El estudio anual ‘La presencia femenina en el Tercer Sector’, elaborado por la Fundación Lealtad con motivo del Día Internacional de la Mujer, ha puesto en evidencia una significativa brecha en la gestión de recursos entre las ONG lideradas por hombres y aquellas encabezadas por mujeres. A pesar de que la presencia femenina en el sector es mayor que en otros ámbitos profesionales, los datos revelan que las organizaciones dirigidas por mujeres manejan presupuestos considerablemente menores.
Según el informe, las ONG con presidencia femenina administran en promedio 4,3 millones de euros, mientras que las lideradas por hombres alcanzan los 7,3 millones de euros, lo que representa una diferencia del 41%. Esta desigualdad también se observa en la dirección general de las entidades, donde las mujeres gestionan un 28% menos de presupuesto en comparación con los hombres en la misma posición.
El estudio destaca que, aunque el 74% de las personas empleadas en ONG son mujeres, esta alta participación no se traduce en una equidad en los puestos de liderazgo. Solo el 43% de las ONG Acreditadas tienen una presidenta, mientras que el 51% cuentan con una directora general. Además, la tendencia indica que cuanto mayor es el tamaño de la organización, menor es la probabilidad de que esté presidida por una mujer.
Para profundizar en esta realidad, desde Mujeresycia entrevistamos a Ana Benavides, directora general de Fundación Lealtad. En su análisis, Ana destaca cómo la conciliación sigue siendo un obstáculo clave para muchas mujeres, junto con la forma en que se designan los altos cargos, donde aún persisten sesgos de género.

Barreras para el acceso al liderazgo
A pesar de la alta presencia femenina en el Tercer Sector, las mujeres siguen encontrando obstáculos para alcanzar puestos de liderazgo. «Uno de los principales desafíos es la conciliación, ya que muchas continúan asumiendo la mayor parte de las responsabilidades familiares», explica Ana Benavides.
«En algunos casos, deciden priorizar la familia frente a su crecimiento profesional, lo cual no es un problema si es una elección libre y consciente. Sin embargo, el problema surge cuando no es una elección real, sino una expectativa implícita de que la mujer debe dar un paso atrás«, señala.
«Uno de los principales desafíos es la conciliación, ya que muchas continúan asumiendo la mayor parte de las responsabilidades familiares»
Además, el acceso a cargos de mayor responsabilidad sigue condicionado por la forma en que se designan. Mientras muchas mujeres ascienden dentro de sus organizaciones hasta puestos ejecutivos, los roles como presidencias o miembros de órganos de gobierno suelen depender de procesos de libre designación, donde persisten sesgos de género. «Para estos puestos, a menudo se buscan perfiles con una trayectoria consolidada en sectores como el empresarial o el académico, donde la presencia femenina sigue siendo menor», agrega Benavides.
Y remarca: «Lo crítico no es solo la igualdad, sino la igualdad de oportunidades y la capacidad de elección. Es fundamental fomentar modelos de conciliación y flexibilidad que permitan a las mujeres crecer profesionalmente sin renunciar a su vida personal. Además, contar con referentes que demuestren que compatibilizar ambas facetas es clave para romper con las dinámicas tradicionales y eliminar las barreras que aún limitan su acceso a los puestos de mayor responsabilidad».
Brecha presupuestaria
El estudio de Fundación Lealtad evidencia que las ONG presididas por mujeres gestionan un 41% menos de presupuesto que aquellas lideradas por hombres. «La estructura directiva del sector ha seguido en parte el patrón del mundo empresarial, donde los hombres han ocupado históricamente más puestos de liderazgo en las organizaciones de mayor tamaño«, indica Benavides.
Esta realidad se ha acentuado en aquellas ONG que han incorporado profesionales provenientes del sector privado, replicando en cierta medida los esquemas de género predominantes en el ámbito empresarial. De esta manera, las entidades con mayor presupuesto y capacidad de captación de talento han tendido a contratar a hombres en puestos de responsabilidad.
Sin embargo, hay esperanza. Benavides ha observado que esta tendencia está cambiando. «En las ONG más jóvenes se observa una mayor presencia femenina en posiciones de liderazgo, lo que sugiere que el sector está evolucionando hacia una estructura más equitativa», remarca.

Representación femenina en el Tercer Sector
La representación femenina en el Tercer Sector es más alta que en la empresa o la política principalmente porque muchas ONG surgen de iniciativas comunitarias y de cuidado, áreas donde históricamente las mujeres han tenido un papel predominante.
«Muchas de las profesiones vinculadas al sector, como la educación, el trabajo social o la psicología cuentan con una alta representación femenina. Como resultado, esta base mayoritariamente femenina se traduce en una mayor presencia en los órganos de gobierno de las ONG en comparación con sectores como el empresarial o el público», explica Benavides.
Desde 2012, año en que se lanzó la primera edición del estudio La presencia femenina en el Tercer Sector, se ha observado que la representación de mujeres en los órganos de gobierno de las ONG ha sido consistentemente superior a la de otros ámbitos. En ese momento, el 34 % de estos puestos estaban ocupados por mujeres, en contraste con el 10 % en los consejos de administración de empresas cotizadas. Aunque en la última década se han producido avances en distintos sectores, elevando la presencia femenina en los consejos de administración empresariales al 35 % en 2024, el Tercer Sector ha mantenido su tendencia de contar con una mayor participación de mujeres en sus estructuras.
«Muchas de las profesiones vinculadas al sector, como la educación, el trabajo social o la psicología cuentan con una alta representación femenina»
Sin embargo, Benavides remarca que hay una diferencia clave con el ámbito privado. «Mientras que en las empresas los puestos directivos suelen estar remunerados, en el Tercer Sector la participación en los órganos de gobierno es voluntaria. Esto pone de manifiesto que, aunque la presencia femenina es mayor en las ONG, todavía es necesario seguir impulsando su acceso a posiciones de liderazgo retribuidas», señala.
Desafíos del liderazgo femenino en organizaciones con más recursos
El liderazgo femenino tiende a concentrarse en organizaciones con menos recursos. «Muchas de estas entidades nacen de iniciativas de ámbito local y acción social impulsadas por mujeres, donde el compromiso personal y la vocación pesan más que la estructura organizativa o el acceso a financiación», menciona Benavides.
Para avanzar en este aspecto, propone promover modelos de trabajo más flexibles, sistemas de mentoría y referentes femeninos, además de un cambio cultural que fomente la corresponsabilidad en las tareas de cuidado.
«Si queremos que más mujeres accedan a puestos de liderazgo en grandes ONG, debemos crear espacios de formación y desarrollo donde puedan fortalecer sus habilidades de gestión y negociación», señala Benavides. Además, resalta la importancia de visibilizar casos de éxito y crear redes de apoyo que faciliten la transición de mujeres hacia roles de mayor responsabilidad.
Finalmente, Benavides destaca la relevancia de políticas públicas que incentiven la equidad en la distribución de recursos y financiación para ONG lideradas por mujeres. «La colaboración entre instituciones, empresas y la sociedad civil es clave para garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades de liderar organizaciones de impacto», concluye.

Con estos cuatro puntos clave, la entrevista con Ana Benavides nos ofrece una visión integral sobre los retos y oportunidades del liderazgo femenino en el Tercer Sector. Su análisis subraya la importancia de la equidad en la toma de decisiones, el acceso a financiación y la consolidación de redes de apoyo que permitan a las mujeres desarrollar su potencial como líderes del cambio social.