.

¿Pero y las personas que trabajan en la empresa? Claro, en cuanto a número sí que habrá un límite, las contrataciones nunca tienden a infinito pero…¿y en cuánto a potencial creativo? Les contestamos sin dudarlo: En eso no hay límite que valga, sólo se trata de favorecer las condiciones que permitan a esa creatividad crecer en un clima de confianza y a favor del talento, como motor del desarrollo. Esta nueva forma de pensar hará que lo que parecía imposible pueda tener soluciones y se abran alternativas nuevas.

Hemos llegado al final, el momento para la reflexión. ¿Soy creativo en mi trabajo? ¿Podría serlo más? ¿En la empresa de la que formo parte se dan condiciones que favorezcan la creatividad? Sino es así, ¿qué catalizador o catalizadores necesitaríamos? Dedique a pensar sobre esto diez minutos, seguro que valdrá la pena. Puede ser el embrión para la construcción del camino de baldosas amarillas que le llevará a su Oz particular.

Ah, algo más: Si a estas alturas aún piensa que Buzz Lightyear sólo era un juguete en Toy Story le recomendamos por segunda vez que vuelva a leer el artículo. A la tercera va la vencida y si aún así no le convence lo dicho, quizás no esté preparado todavía para ir «hasta el infinito y más allá».

*En colaboración con Guillermo Barral Varela, Abogado del Banco Caixa Geral. Profesor de Organización de empresas y Cambio Organizativo.

*Helena López-Casares Pertusa es Editora senior de LID Editorial Empresarial. Profesora de Comunicación y Protocolo.

Ambos son Profesores en Programas Máster de la Escuela de Negocios Formaselect.

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